Fernando Évole

El country manager de Cines Yelmo, Fernando Évole, ha cerrado el histórico cine Comèdia, esquina paseo de Gràcia con Gran Via. Allí donde hubo un ombligo de arte, cultura y cine. Sucumbido por la falta de viabilidad de las salas de proyección en tiempos de las plataformas de streaming, Ramón de España alega en su disculpa: “no hay nada raro en preferir ver las películas en casa”, y señala las incomodidades de los cines desaparecidos, ahora tan añorados y antes tan vacíos. Évole ha declarado que su cadena de cines Yelmo ha sufrido un “deterioro paulatino muy notorio” y que el cierre del Comèdia, palacio de cuando la ciudad de los prodigios, “se debe a la finalización del contrato”.

Todo cierto como atenuantes,aunque suena raro cuando hace un año el propio mánager lucía su optimismo y su apuesta por Barcelona cuando comenzó a gestionar las salas de cine de Westfield La Maquinista o cuando cerró el pasado verano los cines Icària. Aunque ya vaticinaba la desaparición de las salas si no recibían ayudas públicas. Muerto el Comèdia, la consellera de cultura de la Generalitat ha pedido cita al Ayuntamiento: “para ver si hay alguna posibilidad de salida del cine Comedia”, al que calificó de “gran pérdida del equipamiento cultural histórico”. En misa y repicando a funeral, la consellera que dilapida millones en asuntos innecesarios y ridículos cava la fosa empresarial de Évole. Tal vez no supo adaptarse o reaccionar ante tiempos tan adversos. Pero no merece el castigo ni la pena de soportar a tan oportunista autoridad.