Alegría, con un punto de euforia contenida. El equipo de Gobierno del alcalde de Barcelona, Jaume Collboni, estaba satisfecho tras comprobar que el desalojo de los espacios ‘okupados’ en el barrio de La Bonanova se había saldado con éxito a media mañana de este jueves y con todas las garantías. Aunque el propio alcalde albergaba algunas dudas, como todos los responsables de seguridad, por los aspectos incontrolables que pueden aparecer en esas situaciones, el punto de partida era claro: máxima “determinación” para el desalojo, con la idea de mostrar un mensaje contundente a la ciudadanía. La actuación de los Mossos, con la coordinación con la Guardia Urbana y Bombers de Barcelona, marca para Collboni “un punto de inflexión” en su mandato, según las fuentes consultadas.

En el mes de marzo, y tras una orden judicial, el operativo se canceló con el argumento de que no se podía garantizar la seguridad. Era un momento muy delicado, a las puertas de las elecciones municipales. La alcaldesa era Ada Colau, y Jaume Collboni, que había sido su primer teniente de alcalde, había renunciado al cargo, decisión que se hizo efectiva desde el 1 de febrero, para centrarse en su candidatura a la alcaldía. El asunto de los dos espacios okupados, el Kubo y La Ruina fue utilizado principalmente por Ciudadanos y Vox, y también por el colectivo Desokupa. Ahora, en cambio, con el desalojo efectivo supone una bandera para el alcalde Collboni, que puede marcar su mandato, con una aproximación más efectiva a partidos como Junts per Catalunya.

Ese acercamiento lo ha plasmado el propio Xavier Trias, quien, casi de inmediato, señaló que el desalojo había sido correcto. “El desalojo se ha hecho como se tenía que hacer”, aseguró, y lo comparó con su experiencia en otro conflicto, el de Can Vies, en su etapa de alcalde: “A veces intentas hacer las cosas bien y salen mal. Yo ordené el desalojo de Can Vies y me salió fatal”.

Jordi Martí, Xavier Trias y Ramon Tremosa, en el Ayuntamiento de Barcelona METRÓPOLI

Para el equipo de Collboni esa posición de Trias tiene un gran valor. Aunque todo sigue abierto, el alcalde deberá escoger en un determinado momento a su socio de gobierno, al constatar que no puede gobernar con diez concejales. La imagen que el PSC ha querido ofrecer ahora, con Albert Batlle como teniente de alcalde de Seguridad, y tras críticas constantes en el anterior mandato sobre las carencias de la Guardia Urbana y su colaboración con los Mossos d’Esquadra, es que la ciudad será conducida de forma muy distinta. El “diálogo” con todos los actores de Barcelona será una constante, pero se insiste en que habrá sentido común junto a la “determinación” para que la capital catalana sea también una ciudad de orden. Es “una nueva etapa”, inciden las fuentes consultadas, en relación a la que lideró Ada Colau.

El “punto de inflexión” no condiciona el posible pacto de gobierno, pero deja claro, a juicio del equipo de gobierno de Collboni, el camino que se quiere trazar. Para Trias es una demostración de un trabajo bien hecho, que, en su caso, no acabó de fructificar, en alusión a los okupas de Can Vies. Pero eso no significa que el acuerdo de gobernabilidad con JxCat esté hecho. Hay otras variables, y no es la menor la que pueda defender Carles Puigdemont, sobre si le interesa o no gobernar con los socialistas en Barcelona, en la recta final del mandato del republicano Pere Aragonès al frente de la Generalitat.

EL 'FACTOR BATLLE'

Collboni, directamente, expresó esa satisfacción en sus redes sociales como alcalde, al precisar la “profesionalidad y respeto” de los cuerpos de seguridad que participaron en la operación: los Mossos d’Esquadra, la Guardia Urbana y Bombers de Barcelona. Él mismo siguió todo el operativo desde el CECOR, donde estuvieron los diferentes servicios municipales, también con el seguimiento de la teniente de alcalde de Derechos Sociales, Maria Eugènia Gay, responsable del distrito de Sarrià-Sant Gervasi, donde se encuentran los espacios que se habían okupado en La Bonanova.

Albert Batlle, concejal de seguridad del Ayuntamieto de Barcelona

El mandato de Collboni en cuestiones de seguridad se ve reforzado con el operativo de este jueves, alineado con las directrices de Albert Batlle. Si en los últimos cuatro años se habían producido disfunciones, con Batlle en una situación a veces incómoda entre la alcaldesa Colau y su condición de concejal del PSC-Units per Avançar, ahora “todo encaja”, como señala una fuente conocedora de esas relaciones.

La cuestión es cómo se puede acomodar lo que intenta consolidar Collboni con un posible socio de gobierno. Y aquí la incógnita se mantiene, aunque ha aparecido un nuevo elemento. Con la salida de Ernest Maragall, como líder del grupo de ERC en el consistorio, las relaciones entre los socialistas y los republicanos podrían ser distintas, e, incluso, podrían pasar por un acuerdo de gobierno.