Verano en el Raval: ¿Qué problemas de inseguridad sufren los vecinos?
Vecinos del centro relatan cómo están viviendo estos meses de extremo calor en uno de los puntos más conflictivos de la ciudad
5 agosto, 2022 00:00Noticias relacionadas
Es mediodía en el Raval y la acumulación de orines en la calle Vistalegre provoca un desagradable olor. A Júlia Grima (68 años) le toca convivir este verano con este hedor al que no se acostumbra. La suciedad es la principal preocupación de esta residente del corazón de Barcelona, pero no es la única. Denuncia la "desaparición" de los vecinos de toda la vida y apunta a los problemas de inseguridad que sufren los habitantes de Ciutat Vella. Explica que han agredido a personas de su entorno para robarle. Su calle es uno de los puntos negros actuales del trapicheo en la ciudad. La venta de dosis se produce a todas horas desde un bajo okupado desde hace unos tres meses.
Metrópoli ha sido testigo del trajín de los compradores en este local. Cuatro personas entran o salen del edificio en apenas 10 minutos. "Es un barrio con mucha vida. Hay mucho turista y es muy goloso, pero se está convirtiendo a marchas forzadas en un barrio para los turistas. La gente del barrio va desapareciendo por aburrimiento, el miedo, la suciedad y la fama que tiene", describe la mujer. Sin embargo, Júlia vive "muy tranquila" en un barrio al que se ha "acostumbrado" porque, entre otras cosas, dice, "nunca te sientes sola".
"LA GENTE NO CUIDA NADA"
En el cruce de Vistalegre con Carretes, Laura Burbaite pasea su perro enfundada en ropa deportiva. Vive en el barrio desde hace dos años y ya ha dicho basta. "Ya no puedo más. Con los yonkis y borrachos nunca te sientes en paz saliendo de tu casa. Me voy a mudar", explica esta mujer de 40 años. La combinación de inseguridad y suciedad que percibe esta vecina la han asfixiado durante la pandemia. "El barrio es muy sucio. La gente no cuida nada, no recicla. No hay suficientes basuras. Está lleno de ladrones que te intentan robar aunque vivas en el barrio", relata.
La Guardia Urbana, primero, y los Mossos d'Esquadra después, pronosticaron un verano caliente tras dos años de restricciones por la pandemia. La llegada masiva de turistas ha propiciado una vuelta total a la normalidad que conocían los residentes del centro de Barcelona. Las cifras delictivas aun están lejos de 2019, cuando se batieron los registros de robos con violencia y homicidios, pero el consejero de Interior, Joan Ignasi Elena, admitía hace unas semanas un "aumento de la percepción de inseguridad" entre la ciudadanía. Según subrayaba el 7 de julio tras la Junta Local de Seguridad de Barcelona, entre enero y mayo de este año los robos con violencia cayeron un 17,5% respecto al mismo período de 2019.
ROBOS DE RELOJES
Desde su farmacia, Anna ha presenciado numerosos episodios de robos con violencia. En muchos casos el objetivo son los relojes de alta gama que llevan los turistas. "Se colocan aquí en grupitos de cuatro o cinco. Uno controla y cuando ven a turistas con un reloj caro se tiran todos encima de él. No tienen miramiento y ocurre a diario", asegura. En ocasiones la policía los detiene, pero pocos días después los vuelve a ver en la calle desde su local, ubicado cerca de la rambla del Raval. Esta trabajadora admite que los tirones ya ocurrían antes de la pandemia, pero que ahora es "horroroso".
Gustavo Eguía regenta un negocio de comida para llevar desde hace 10 años. Percibe que la gente pasea por esta zona del Raval "con mucho cuidado", escondiendo sus cámaras y objetos de valor, aunque los robos se siguen produciendo. "Son más al descuido, no tan agresivos. Los ladrones no llevan armas como cuchillos, pero hay una inseguridad constante", afirma.
MENOS BOTELLONES
Este pequeño empresario apela al "punto canalla" del barrio para justificar el ambiente festivo de noche con "bares hermosos y cuidados" que le dan "calor" a la zona. Sobre la inseguridad asegura que "no es peor que en otros lados". Explica que la policía controla más los botellones y admite la difícil convivencia entre vecinos y bares de copas. "Es una zona de ocio nocturno y es inevitable que haya gente y movimiento. Movimiento también comercial que a algunos puede que no es guste. Por eso hay tiranteces con los vecinos y los bares", reconoce.
Júlia considera que la pandemia ha empeorado ciertas circunstancias. "Todo afecta, a nivel emocional, miedos e inseguridades". Cree que la gente está más agresiva. "Se discute por cualquier cosa", cuenta. Yasmina Albertos nació en el Raval hace 30 años. Hace unos meses abandonó el barrio cansada de la situación de inseguridad. "Me he ido del barrio porque da asco. Depende de a qué horas y zonas sean no puedes pasear tranquilamente. Es una lástima porque es el centro de la ciudad", comenta.