Todos parecen están de acuerdo sobre un tema: ¡Volem el Tramvia Blau! Esta semana hemos visto como, por fin, hay un acuerdo, un consenso total sobre la recuperación de un tranvía histórico de Barcelona que hizo su último trayecto el 28 de enero de 2018. Según la penosa página web que informa sobre la suspensión, el “Tramvia Blau, que data de 1901, es el superviviente de la antigua línea de tranvías de Barcelona”. 

Un superviviente que se redefinió como un medio de transporte turístico con un recorrido de 1276 metros en una buena subida hasta el Funicular del Tibidabo “rodeado de construcciones modernistas y novecentistas que dan paso a la naturaleza y a magníficas vistas de la ciudad”. Es un medio de transporte de paseo para turistas y barceloneses para subir al funicular y de ahí al Parque de Atracciones o llegar desde la Plaza Kennedy al CosmoCaixa, al templo del Sagrado Corazón, a la torre de comunicaciones de Collserola y al Observatorio Fabra. Sin olvidar aquel Loquillo, con sus Trogloditas, que veía Barcelona “en un viejo Cadillac segunda mano junto al Merbeyé, a mis pies mi ciudad”. 

Disculpen este momento sentimental y volvamos al grano. ¿Todos de acuerdo? Bueno, no del todo. El ayuntamiento cifra la reordenación de la avenida del Tibidabo, revisar la infraestructura, arreglar los vehículos y poner al día las cocheras, en 45 millones de euros y entre 4 y 6 años de obras. En este punto, todos se ponen estupendos y hablan por no estar callados apostando por la inmediata puesta en marcha de la línea como si eso no tuviera coste ni riesgos para la seguridad. 

Estaremos de acuerdo que esto está en un cajón desde hace demasiado tiempo y para impulsarlo hace falta voluntad política. Junts se refugia en un oportunismo barato exigiendo la puesta en marcha inmediata olvidando que, cuando mandaban, el tranvía era un desastre.

Los Comunes se atrincheran en que les falta un carril bici de subida. Supongo que será para ciclistas experimentados porque a una buena parte de barceloneses la “subidita” se les atragantaría bastante antes de llegar a la Carretera de les Aigües, a no ser que pusieran motor a sus bicis.

Por cierto, los Comunes ponen sordina a que el Tramvia Blau desapareció bajo su mandato. ERC, PP y Vox hablan de recuperar la historia y Dani Sirera puntualiza que “condicionar la vuelta del tranvía a una reforma urbanística que ni siquiera saben cuándo comenzará es un insulto a la ciudad y una demostración más de la falta absoluta de previsión”. 

En este punto, estaría bien recordar que Barcelona tiene los presupuestos prorrogados y que poner en marcha el tranvía sin una reforma de la vía me parece arriesgado. La Avenida del Tibidabo es muchos días una gincana para la circulación. El pavimento está deteriorado y la señalización mejorable tanto en el primer tramo hasta la Ronda de Dalt como el más empinado que llega a la zona de bares que abren la ruta del Collserola y el acceso al Funicular.

Jordi Martí, el líder eventual de Junts, habla de excusas y critica al consistorio, pero rehúye la clave: apoyar los presupuestos en los que se podría concretar un proyecto. Y como los Comunes esconde sus errores del pasado cuando Junts estaba más por el procés que por Barcelona. También el equipo de Gobierno debería ser más transparente y hacer una apuesta. Una especie de acto de contrición, de abanderar un proyecto que la ciudad quiere recuperar. 

La Asociación de Vecinos también tiene su opinión. Quiere el tranvía, pero no quiere ninguna remodelación porque no quiere carriles bici. Es respetable, pero sin una reforma integral poner en servicio el tranvía sería un fracaso y volveríamos a repetir los fallos que llevaron a su cierre. ¡Viva el Tramvia Blau!, pero con seny y, sobre todo, dinero.