Los comunes de Ada Colau han comenzado a interiorizar su situación, tras la pérdida de la alcaldía. La pretensión es formar parte del gobierno municipal con el socialista Jaume Collboni como alcalde, pero con otro socio, con ERC. En esa idea ha insistido Colau, y se mantendrá en ella tras las elecciones generales del 23 de julio. Y es, precisamente, lo que más teme Jaume Collboni, porque lo que implicaría sería un gobierno con “compartimentos estancos”, como apuntan fuentes conocedoras de las intenciones de los comunes.

Con una posible victoria del PP en las generales, los comunes querrán hacerse fuertes en Barcelona, una vez ya han pactado con los socialistas el gobierno de la Diputación de Barcelona. Y lo que proponen, como plaza fuerte frente a la derecha en el conjunto de España, es un gobierno con socialistas y republicanos en el que cada fuerza política se haga responsable de una determinada área.

Eso significaría una vuelta a los tiempos de los tripartitos en el gobierno catalán. Si los comunes se responsabilizan de un área como movilidad, por ejemplo, la pretensión es que los socialistas o los republicanos no entren en ello. A cambio, el partido de Colau no entraría en las competencias del PSC en materias como vivienda, o seguridad. Son ideas que se han ido trasladando y que han generado un cierto temor de los socialistas, aunque se señala que si esa demanda se concreta “no se aceptará, en función de quién dirija cada tenencia de alcaldía”.

GOBERNAR EN SOLITARIO

Es decir, la pretensión de los comunes choca con el dibujo que los socialistas han realizado sobre cómo debe gobernarse la ciudad en los próximos años. Y, por ello, Collboni ha insisitido en las últimas semanas en abrir el campo de juego, para que entre en la negociació Junts per Catalunya, ahora mismo todavía distante con Collboni.

El líder de Junts en Barcelona, Xavier Trias, junto al alcalde Jaume Collboni durante el pleno de investidura / EFE

Esas dos posiciones, la de los comunes, dispuestos a forzar con áreas divididas, por responsabilidades, junto con los republicanos, y el desinterés de Junts per Catalunya, --acaba de quedar fuera de la Diputación de Barcelona tras el acuerdo entre el PSC y comunes—lleva al núcleo de confianza de Jaume Collboni a pensar en un periodo largo de gobierno en solitario. La gobernabilidad está asegurada en el día a día, se señala, con la designación de ocho comisionados, y con una estructura de arriba abajo dirigida por los cuatro tenientes de alcalde, Laia Bonet, Maria Eugènia Gay, Albert Batlle y Jordi Valls. Sin embargo, en octubre se deberá afrontar el primer presupuesto del mandato. Y ahí se necesita la suma de 21 concejales, lejos de los diez del PSC.

Los resultados de las generales, en todo caso, serán el termómetro para los comunes y Esquerra Republicana, que prevé un descenso importante respecto a sus 13 diputados de las elecciones de 2019. Desde que Collboni accedió a la alcaldía, los comunes han experimentado un cambio notable. “Empiezan a comprobar lo que supone no tener la alcaldía, y la desorientación es grande”, señalan desde el consistorio. La otra cuestión, que es clave, es el futuro de Ada Colau. Lo que pretende es negociar una buena entrada de los miembros del partido en el equipo de gobierno, aunque ya no esté ella.

¿TRIPARTITOS EN BARCELONA?

Respecto a ERC, las fuentes consultadas señalan que se trata de una “incógnita”. O bien buscan un acomodo en el Ayuntamiento o radicalizan su posición, al entender que el descenso electoral, en las elecciones municipales y, previsiblemente, en las generales, se debe a su aproximación con los socialistas. Sin embargo, los republicanos gobiernan con el PSC en las Diputaciones de Lleida y Tarragona.

Lo que no desea Collboni, y es un temor en todo el núcleo de poder del PSC, es que el Ayuntamiento de Barcelona pueda ser una copia de los tripartitos de Pasqual Maragall o José Montilla, con tres socios trabajando cada uno para sus propios intereses.

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