La campaña electoral ya está en velocidad de crucero con algunas tendencias claras. En las últimas encuestas se muestran dos posibles duelos, entre Ada Colau y Jaume Collboni o entre Collboni y Xavier Trias. Y el alcaldable socialista surge como ganador, por poco, pero ganador. Queda por delante casi dos semanas enteras, con debates televisivos incluidos y numerosos actos sectoriales. La cuestión es que los diferentes candidatos se han pronunciado ya sobre los pactos postelectorales, con lo que ellos llaman como “líneas rojas”.

Xavier Trias ha comenzado a verbalizar que la situación será difícil para su partido, JxCat. Necesita, dice él mismo, una victoria ampliar para que quede claro que él deberá ser el alcalde, sin acuerdos que lo puedan arrinconar. Insiste en que no será candidato si no gana, y que en segunda posición no intentará ninguna maniobra con otras fuerzas políticas. En su hoja de servicios puede exhibir que en 2015, cuando perdió por poco frente a Ada Colau no intentó nada, y se apresuró a felicitar en la noche electoral a la candidata de los comunes, ante el estupor de los suyos propios y de dirigentes de partidos como el PP, que esperaban alguna propuesta para lograr un gobierno municipal alternativo.

Trias insiste en que él no buscará ser alcalde, si no queda primero. Otra cosa es la política de pactos que pueda trazar su partido, y que promueva él mismo. Y aquí es donde jugarán otros factores que deben enmarcarse en la política española. Siguiendo con Trias, el alcaldable de JxCat ha señalado que su modelo es muy simular al de Collboni, en relación a las propuestas económicas para la ciudad. ¿A qué suena todo ello?

Las encuestas han marcado una tendencia, pero no todas son iguales. Y las pequeñas diferencias que muestran pueden ser definitivas. Es decir, ¿puede suceder que Collboni gane por poco y no sume los 21 concejales necesarios para tener la alcaldía con los comunes? ¿Puede suceder que sí sume con los concejales de JxCat y los dos o tres que logre el PP?

Es lo que ha marcado el sondeo de GAD3 de Narciso Michavila, que se considera uno de los expertos demoscópicos más serios. Puede haber otras combinaciones, claro, y dependerá ahora de lo que trabajen los respectivos candidatos en determinados electorados, sabedores ahora de los puntos más débiles que tienen en determinados sectores y barrios.

Pero se abre un campo distinto, que nos lleva a la Moncloa, a la necesidad que pueda tener Pedro Sánchez para atar a distintos socios de cara a las próximas elecciones generales. Y aquí puede llegar un nuevo actor que estaba desaparecido. Lo señaló la politóloga Astrid Barrio en Metrópoli, al lanzar la idea de que JxCat quiera actuar, por fin, en el Congreso como una fuerza política útil.

JxCat está dividida, tiene un lío importante, porque mientras unos quieren aterrizar lo antes posible, como el mismo Trias o el ex consejero Jaume Giró, o el candidato en la lista de Trias, Ramon Tremosa, otros se agarran a las faldas de Laura Borràs para mantener la bronca con el Estado.

Pero la grieta ya se ha abierto y se hace cada día más grande. JxCat tiene unas ganas tremendas de gobernar y ejercer de partido institucional. En ese caso, con esas similitudes en el programa económico, y teniendo en cuenta las convicciones de Trias, JxCat ofrecerá sus votos a Jaume Collboni, si este gana los comicios. Eso supondría que ni los comunes ni ERC tocarían bola en el Ayuntamiento de Barcelona en el próximo mandato. ¿Se lo puede permitir Pedro Sánchez de cara a las elecciones generales?

Sánchez ha demostrado que es un pragmático. Sigue en el poder. Es duro de pelar. Ha superado una pandemia, una guerra en Ucrania, la impericia de su socio a la hora de legislar leyes comprometidas, la bronca permanente de los barones socialistas que no lo pueden ni ver….¿Puede cambiar de caballo si se encuentra con un potencial socio en el Congreso que quiera emular a la antigua CiU?

No lo decidirá solo. El PSC de Salvador Illa pinta mucho. Y los socialistas catalanes quieren que otros actores entren en el escenario, poco a poco, con ellos en el centro. Por todo ello la batalla de Barcelona puede marcar una nueva época.