Tomàs Llompart i Coll, codirector general de la Cooperativa Suara
Cualquier empresario quiere que la empresa que ha fundado o que dirige obtenga beneficios. Las cooperativas, sin embargo, deberían regirse por prioridades distintas. Tomàs Llompart i Coll, codirector de la Cooperativa Suara, parece no entenderlo.
La empresa que dirige mano a mano junto a su socia Laura Peracaula parece más centrada en generar dinero que velar por las condiciones laborales de la plantilla. Lo extraño, es que una de sus fuentes de riqueza, además de las numerosas adjudicaciones públicas que consiguen, venga directamente de sus propios trabajadores.
Y es que la cooperativa 'obliga' a que parte de sus trabajadores se hagan socios cuando van a alcanzar el año en la empresa. La alternativa es quedarse sin trabajo. Pero hacerse socio, por otro lado, conlleva pagar la friolera de 8.000 euros. El sindicato CGT ya ha puesto la situación en conocimiento de Inspección del Trabajo. La empresa asegura que los empleados están informados de este proceder, algo que niega el sindicato.
Y ¿Cómo lo pagan? Porque no todo el mundo tiene 8.000 euros en su cuenta bancaria. La empresa ofrece la posibilidad de capitalizar el paro y que, mes a mes, se descuente parte de la nómina de los empleados hasta saldar esta especie de 'deuda' que contraen.
El mismo sindicato explica que muchas de las trabajadoras aceptan, pues la alternativa es verse en el paro. Esta es una de las fuentes de enriquecimiento de Suara, tener a sus empleados como inversionistas obligatorios. Algo que ha levantado las sospechas en el sindicato, que cree que se podría estar incurriendo en una situación de fraude.
Siendo una entidad que se dice 'social', los dos codirectores de la cooperativa harían bien en centrar sus esfuerzos en promover un ambiente y condiciones de trabajo que no rocen la línea de la legalidad.