Bien por Loles León. Me alegro, sinceramente, que la Comisión de Presidencia del Ayuntamiento de Barcelona haya acordado entregar la Medalla de Oro al Mérito Cultural a la actriz. Votaron a favor los socialistas, los Comunes y Vox. En contra, Junts y ERC. El PP se reserva el voto.
Es curioso que el PP se reserve el voto. O estás a favor, o en contra. Su posición suena a excusa de mal pagador. Una total memez. Quizá a los populares no les guste Loles León diga alto y claro que “voto izquierda, como siempre. Soy de izquierdas y voto a izquierdas”. Es de agradecer que un personaje público se moje y diga lo que piensa.
No pasa nada, es su libertad, y más cuando lo hace a contracorriente. No parece que la espiral del silencio le afecte lo más mínimo a la señora León. Se le pueden criticar muchas cosas, seguramente, pero no se puede decir que la actriz de la Barceloneta se muerda la lengua. Espero que cuando llegue el pleno, el PP haya decidido su voto.
Loles León tiene acreditado recibir el premio por su trayectoria. A sus 75 años, ha hecho 39 películas, 14 series de televisión, 10 cortometrajes y 13 obras de teatro. Algo insuficiente para los estupendos de Junts y ERC, a los que les rechinan los dientes porque el premio es un reconocimiento “por su contribución a la cultura española y catalana, así por el hecho de haberse convertido en una referente imprescindible dentro del mundo del espectáculo, tanto por su calidad artística como por su singularidad como persona pública”.
Y seguramente porque la charnega, botiflera y colona León dijo a las claras que se iba de Catalunya para poder trabajar. Se le tiraron al cuello cuando es el ejemplo de alguien que se ha hecho a sí misma.
Cuando lo dijo le cayó la del pulpo de los defensores del catalán como lengua única. Pero aquí también la charnega, botiflera y colona León hizo uso de su libertad de expresión frente a los etnicistas que utilizan el idioma como arma arrojadiza.
Seguro que Junts y ERC no tienen idea de la carrera de esta actriz cómica, dramática, que es reina de la improvisación. En 1978, rodó Companys, procés a Catalunya. Seguro que los que ahora la critican, o sus progenitores, no daban la cara por la democracia y por la lengua en esos momentos chungos, en esos momentos en los que había que tener arrestos.
La Rossa del bar, Serenata a la claror de la lluna, Sempre Xonxa, fueron películas de aquella época compleja de la transición donde había que mojarse. También en el teatro con Lola, espill fosc, No vols tassa? Tassa i mitja, Un home és un home, o la magnífica Vuelve el Arnau. Todas en catalán, señores y señoras de ERC y Junts.
Como barcelonés estoy encantado con la nominación. Como charnego, botifler y colono también. Así nos han calificado aquellos que no reconocen a Catalunya como una sociedad diversa que fue punto de encuentro de muchas personas en los años difíciles de la postguerra. De emigrantes e hijos de emigrantes que hablamos catalán y castellano sin problemas, porque ser bilingües no es un problema, es nuestra riqueza, pero que nos negamos a las imposiciones de los miopes. Las lingüísticas también.
Lo vimos en los premios Gaudí cuando los irredentos pusieron el grito en el cielo. Ser catalán no es sinónimo de ser independentista, ni siquiera de renegar de una de nuestras lenguas. La fauna de las redes se tiró encima de los galardonados liderados por el jefe de gabinete de Puigdemont, que todavía no ha sido cesado, cuando amenazó con tomar medidas cuando llegue la República. Y de los filoimbéciles que viven en las redes.
A todos se les acumula el trabajo con Loles León. Debe ser para ellos un sinvivir y todavía la República no existe. Ni existirá. Por suerte. Junts y ERC todavía están a tiempo de no traspasar esa delgada línea del ridículo. Loles León se lo merece porque es un ejemplo de Barcelona.