El 20 de septiembre de 1977 una bomba puesta por un grupo terrorista de extrema derecha explotó en la sede de la revista El Papus, situada en la plaza de Castilla. Murió Juan Peñalver, conserje que, además, no era de izquierdas. Simplemente se ganaba la vida con un trabajo.
En el local estaba entonces el dibujante Adolfo Usero que sobrevivió al atentado. Excelente artesano de amplio registro, capaz del realismo duro y de la caricatura satírica o gentil. Y amabilísima persona. Sobrevivió y siguió dibujando en la revista. Otros abandonaron.
El miedo es libre.
Adolfo ha fallecido esta semana en el mismo Madrid en el que nació en 1941. Vivió no pocos años en Barcelona, otrora capital de la edición ilustrada, con la editorial Bruguera al frente. Hace un tiempo que había vuelto a la ciudad donde nació y se crió en un mal llamado “hogar” del Auxilio Social. Allí trabó una amistad que lo ha acompañado toda la vida, con el también dibujante Carlos Jiménez.
Tras la bomba, El Papus se trasladó a un edificio de la avenida de la Meridiana. En la planta baja estaba Hipercor. Y en los sótanos, el aparcamiento donde ETA puso una bomba inclemente.
Usero permaneció en El Papus hasta que la revista feneció, no sin antes haber sido perseguida por los jueces franquistas que se mantenían en el cargo y por los fiscales franquistas que les acompañaban.
Y por funcionarios de la dictadura que seguían campando a sus anchas.
El consejo de redacción se celebraba los lunes, comandado por el gran capitán de la revista: Ivà (Ramón Tosas). Estaban prácticamente siempre, además de Usero, el dibujante Ja y el periodista Albert Turró. Muy esporádicamente acudía el maestro Vázquez, que firmaba sus historias como Sapo.
Pasaron por allí también los editorialistas que firmaron sucesivamente una columna todos con el nombre de Eddy Thorial.
El primero fue Antonio Franco; el último, Enric Sopena.
En algún momento formaron parte de la revista otros destacados barceloneses: Joan de Sagarra, Maruja Torres. También el madrileño Ramoncín, a quien entonces se le conocía más como “el rey del pollo frito”.
Es mejor no hacer el inventario de las ausencias. Duelen.
Lo terrible es que hoy sería muy difícil una revista como El Papus. Sus autores, redactores y dibujantes, vivirían perpetuamente en los juzgados, acosados por los Abogados Cristianos y otras especies intolerantes que, ¡vaya casualidad!, siempre encuentran un juez que los comprenda.
Le está pasando a no pocos humoristas a los que se les niega el derecho a tomarse en broma la vida y las costumbres y las creencias propias y ajenas. Por ridículas que sean.
Aunque cabe que haya aún gente con voluntad de resistencia. Después de todo, la arbitrariedad ya se daba entonces.
Ja era el autor de unas historias protagonizadas por una monja llamada Sor Angustias de la Crus, con las entrañas más negras que el hábito. Vivía en una residencia y disfrutaba maltratando a los ancianos.
Sor Angustias murió porque un día la revista recibió una llamada de un funcionario del Ministerio de Información. O se acababan esas historias o la revista sería cerrada. Lo peor es que podían hacerlo. Y que lo hacían.
Le sucedieron unas historias de vidas paralelas tituladas “Hombre rico, hombre pobre”. El rico podía ser un rey de un país de occidente, puesto en el cargo por un dictador; el pobre, cualquier reyezuelo del entonces llamado tercer mundo contra el que había licencia para ridiculizarlo.
Por mucho menos se han presentado denuncias en los últimos meses.
El Papus respondía a una consigna: “Ni Dios ni amo”, a la que Ivà añadía de vez en cuando “ni CNT”. Cuando lo decía, Usero reía. Alegre, como estaba casi siempre.
Un día Ivà llegó a la redacción con un póster que había comprado en algún lugar. Era de la época de la república y llevaba un lema: “La libertad no se da, se toma”. A Usero le encantó la imagen y la idea, pero me lo cedió. Está colgado en mi despacho.
Usero y sus compañeros de El Papus decidieron ser libres contra las ataduras que quisieron imponerles jueces, fiscales, funcionarios y algún que otro político que sostenía que criticar a la izquierda era hacer el juego a la derecha. ¿A alguien le suena?
Frente a denuncias, querellas, bombas; frente a todos los perseguidores de las libertades conviene mantener la consigna: ni Dios ni amo ni CNT.