“La Barcelona World Race (BWR) se suspende, víctima del procès”, decían hasta ayer los titulares de prensa. Era la versión oficial del Ayuntamiento de Barcelona. Pues va a ser que no: la BWR, una de las competiciones náuticas más prestigiosas del mundo, no se suspende por causas políticas, sino por una cuestión meramente económica. Bueno, en realidad es una mezcla, económica y política, aunque estrictamente económica, por falta del interés de parte del propio Ajuntament.
El consistorio barcelonés ha hecho correr el bulo de que la próxima edición de la BWR no se puede hacer en 2019 (es una competición bienal, o sea, cada dos años) porque la escena política actual (el ‘procès’, Puigdemont detenido en Alemania, Junqueras y compañía encarcelados en Madrid, etc.) ha deteriorado el normal funcionamiento de Barcelona como ciudad organizadora de su evento náutico por excelencia. Pero esa no es la única verdad. Metrópoli Abierta está en condiciones de informar que la verdadera razón de que la Barcelona World Race no vaya a celebrarse es puramente una cuestión de negligencia: el Ajuntament no se ha preocupado lo suficiente en encontrar patrocinadores como para poder financiar convenientemente la competición y, con el pie cambiado, ha hecho publicar a los organizadores, la Fundación Oceánica de Barcelona (FNOB), que la causa es sólo política, debida al ‘procès’ y sus consecuencias.
Recordemos que la FNOB la integran el Ayuntamiento de Barcelona, la Cambra de Comerç de Barcelona, el Port de Barcelona y la Fira de Barcelona; es decir, casi toda la Barcelona público/privada. Ha sido el Ayuntamiento de BCN el que ha roto el juego anunciando al resto de socios que no iba a poder poner su parte alícuota en el presupuesto, que incluía una cantidad económica, la cesión del amarradero (el Moll de la Fusta) e infraestructura portuaria para la celebración del evento.
¿DESIDIA, O ALGO MÁS?
Repetimos: el auténtico motivo es la desidia del propio consistorio barcelonés por implicarse convenientemente en una competición que al ciudadano medio puede sonarle a extravagancia de gente rica –una prueba náutica de primera clase- cuando, en realidad, se trata de una competición de calado internacional, que prestigia mundialmente a Barcelona.
Para que se entienda: es como si Barcelona dijese que no quiere continuar siendo sede del Mobile World Congress (110.000 congresistas mundiales, durante una semana, el pasado febrero) porque es un acontecimiento de ‘ricos’ y ‘pijos digitales', que no redunda en el bienestar de los barceloneses. Claro que, al final, el consistorio de Colau se dio cuenta de lo que suponía y acabó dejando al margen su conocida doctrina política...
Los hechos ciertos son estos: la BWC necesita financiación –privada y pública- para poder ser llevada a cabo. Pero el Ajuntament no se ha preocupado lo más mínimo en procurar que los patrocinadores, que hasta ahora se habían involucrado en ella, siguiesen participando. Llegado el momento de comprometerse, y al comprobar que no había interés ni capacidad para ello, el consistorio de Ada Colau ha preferido ‘vender’ que la suspensión se debe a la “inestabilidad política que se ha generado con el proceso independentista, que ha retraído a los potenciales patrocinadores”, según se lee en el discurso oficialista.
¿HASTA 2021?
La próxima edición de la regata Barcelona World Race, que debía disputarse en 2019, ha quedado, por tanto, suspendida. Pero, ¿volverá en 2022/23? Durante muchas jornadas, en el Moll de la Fusta se acumulan grandes naves de todo el mundo, se monta un operativo de primer nivel y acuden, a la largada, miles de visitantes de todo el mundo.
Para nadie es un secreto que, hoy en día, en un mundo tan competitivo, cuando una ciudad renuncia –o aplaza- a un acontecimiento de tal escala global, lo más probable es que haya deserciones y que difícilmente vuelva a ser sede. Cual chacales, otras ciudades, que en su día optaban a ser la sede de la prueba, se lanzarán al cuello para conseguir ser la heredera de Barcelona. Recordemos que Dubai movió cielo y tierra para llevarse el Mobile, pero al final se impuso el compromiso/contrato firmado por Barcelona con el GSMA, propietaria del acontecimiento.
PRESTIGIO INTERNACIONAL
La Barcelona World Race es una prueba de enorme prestigio internacional. Es la mayor regata de vela del mundo en tándem (sólo dos tripulantes) y una de las más duras, ya que consiste en dar la vuelta al globo saliendo y regresando a Barcelona, haciendo una única escala, en la ciudad australiana de Sydney. Hasta el momento, se han llevado a cabo tres ediciones, en las que la prueba se ha consolidado en nuestra ciudad como una de las más importantes del mundo en su especialidad.
Para esta edición de 2019, siete embarcaciones ya había confirmado su participación, y había otras tantas que estaban en proceso de búsqueda de patrocinadores. La regata tiene una enorme repercusión internacional, sobre todo en aquellos países en los que el deporte de la vela tiene una tradición relevante. La anulación de la prueba supone un duro golpe para el prestigio, tanto de la ciudad como de los organizadores. Además, está por ver el coste económico que supondrá la suspensión, ya que muchos de los implicados (participantes, sponsors, publicidad contratada...) pueden reclamar una indemnización cuantiosa.
Más problemas económicos, además, para el consistorio de Ada Colau.