El pasado 26 de julio se cumplieron 150 años del nacimiento del poeta Antonio Machado (Sevilla,1875 - Cotlliure,1939). Pero únicamente la académica Carme Riera ha recordado la relación del escritor con Barcelona cuando la retirada republicana.
Quizá porque uno de sus poemas decía: “Castilla miserable, ayer dominadora, envuelta en sus harapos desprecia cuanto ignora”. Ahora podría recitarse cambiando Castilla por Catalunya.
Barcelona forma parte de la Red de Ciudades Machadianas junto a Sevilla, Soria, Baeza, Segovia y Rocafort. Pero el poder anticultural de Catalunya odia a Machado.
Un talibán mediático llamó “intelectual brutal” al vendedor de seguros que presidió la Generalitat y promocionaba un brebaje alcohólico. Dijo tal sabio: “Machado sólo representa al exilio español, cuando hubo 150.000 exiliados catalanes”.
Otra eminencia es un boticario de ERC que fue consejero de Territorio de la Generalitat. Lo más destacado que ha hecho en política es pintarse las uñas, calzar chalecos chabacanos y gastar sonrisa postiza.
Siendo alcalde de Sabadell, propuso retirar la placa de la calle Antonio Machado. Su informe municipal consideraba que Larra, Goya, Góngora y Calderón tienen “valores franquistas”. Su lista negra de expurgados es una ignominia facho-cultural.
Otros que aborrecen a Machado son un valenciano que dirige un digital y sus sectarios. Le consideran “ciudadano enemigo de Catalunya”. E invitan a los franco-catalanes del sur de Francia a “escompixar (escupir y orinar) en la tumba de Machado”.
Tanto odio y venganza se deben a esta opinión de Machado: “De aquellos que dicen ser gallegos, catalanes o vascos antes que españoles, desconfiad siempre. Suelen ser españoles incompletos e insuficientes…”
El poeta leyó y ensalzó a Verdaguer, Maragall, Ausiàs March y Ramon Llull. Y situó a Catalunya en “Iberia”. Grave crimen. Tampoco han perdonado que Salvador Espriu titulase La pell de brau (La piel de Toro) para referirse a España.
La Sociedad Cultural Andaluza abonó una placa en el vestíbulo del Hotel Majestic para recordar la estancia forzosa del escritor y su familia. Años más tarde, el hotel le dedicó una suite de gran lujo en la planta nueve. Así traicionaron la sencillez del poeta.
Escribió Machado: “Barcelona es una ciudad magnífica, la primera de España, sin ningún género de duda. He notado también una cosa curiosa: que Barcelona se parece mucho más a París o a Sevilla que no a Madrid”.
“Egregia Barcelona”. “Perla del mar latino”. La elogió. La calle Machado no está en el Raval, el paseo de Gràcia ni en el de Sant Gervasi. Sino en el barrio de Verdum, alejada de donde vivió.
La medianoche 22 de enero de 1939, Machado y su familia marchan al exilio en Francia. Cerca de Argelès-sur-Mer, el Capitán Eulalio Ferrer, periodista catalán, le reconoce y cubre con su capote al poeta y a su madre. Le ve “demolido por la vejez”.
Carme Riera desea que la exposición Los Machado retrato de familia, inaugurada en Madrid y que ha pasado por Burgos, venga a Barcelona. Mientras, reconforta escuchar el disco que le dedicó Joan Manuel Serrat, también en Barcelona.
Vuelva la familia Machado y sea recibida con respeto y libertad. Para que a los catalanitos que han venido al mundo “les guarde Dios” y “una de las dos Catalunyas no les hiele el corazón”.