Hace unas semanas despedíamos al arquitecto Luis Alonso, y hoy despedimos a Richard Rogers. Ambos colaboraron profesionalmente durante 14 años, y fruto de su colaboración nacieron el Hesperia Tower (L’Hospitalet, 2006), las bodegas de Protos (Peñafiel, 2008) y Las Arenas (Barcelona, 2011).
Fue al inicio de esa colaboración, allá por el año 1999 y en una de las primeras visitas del equipo de Rogers a Barcelona, encabezado por Laurie Abott (socio fundador de Richard Rogers Partnership) y Richard Paul, que se me invitó a mudarme a las oficinas de Rogers en Londres.
Mi primer escritorio de trabajo fue precisamente en la mesa adjunta a Richard Rogers, en la planta tercera del estudio de Thames Wharf, frente a la cristalera que da al Thames, y bajo el increíble toldo verde que se desplegaba automáticamente cada tarde para evitar los rayos horizontales del sol. Recuerdo la gran impresión que me produjo sentarme al lado de una persona a la que hacía poco --me acababa de licenciar hacia tan solo unas semanas-- había estudiado en clase. Pero aún más impresión me causó su calidad humana y su proximidad. Era cotidiano verlo sentarse al lado de todos y cada uno de sus colaboradores, más de un centenar en aquellos días, interesándose en lo que estaban trabajando, compartiendo su opinión y recomendación al respeto. Su dedicación era absoluta, y precisamente ese entusiasmo en su trabajo, se contagiaba entre las personas de su equipo, y en sus edificios: nacido en Florencia, no era pues de extrañar que la atmósfera que se respiraba en el estudio era la de una familia. Cada 23 de julio, todo el estudio atendía puntualmente su fiesta de aniversario, que hospedaba en su propia casa. Otro momento maravilloso, repleto de alegría y fraternidad.
En el año 1998 Rogers estaba sumido en el Urban Task Force, para seguir del 2001 al 2008 como Arquitecto en jefe de la ciudad de Londres, junto al alcalde Ken Livingston. De esa trayectoria, hay dos publicaciones suyas que sustentan su pensamiento, Cities for a small planet (1997) y Cities for a small country (2000). Tomando al ciudadano como eje central de su discurso, ambas lecturas son reveladoras de la mayoría de problemas a los que se enfrentan las grandes urbes a día de hoy. De estas lecturas siempre tengo presente los diagramas que explican como las relaciones vecinales se incrementan a medida que las vías --calles-- que separan las casas quedan liberadas de los coches, o el diagrama que describe cómo la ciudad sostenible es aquella que está descentralizada.
Ambos conceptos, no fueron excepción en los proyectos de Rogers en Barcelona. Precisamente en Las Arenas, el mayor esfuerzo de diseño se centró en desmantelar el zócalo macizo del nivel de calle (la planta baja original de la plaza de toros estaba levantada cuatro metros por encima de la rasante) y hacerla permeable al mismo nivel de calle por sus cuatro costados. Con esta medida, se garantizaba que los vecinos más allá de la calle Llança sentido Besòs, pudiesen cruzar y seguir hacia la carretera de Sants, sin interrupción ni barreras, formando un auténtico boulevard peatonal. La cubierta transitable de Las Arenas, y accesible de forma directa desde el nivel de calle, ya sea a través del ascensor panorámico conectado a la bocana del metro, o las escaleras mecánicas continuas en el interior del edificio, devolvió a la plaza Espanya la consideración de "plaza", y de disponer finalmente de un espacio real donde pasear. No es pues de extrañar que el edificio sea uno de los cinco edificios más visitados de Barcelona.
Uno de los momentos que guardo con mayor cariño fue el día que Rogers me invitó a visitar junto a él, The House of Lords (desde el año 1996 ostentaba el título de Baron Rogers of Riverside, y era miembro de la cámara). De camino regreso a casa me invitó a acompañarle en el taxi, pues íbamos en la misma dirección, y allí me ilustró con su visión de un mundo global, progresista, y centrado en procurar el máximo bienestar de las personas: "Hay que dejar un mundo mejor al que hemos encontrado".
Hoy nos despedimos de un inmenso arquitecto, urbanista, empresario y humanista. Su legado será recordado por muchas generaciones futuras, y sin duda una infinita fuente de inspiración para todos.