Manuel Valls ya ha cerrado la puerta del Ayuntamiento de Barcelona. Este miércoles, 15 de septiembre, se oficializó la salida del exprimer ministro francés. Apenas un minuto de un pleno extraordinario, sin intervenciones, selló la marcha del político. Valls ni apareció. La suya ha sido una despedida a la francesa en toda regla. Hace dos semanas dimitió con un carta y se fue a Francia. Atrás han quedado algo más de dos años en el consistorio y unas elecciones en las que la coalición que lideró, Barcelona pel Canvi-Ciutadans, sacó solo seis concejales en mayo de 2019.
Valls ha estado en el Ayuntamiento de Barcelona desde el 15 de junio de 2019. Su legado, guste o no, es importante: Ada Colau es alcaldesa gracias a él, y Barcelona en Comú y PSC gobiernan por sus votos. Pero más allá de decidir quién gobernaría la ciudad, Valls ha tenido un papel poco decisivo y apenas ha hecho oposición. De hecho, el peso del grupo de Barcelona pel Canvi lo ha llevado Eva Parera, ejerciendo de portavoz y cubriendo a Valls en distintas comisiones y plenos.
EN MARZO SE FUE A PARÍS PARA PROMOCIONAR UN LIBRO
En el Ayuntamiento, salvo los periodos de vacaciones, cada mes se celebran comisiones y plenos. Valls formaba parte de las comisiones de Presidència, Drets de Ciutadania, Participació, Seguretat i Prevenció y de Ecologia, Urbanisme, Infraestructures i Mobilitat. En algo más de dos años, el edil se ha ausentado de numerosas comisiones. Valls, además, tampoco ha ido a tres plenos. Y eso a pesar de cobrar unos 92.000 euros brutos. Por ejemplo, el pasado mes de marzo, no fue ni a las comisiones ni al pleno porque estaba en París promocionando su último libro Pas une goutte de sang français, mais la France coule dans mes veines. Cuando inició su andadura barcelonesa, Valls también lo plasmó en un volumen: Barcelona, vuelvo a casa.
La aventura en la Ciudad Condal se inició tras el verano de 2019. El 21 de septiembre, ahora hace casi tres años, una imagen en las redes sociales de los zapatos de Valls en los conocidos panots del paseo de Gràcia fue el pistoletazo de salida hacia las municipales. Meses atrás, el líder de Ciudadanos, Albert Rivera, había anunciado que ofrecía a Valls ser candidato a la alcaldía de Barcelona. El anuncio de la candidatura llegó unos días después de la foto del paseo de Gràcia. Por aquel entonces, Valls tenía intención de quedarse a vivir en Barcelona más allá de los resultados de las elecciones. En una rueda de prensa mostró las llaves de su casa, en la calle de París, para responder a aquellos que le acusaban de no residir en la ciudad.
EL LEGADO: COLAU ALCALDESA
Valls se va de Barcelona dejando a Colau de alcaldesa, con todo lo que esto supone: la ciudad está más sucia que nunca, los barceloneses ven la inseguridad como el principal problema y un urbanismo táctico cutre cuestionado por los ciudadanos. Eso sí, Barcelona no es independentista. Tras las elecciones, Valls se puso como meta evitar que el independentismo gobernara en Barcelona y que Ernest Maragall no fuera el alcalde a pesar de que el republicano había ganado las elecciones por unos miles de votos más que Colau. "Yo lo haré todo para que no haya un alcalde independentista", dijo. El día de la investidura, tres de los concejales de la lista de Valls votaron a favor de la líder de Barcelona en Comú. El voto fue secreto, pero fueron el propio Valls, Parera y Celestino Corbacho.
La investidura de Colau como alcaldesa precipitó la ruptura de Valls con Ciutadans. Los desencuentros con Rivera habían sido habituales (entre otros por la manifestación de Colon en Madrid, para pedir la dimisión de Pedro Sánchez, en la que Valls evitó hacerse la foto con Santiago Abascal) y la buena sintonía inicial dio pasó a la desconfianza. La principal consecuencia del divorcio con Rivera fue la escisión de la coalición electoral en dos grupos municipales que todavía persiste, Ciutadans y Barcelona pel Canvi. A Valls también le abandonó Corbacho, que prefirió irse con el partido naranja.
APROBACIÓN DEL PRESUPUESTO DE 2021
Tras la división de los dos grupos municipales, Ciutadans quedó con cuatro representantes y Barcelona pel Canvi con dos. Con esos números poca oposición se puede hacer en el Ayuntamiento y Valls, con el tiempo, optó por desaparecer. Las comparecencias de prensa del exministro galo han sido escasas y a nivel político su principal aportación, más allá de dar la alcaldía a Colau, fue la aprobación del presupuesto municipal de 2021. Sin embargo, socialistas y comunes prefirieron hacerse la foto con Ernest Maragall. Al día siguiente del acuerdo entre el gobierno de la ciudad y ERC, Valls sí compareció ante la prensa: "Han actuado en clave de pequeña política y en clave electoral. La foto de este domingo [20 de diciembre de 2020] no era la foto del entendimiento sino la foto del veto", soltó. Valls también criticó el papel del PSC. "Ha bajado la cabeza sin ningún liderazgo y ha preferido el pacto con el tripartito".
Uno de los momentos más tensos de Valls en el Ayuntamiento de Barcelona se vivió en el pleno de mayo de 2020. ERC, que nunca ha perdonado que le quitara la alcaldía, presentó una declaración institucional para reprobar el desalojo de un campamento gitano por parte del Estado francés en 2013 mientras Valls era ministro del Interior. Días antes del pleno, el Tribunal Europeo de los Derechos Humanos (TEDH) condenó al Estado francés por la violación de los derechos fundamentales de diversas personas de raza gitana por aquellos hechos.
COLAU SIN DESPEDIRSE PÚBLICAMENTE
El texto contó con el apoyo de Colau y del PSC de Jaume Collboni. Valls se mostró profundamente decepcionado con el líder socialista y en una entrevista con Metrópoli dijo: "No lo puedo olvidar ni lo olvidaré. Sobre todo la firma de Collboni y del PSC en la declaración institucional, que califica la República Francesa como un ejemplo del peor nacionalismo excluyente en Europa... Para mí representa una ruptura política y personal con Collboni, que además ha demostrado que no tiene talla de líder. A Colau, en el pleno, Valls le espetó que vivía con el "pecado original de mi voto hace un año, y busca el perdón".
Con el tiempo, apuntan fuentes cercanas a Valls, la relación entre Collboni y Valls no ha mejorado, aunque Collboni se despidió en Twitter de Valls y le agradeció que ayudara a garantizar la gobernabilidad de la ciudad. Colau, en cambio, no ha tenido ni una sola palabra amable hacia Valls públicamente. En la presentación de las fiestas de la Mercè fue preguntada por este medio, pero declinó hacer ninguna valoración sobre la marcha del concejal. "La presentación de la Mercè, en su 150 aniversario, es lo suficientemente importante para darle toda la relevancia, y no entraré en cuestiones políticas. Ya tendremos el pleno para hacer otras valoraciones", indicó el 1 de septiembre. En la sesión plenaria tampoco abrió la boca.
IRREGULARIDAD DE UNOS 190.000 EUROS
Los últimos meses de Valls en el Ayuntamiento han estado marcados por una información destapada por Metrópoli: el Tribunal de Cuentas acusó al partido de Valls de no declarar cerca de unos 190.000 euros como gastos electorales. La irregularidad, que recientemente ha sido ratificada por el órgano fiscalizador, hace referencia a la asociación Barcelona Capital Europea, la plataforma que el propio Valls presentó, en septiembre de 2018, de cara a las municipales de mayo de 2019 y antes de la coalición con el partido naranja, que fue en abril de 2019.
Valls ya se ha ido de Barcelona y los calificativos que le mandan sus rivales políticos son, en general, negativos. La mayoría de grupos municipales expresaron el pasado mes de mayo a este medio su decepción con Valls y dijeron de él que ha estado "ausente", ha sido "irrelevante" (más allá de la investidura de la alcaldesa) y que su proyecto político es "vacío". Collboni y Óscar Ramírez sí que tuvieron palabras amables para Valls. "Valls me merece todo el respeto, personal e institucional", subrayó el líder del PSC. "Es una persona con un gran sentido de Estado y de la responsabilidad", apuntó Ramírez.
Valls ya es historia en Barcelona. ¡Au revoir, monsieur Valls!