El mundo de la política está envuelto de un cierto grado de hipocresía que entra del propio juego y es aceptado por parte de los ciudadanos y de los propios partidos políticos, pero todo tiene un límite. Muchas veces ese límite lo marcan los propios ciudadanos en función de su nivel de hartazgo, muchas veces condicionado por el contexto económico o social que se viva en aquel momento.

Muchos movimientos políticos surgen del fruto de ese hartazgo o como reacción en contra de algo o de alguien, por tanto, su origen no tiene un principio positivo y eso dificulta que esos proyectos puedan perdurar en el tiempo. Posiblemente, Ciutadans naciera fruto de ese hartazgo y como respuesta al bipartidismo del PP y del PSOE-PSC, pero después de 16 años de existencia ya no podemos decir que no sea un proyecto perdurable en el tiempo, al contrario, Ciutadans es un partido político instalado en el imaginario de la gente, ya sea en positivo o en negativo.

A nivel municipal, hay más factores que entran en juego al ser la política de proximidad, la del tú a tú, la de los pequeños detalles, y por tanto, muchas veces los votos se tienen que ganar de manera personal, superando la política de bloques con un proyecto de ciudad y lo más transversal posible. Posiblemente eso sea aplicable a todas las formaciones políticas, y es aquí donde entra la hipocresía. A medida que se acercan las elecciones municipales los nervios se acrecentan, para todos, y es el momento donde es más fácil desenmascarar a esos partidos, sus propuestas, su forma de actuar y medir el grado de hipocresía de cada uno.

Si analizamos el escenario de Barcelona, posiblemente el partido más hipócrita de todos sea el PSC, y claramente se está viendo a medida que se acercan las elecciones. Intentan hacernos creer que se puede gobernar con Colau, y a su vez, hacerle oposición. Existe la posibilidad más que factible que el PSC no termine el mandato dentro del gobierno municipal, ya sea porque se van ellos o porque  han sido expulsados por Colau, mediante el paripé de una asamblea, no sería la primera vez. Si algún programa municipal carece de ningún tipo de credibilidad es precisamente el del PSC, tienen la gran habilidad de decir la misma cosa y la contraria al mismo tiempo, y tenemos muchos ejemplos de ello; estoy a favor de la ampliación del aeropuerto del Prat, del Hermitage, de permitir la actividad de los hogares compartidos, y en cambio son capaces de votar, en comisión o en pleno, todo lo contrario.

Eso sí, hay que reconocerles una cosa, tienen la capacidad de generar confianza a los votantes, que a pesar de todas las veces que los han engañado, siguen confiando en ellos y votándoles. A veces da que pensar que como sociedad, a veces, tenemos lo que nos merecemos. Incluso esa práctica es trasladable a nivel autonómico, seguimos esperando que Salvador Illa se presente a la investidura, o por no hablar de los miles de engaños y mentiras de Pedro Sánchez, en un ejercicio maestro del trumpismo. A pesar de ello, nosotros no podemos dejar de desenmascarar estas prácticas y intentar que los ciudadanos comprendan que no es bueno ser permanentemente engañados, y avanzar posibles escenarios. Nosotros estamos convencidos de que se va a producir esa ruptura entre Colau y PSC, solo falta buscar el motivo, el momento adecuado y una buena escenificación, más propia de algún capítulo de “Se ha escrito un crimen”.

Otras formaciones que supuestamente pretenden unir el constitucionalismo, en realidad lo único que han conseguido es unirse a Colau, PSC y ERC aprobando sus ordenanzas fiscales y sus presupuestos, a cambio de nada, y por tanto, no han entendido que las elecciones municipales se reducen en la necesidad de acabar con el colauismo instalado en la sala de máquinas del Ayuntamiento.

Ciutadans tenemos claro el objetivo, sabemos que la mejor forma de decirle sí a Barcelona, es diciéndole no a Colau, PSC, ERC y todos aquellos que de una forma u otra avalan sus políticas que están llevando la decadencia y la degradación a la ciudad. Por ello, somos el único grupo de todo el Ayuntamiento que en todo el mandato no hemos apoyado ni las ordenanzas ni los presupuestos, y por tanto, la única alternativa creíble y garantía del fin del colauismo.

Tenemos un modelo de ciudad distinto, un proyecto diferente, transversal, que supera la política de bloques, realizado con los ciudadanos y no a sus espaldas, basado en la coherencia de nuestros actos y en la política de proximidad, pisando la calle, los distritos y los barrios, revolucionario en muchos aspectos, que puede gustar más o menos, pero que huye de la hipocresía del resto. Ese es el proyecto que estamos ofreciendo y que queremos y vamos a ofrecer a los barceloneses para iniciar una verdadera revolución y un verdadero cambio, acabar con el colauismo y con aquellos que lo mantienen y le dan aire. Ese es nuestro compromiso con Barcelona.