La serenidad de Valverde y la clase y voracidad de Messi alimentan a un Barça que se crece en la adversidad. Ni el fiasco de la Supercopa, ni la nefasta planificación deportiva ni la lesión de Dembélé penalizan a un equipo que ha recuperado la autoestima, liberado del manual y la alta exigencia de Luis Enrique. Contra el Eibar (6-1), el técnico acertó con las rotaciones y su estrella completó otra actuación estratosférica con cuatro goles que certifican un inicio de temporada demoledor. El pleno al 15 premia la metamorfosis azulgrana.
Valverde agitó el equipo con seis cambios respecto al equipo titular de Getafe. Con Semedo, Mascherano, Digne, Paulinho, Deulofeu y Denis, al Barça le costó profundizar ante un Eibar muy bien posicionado. El buen planteamiento de Mendilibar, sin embargo, se desmoronó con el dudoso penalti señalado a Semedo que transformó Messi.
El Barça puso el piloto automático y persistió en su fútbol asociativo. Iniesta y Messi desequilibraban entre líneas, pero la sentencia llegó tras un córner botado por Denis Suárez que cabeceó Paulinho. Poco participativo en el juego, al brasileño nadie puede cuestionarle su pegada y ya suma dos goles en la Liga. Los mismos acumula Denis, autor del tercer tanto en los inicios del segundo acto.
El Eibar ni tan siquiera logró conectarse al partido con el gol de Sergi Enrich. La respuesta inmediata de Messi, demasiado cruel para el grupo guipuzcoano, fue muy celebrada por la hinchada azulgrana, que vivió una jornada muy plácida y, al mismo tiempo, reivindicativa. Contra el Eibar tampoco faltaron los cánticos ni las pancartas a favor de la independencia de Catalunya, señal de que algunas cosas no cambian en el Camp Nou.
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