Dos niños leyendo libros en un bosque / Freepik

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Vivir en Barcelona

Érase una vez...

Contar cuentos como adulto es una aventura tierna y entrañable

12 noviembre, 2020 09:30

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Cuando leemos podemos ser ogros, podemos ser brujas, dragones, árboles, o setas. Podemos volar, sumergirnos en el fondo del mar y saltar por encima de las nubes. Podemos vivir en una cabaña, dentro de un árbol o en una estrella y también podemos escondernos del lobo…

Muchos de nosotros leemos un cuento a nuestros hijos antes de ir a dormir, forma parte del ritual de relajación y es un momento especial entre papá/mamá e hijo.

Pero no debemos hacerlo sólo antes de ir a dormir, hay que leer cuentos y dejar que los lean, los toquen, los manipulen a todas horas, deben estar a su alcance. Los cuentos ayudarán a que nazca el hábito de la lectura y cuando crezcan les absorberán para que puedan consolidarlo. Pensad que el mundo de las pantallas es mucho más adictivo y menos beneficioso que los libros, así que hay que empezar pronto para que puedan adentrarse en ellos.

Un hombre sujeta un libro en una librería de Barcelona este jueves / EFE

Un hombre sujeta un libro en una librería de Barcelona este jueves / EFE



Cuando contamos un cuento leemos juntos y crece el vínculo afectivo. También se transmiten valores: respeto, generosidad, sinceridad, bondad, humildad, amistad… y la capacidad de ser críticos. Las historias y dibujos ayudan al desarrollo emocional del pequeño, fomentando la empatía, entender los diferentes puntos de vista y la propia comprensión y expresión de los sentimientos.

“¡Cuéntame otra vez el mismo cuento! “

¿Por qué sucede les gusta que les contemos un cuento una y otra vez? En un entorno donde los peques se sienten cómodos, la seguridad de conocer lo que va a suceder y anticipar las situaciones fortalece su confianza, y a su vez, la autoestima. No desaproveches la ocasión de repetir y repetir.  

Pero los libros no son solamente un tesoro en el desarrollo emocional, a nivel cognitivo se trabaja la memoria, la creatividad, la imaginación. Estimulan la capacidad visual y las habilidades de escucha y atención se ponen en práctica. También se mejora su comprensión lectora, el vocabulario, la escritura y la expresión oral.

Dos personas en una librería con una estantería plagada de libros / ARCHIVO

Dos personas en una librería con una estantería plagada de libros / ARCHIVO



Los cuentos nos dan ejemplos de cómo aplicar las habilidades sociales: cómo ser un buen amigo, solucionar conflictos, pedir ayuda... Y nos enseñan a resolver problemas de la vida cotidiana, se favorece la comunicación y la capacidad de entender a los otros. En el mundo de los cuentos se propicia un universo simbólico donde el niño consigue crear significados a través de imágenes y palabras.

Los libros siempre beneficiarán al niño, al vínculo entre padres e hijo y le enriquecerán tanto a nivel cognitivo como su mundo emocional. No hay razón para privarnos de ellos así que…

Colorín colorado, este cuento… aún no ha empezado