Como cualquier hijo de vecino barcelonés paga sus impuestos, ahora el Ayuntamiento busca fórmulas para fiscalizar el uso que hacen los turistas del espacio público. La idea no es nueva, pero toma fuerza con la presentación del nuevo Plan Estratégico de Turismo 2020. El programa presentado durante la mañana del lunes busca ordenar la actividad turística, donde no llegan otras ordenanzas como el Peuat. Medidas entre las que se contempla gravar a los apartamentos turísticos con un IBI distinto al residencial; gestionar y aumentar la tasa turística o poner una tasa a los buses que aparcan junto a los monumentos.

El Plan no es nuevo. Se trata de una actualización del anterior, el cual "quedó en un cajón" cuando CiU asumió la alcaldía, opina el teniente de alcalde de Empresa, Jaume Collboni. Una hoja de ruta que incluye 10 programas, 30 líneas de actuación y 90 medidas concretas a trazar sobre la ciudad. Normativas que se trabajaran bajo "el consenso de vecinos, actores económicos y expertos", ha relatado el teniente de alcalde.

PRUEBAS PILOTO EN LA BARCELONETA Y LA SAGRADA FAMÍLIA

De hecho, el Ayuntamiento no ha querido avanzar ninguna de las medidas que tiene en mente, porque prefiere moldearlas previamente con todas las partes implicadas. Lo único que se sabe es que las primeras actuaciones se llevaran a cabo en el barrio de la Barceloneta y los alrededores de la Sagrada Família. Medidas que pueden ir desde una mayor regulación de la circulación de los patinetes eléctricos, el incremento de los buses, reducir el número de personas de los grupos de turistas, etc. "Los mismos turistas ya encuentran los espacios muy saturados; perciben esta situación de masificación", recordaba en paralelo el concejal de turismo, Agustí Colom.

En materia fiscal, el Ayuntamiento no tiene la capacidad de fijar un impuesto más allá de los que marca la ley de haciendas locales, la cual es competencia de la Generalitat. Por este motivo, el consistorio ya ha abierto negociaciones parlamentarias. Con la modificación legal, Barcelona espera poder gestionar también su tasa turística, hoy por hoy controlada por el poder autonómico y de la cual solo percibe el 33% de lo que se recauda, más 2 millones de euros extras.

Por ahora las negociaciones han avanzado hasta el punto que Barcelona podría ingresar el 50% de la tasa. Porcentaje que todavía sabe a poco a la administración local, la cual pretende conseguir su gestión al completo. De adquirir la competencia, el gobierno municipal probaría de incrementarla a niveles del resto de ciudades europeas, tal como ha apuntado Colom.

La línea de las tasas no solamente podría repercutir sobre las pernoctaciones, sino también sobre la movilidad. Una opción entorno a esta sería gravar a los buses que aparcan cerca de los monumentos de la ciudad, como pueden ser les Fonts Màgiques de Montjuïc. De esta manera, los autocares pasarían de pagar 4,5 euros por estacionar a 45 (un euro por viajero aproximadamente). Dicha recaudación serviría por ejemplo para ayudar al mantenimiento de las fuentes, tal como recogían ya las ordenanzas fiscales que tumbó la oposición.

LOS IMPUESTOS LLEGAN A LOS APARTAMENTOS TURÍSTICOS

Sobre los apartamentos turísticos, estos podrían pasar de pagar el IBI residencial a ser gravados por el de actividades económicas. Colom justifica la diferenciación fiscal en base a que el IBI residencial trata un derecho, como es el de la vivienda, mientras que el segundo gravaría aquellos alojamientos de los cuales se extrae un beneficio económico. El impuesto repercutiría tanto en los pisos turísticos que ya funcionan, como en aquellos que se pondrían en marcha.

Sobre el alquiler de habitaciones (popularmente conocido como bed&breakfast), la actividad hoy por hoy resulta 'alegal' en Barcelona. De hecho, su regulación la debe de marcar la Generalitat, administración que en cuestión de días debe de presentar el protocolo padre. Luego cada municipio podría adoptar la medida y aplicarla. En el caso de Barcelona, Colom ya ha pedido que la normativa sea elaborada y consensuada desde la Casa Gran. "Entendemos que las ciudades somos mayores de edad y conocemos cuál es nuestra realidad", esgrimía el concejal de turismo.

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