TMB gastará más de 650.000 euros en detectives privados para “perseguir” el absentismo laboral. Siguen así la tradición que inició Ada Colau antes de acabar como concejala sin cartera.

Colau dilapidó dinero público creando una cuadrilla para espiar a alcaldes y alcaldesas del Área Metropolitana. Su misión textual era: “controlar las reuniones de los ediles”.

Además de “cotejar sus agendas de género” y la “adscripción política” de las autoridades locales de 35 municipios. O sea, una copia de la brigada político social de la dictadura franquista.

También inventó un negocio feminoide para acumular y propagar datos. Y subvencionó una Agencia de Transparencia que premió proyectos como una escuadra de cazadoras de brujas.

La mala sombra de la peor alcaldesa posible planea aún sobre la peor empresa pública posible. Es la TMB. Nido de enchufados, botarates, activistas y sindicatos estilo Chicago años 30.

Un ejemplar es el autobusero agresivo de la CUP que llegó a concejal. Otro, el empleado del metro que fue y es regidor comunero desde el colauismo y suma cargos en la Diputación.  

Contratar sólo dos sabuesos es ridículo e insuficiente para “obtener información precisa y detallada” y "evaluar posibles riesgos legales, financieros, de reputación y de conductas de posibles transgresiones de la buena fe contractual”.

Además de inútil. Porque, por ejemplo, TMB aún no ha dado explicaciones sobre aquella su imprenta que imprimía más billetes de los necesarios y los revendía a mitad de precio en el mercado negro de L’Hospitalet.

Con su corporativismo, complicidades y leyes del silencio, TMB ha sido siempre un problema y un constante chantaje para el Ayuntamiento. Causando daños y perjuicios a los usuarios que trata como rehenes.

En esta campaña de imagen, TMB afirma que los investigadores no se dedicarán sólo "al tema del absentismo grave y fraudulento”. Sino también “a perseguir otras situaciones de fraude".

Así que algo grave está pasando y huele muy mal desde la base hasta la cumbre de la empresa. Si se trata de desvelarlo o de taparlo, no se sabe. Porque todo está bajo sombra de sospecha.

Quizá valdría para TMB lo que un parlamentario del PP ha recomendado al presidente de la Generalitat: “Cataluña también necesita motosierra, porque hay organismos duplicados y superfluos en la Generalitat”.

La palabra motosierra causa escalofríos desde la película La matanza de Texas, sobre el asesino en serie que mataba con tal herramienta. El presidente argentino Melei la usó como metáfora político-económica. Y le regaló una al presidente Trump.

La motosierra recorta por lo sano gastos, cargos, personal innecesario y chiringuitos woke. Sin contemplaciones. Un utensilio más rápido, eficiente y menos cruel que la guillotina, por ejemplo.

Pero en el caso de TMB, sería preciso afinar más, ya que el alcalde opta por la finura. Por ello, resultaría más indicado, una vez pasada la motosierra, emplear el cortacésped.

Inventado en 1830 en Inglaterra, el cortacésped recorta a baja altura y obtiene un verde más estético y equilibrado. Sucesor de la guadaña, no evoca a la muerte.

Con la motosierra y el cortacésped, TMB mejoraría su imagen y no moriría de mala manera antes de acabar siendo privatizada. Que es lo que se merecería.