El PSC ya no disimula las crisis de su matrimonio de conveniencia con Barcelona en Comú. Al contrario: escenifica sus diferencias en asuntos de gran calado como la ampliación del aeropuerto, la construcción del Hermitage y el urbanismo táctico. También en temas más locales, como la recogida de basuras puerta a puerta que solivianta a los vecinos de Sant Andreu. A dos años para las elecciones municipales de 2023, el PSC ya se posiciona como candidato a recuperar una alcaldía que perdió en 2011, distanciándose del “dogmatismo” de Ada Colau y los comunes.

A la sombra de BeC desde que comenzó el segundo mandato de Colau, impotente para frenar sus controvertidas políticas de movilidad y los recelos de la alcaldesa con los sectores económicos de Barcelona, el PSC se rebela contra los comunes. Su actitud menos complaciente se visualizó con su apoyo al Hermitage, posicionándose como una fuerza progresista mucho más pragmática y dialogante con todos los agentes de la ciudad.

Recreación virtual del Hermitage en Barcelona / CEDIDA



“El PSC siempre ha estado a favor de que el Hermitage se instale en Barcelona. Las discrepancias se han hecho evidentes cuando el Port de Barcelona ha dado luz verde a este gran proyecto de ciudad”, explica una persona muy próxima a Jaume Collboni. “También tenemos discrepancias con el urbanismo táctico de los comunes y sus políticas de movilidad”, añade la misma fuente.

LOS GRANDES CONFLICTOS

Los socialistas asumen que las diferencias con Barcelona en Comú son “normales”. Critican, sin embargo, la “falta de diálogo” de su socio de gobierno. “La mejor idea aplicada desde el despotismo ilustrado no funciona”, insisten en el PSC: “En la recogida de basura puerta a puerta de Sant Andreu no hubo consulta previa con los vecinos del distrito. Los grandes conflictos estallan en los distritos que gobierna Barcelona en Comú porque no buscan amplios acuerdos”.

Collboni quiere marcar perfil propio. En el PSC, no obstante, esperan agotar el gobierno de coalición hasta finales de mandato. Los comunes, en cambio, asumen que las discrepancias pueden subir de tono, sobre todo desde 2022, y no descartan otra ruptura. Las diferencias en algunos asuntos son importantes, sobre todo en la gestión de la movilidad y la inseguridad.

RECELOS CONOCIDOS POR LA OPOSICIÓN

Los recelos entre socialistas y comunes son sobradamente conocidos en los partidos de la oposición, que cuestionaban el papel de Collboni en el gobierno de coalición. “Hasta ahora ha habido un seguidismo total de los socialistas hacia los comunes. Al PSC, tácticamente, le conviene desmarcarse de algunas decisiones de Colau, pero seguirá siendo un partido gregario”, sostiene Jordi Martí, portavoz de Junts per Catalunya.

Jordi Martí, concejal de Junts per Catalunya, en la Gran Via / PABLO MIRANZO



Martí está convencido de que el PSC y Barcelona en Comú mantendrán el gobierno de coalición hasta el final “porque los socialistas priorizan el poder por encima de cualquier otra consideración”. “No romperán. Es normal que haya discrepancias en un gobierno de coalición y también es lógico que se haya producido un choque en temas emblemáticos de ciudad y de país como la construcción del Hermitage y la ampliación del aeropuerto”, añade el concejal independentista.

RECHAZO GENERALIZADO

La actitud más beligerante de Collboni no ha sorprendido a Óscar Ramírez, concejal del PP. “Estamos en el ecuador del mandato y Collboni sabe que hay un rechazo generalizado por parte de los barceloneses con la gestión de Colau y los comunes en temas de movilidad, de seguridad….”, esgrime Ramírez.

“El distanciamiento del PSC es estratégico, pero no significa que la coalición de gobierno sea inestable ni esté en peligro. Collboni simplemente marca diferencias con su socio en temas muy importantes”, agrega Ramírez.

LA GESTIÓN DEL HERMITAGE

Más crítica con Collboni se muestra Luz Guilarte. La líder de Ciutadans en el Ayuntamiento de Barcelona denuncia que el gobierno de Barcelona está formado por un tripartito: por BeC, PSC y ERC. Y añade: “Collboni está en campaña electoral desde el 15 de febrero. Ahora, constituido ya el nuevo gobierno de la Generalitat, vuelve a reclamar la deuda histórica de Cataluña con Barcelona. Él supedita los intereses de Barcelona a los intereses del partido”.

Óscar Ramírez posa junto al tranvía / CEDIDA



La líder de Ciutadans asegura que la gestión del PSC respecto al Hermitage ha sido “un caos” y lamenta la excesiva dependencia de los socialistas respecto a los comunes. “El PSC ha perdido su marca”, remarca Guilarte, convencida de que Collboni “se ha dedicado a salir en todas las fotos en lugar de tener una mirada transversal para Barcelona”.

DISTANCIAMIENTO PROGRESIVO

Guilarte, a diferencia de Martí y Ramírez, no descarta una ruptura entre los dos socios de gobierno. En cualquier caso, tiene claro que “el PSC buscará la fórmula para distanciarse cada vez más de Colau en los próximos meses”. Asimismo, acusa a los socialistas de ser cómplices de las “subvenciones a dedo” de la alcaldesa a entidades amigas.

En ERC también están atentos a las desavenencias entre el PSC y Barcelona en Comú. En muchos asuntos, los republicanos han sido los grandes aliados de Colau, aunque falta por ver si la buena sintonía puede diluirse con el nuevo gobierno autonómico y el pacto final de ERC con Junts per Catalunya en detrimento de En Comú Podem.

LAS CRÍTICAS DE ERC

“El de Barcelona es un gobierno de conveniencia. PSC y comunes tienen proyectos muy distintos”, sostiene Jordi Coronas, concejal republicano. “El PSC quiere regresar al modelo anterior para defender al Estado y al establishment. Los comunes, por su parte, siguen con sus proclamas, pero no transforman nada porque no tienen proyecto para Barcelona. Todo es táctico y nada es estructural”, incide Coronas. En los últimos días, ERC parece subir el tono de sus declaraciones respecto al gobierno municipal.

Recreación virtual de una futura superilla del Eixample / AJUNTAMENT DE BARCELONA



En Barcelona pel Canvi, Eva Parera critica que "el PSC no ha tenido un papel relevante para frenar las políticas populistas de los comunes" en los primeros dos años del actual mandato. "Han sido muchas las ocasiones que desde Barcelona pel Canvi hemos interpelado a los socialistas para que marcaran perfil propio, pero han preferido situarse en la comodidad", añade.

LA RECUPERACIÓN ECONÓMICA

Parera también critica la complicidad de los socialistas con ERC y espera que Collboni se desmarque de los republicanos. La regidora asegura que los independentistas y los comunes "empequeñecen Barcelona" y confía que el PSC gire hacia el centro y refuerce sus postulados constitucionalistas.

Colau ya sabe que deberá convivir con un Collboni más beligerante en los próximos meses. Algunos asuntos se sostienen con pinzas y la gestión de la recuperación económica de Barcelona puede agrandar la brecha entre los dos partidos. Otro asunto muy caliente será la creación de la superilla del Eixample, un tema prioritario para los comunes. Su obsesión por reducir la circulación de vehículos privados contaminantes a corto plazo contrasta con los postulados socialistas, partidarios de una convivencia pacífica entre los distintos medios de transporte en la ciudad y su área metropolitana.

Jaume Collboni, detrás de Ada Colau, alcaldesa de Barcelona / EFE



EL LIDERAZGO DEL PSC

El PSC, tras la gran crisis de 2015, está convencido de sus opciones de ganar las elecciones municipales de 2023. En 2019 logró ocho concejales, dos menos que ERC y BeC, y en el partido sigue abierto el debate sobre quién debe ser el candidato de los socialistas.

“Collboni es un candidato correcto, pero el PSC seguirá buscando un líder más potente”, asegura una figura histórica del partido a Metrópoli. En los últimos meses se ha rumoreado la posibilidad de apostar por Salvador Illa o Santi Vila. Otra opción pasa por un candidato independiente. Collboni, por su parte, está convencido de que sus buenas relaciones con los sectores económicos de la ciudad pueden ayudarle a ser el futuro alcalde de Barcelona.

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