Indignación en los bares de Barcelona: la reacción del sector ante las nuevas restricciones
Hosteleros del centro de la ciudad se muestran contrarios a las medidas que impone la Generalitat y plantean la necesidad de un cierre que vaya más allá de la restauración
18 diciembre, 2020 21:51Noticias relacionadas
“Es una declaración de guerra”. Así ha definido el Gremi de Restauració de Barcelona la aprobación de un nuevo paquete de medidas que afectan a la hostelería, después del alarmante repunte de casos de Covid-19 en toda Cataluña. A partir del próximo lunes, día 21 de diciembre, los establecimientos podrán abrir tan solo en dos franjas horarias, que van de las 7:30 a las 9:30 de la mañana y de las 13:00 a las 15:30 de la tarde, para servir desayunos y almuerzos. Entre las 19:00 y las 22:00 podrán entregar comida para llevar, y el servicio a domicilio se alargará hasta las 23:00 horas. En los bares y restaurantes del centro de la capital, la sensación es de hastío.
BAR CAMPEÓN: "NO DA PARA MANTENER LOS SUELDOS"
Cuando todavía no hace un mes que los restauradores catalanes reabrieron sus negocios, la Generalitat impone ahora nuevas restricciones que ahondan todavía más en un sector ya muy tocado por la pandemia. En el bar Campeón de la calle Diputació, en el cruce con Pau Claris, la propietaria lamenta que la reducción de la jornada pone en riesgo su capacidad de pagar las nóminas. “No me da para mantener los sueldos, no puedo tener a una serie de gente trabajando si no hay ingresos”, explica Montse, que cuantifica en 15.000 euros las pérdidas desde el inicio de la crisis sanitaria. “Durante dos meses tuvimos que poner dinero de nuestro bolsillo, aún tenemos a una trabajadora en ERTE completo y los demás a la mitad, de una plantilla de seis personas. Además, como somos un negocio familiar, hay dos de nuestros sueldos que no entran desde julio porque así lo decidimos”.
A pesar de su enfado con la decisión del Govern, la dueña del Campeón se muestra partidaria de las restricciones. Aunque, señala, deberían ser otras. “Estoy de acuerdo con que se tomen medidas si la gente está muriendo, pero con esto de hoy solo nos perjudican al bolsillo. Yo habría dejado el take away y las terrazas, desde luego, con vigilancia. Sé que es difícil, porque la gente es inconsciente, pero eso nos ayudaría. Esto que nos han hecho es de tener muy mala pata. Antes podíamos ir haciendo… ya no”, suspira. No se resigna y espera que la situación mejore próximamente. “Seguiremos para adelante, seamos positivos”.
EL RACÓ DE LLÚRIA: "ESTO ES UN PARCHE, QUE LO CLAUSUREN TODO"
La idea de aplicar restricciones, pero de un modo distinto, es compartida por otros trabajadores del sector. Como Germán de El Racó de Llúria, en la calle Roger de Llúria número 41. “Yo lo resumiría en una falta de huevos. O cierras o no. Si de verdad hace falta, por salud, pues que lo clausuren todo. Pero no solo los bares. Que lo hagan con las tiendas, las oficinas… todo”, exige desde la tarima de su local. “Cerrando solo la hostelería no va a bajar la curva. Los clientes que quieran venir vendrán igual pero más concentrados en las franjas horarias que les dejen ¿Con los centros comerciales llenos no se contagia nadie? O en Navidad, juntándonos todos en las casas. Lo que tenía que hacer el Govern era salir y decir que este año las Fiestas no se celebran. Pero esto de ahora es un mal parche, una mierda”, lanza visiblemente enojado. “Tienen miedo porque hay elecciones el 14 de febrero. No quieren cabrear a nadie y al final van a cabrear a todos”.
“Han avisado hoy. Los que necesitan género para Navidad ya lo han comprado. Nadie espera al día 23 para las menús del 24 y 25 de diciembre. Las neveras ya están llenas y ahora por la noche no se puede abrir. ¿Qué se hace con todo eso, se tira? Es una locura. Para el cierre anterior pasó igual, avisaron dos días antes. Nosotros teníamos las neveras a tope. Lo que pudimos lo llevamos a casa, el resto se perdió”, recuerda.
“Si es por salud no me opongo. Los expertos que salen por la tele dicen que hay que cerrar. Pues entonces vayámonos todos a casa y hagámoslo bien. Restauración, comercio… todo el mundo. Un mes, dos o los que hagan falta. Pero hay que hacerlo bien y cuando baje la incidencia reabrir poco a poco, si se puede. De momento solo acusan a la hostelería, nos ponen en el ojo del huracán. Estoy muy cabreado”, continúa Germán.
50.000 EUROS EN PÉRDIDAS
Disgustado porque cree que su sector es uno de los que más carga con la responsabilidad, le indigna también la falta de ayudas de la administración: “Nos hacen cerrar pero no luego hay recursos para subsidios. A mí me han dado 1.500 euros a fondo perdido. Yo solo en autónomos y Seguridad Social he pagado 3.000 euros en noviembre. ¿Qué ayuda es esa? Llevamos diez meses perdiendo dinero, 50.000 euros desde marzo. Ya estamos tirando de ahorros. Cuando se acaben, bajaremos la persiana”. Calcula que podrá aguantar cuatro meses más. No se aventura a predecir qué ocurrirá después con su negocio si no puede volver a la actividad y la administración no le echa una mano.
“¿No nos pueden dar dinero? Pues que dejen de cobrar. Ni autónomos, ni Seguridad Social… Después del primer cierre abrimos al 50%. Ahora al 30%. Los impuestos, siempre al 100%. Ni ampliar la terraza me dejan. He reclamado poner más mesas afuera, respetando la distancia de seguridad. Pero el Ayuntamiento dice que no, que la acera no es suficientemente ancha. Al bar de abajo y al de arriba sí, pero a mí no. Ellos tienen ocho y 11 mesas, yo una. ¿Cuál es el criterio?”, protesta.
TABERNA DE LA RONDA: "¿EN EL TRANSPORTE NO NOS CONTAGIAMOS?"
Tres calles más abajo, en la Ronda Sant Pere, en el tramo que va de la plaza de Catalunya a Urquinaona, la Taberna de la Ronda se mantiene abierta aunque aguantando la respiración. “No puedo decir lo que pienso porque es muy fuerte”, se exclama Remedios, la dueña, tras enterarse de las nuevas restricciones. “Con los nuevos horarios nos fuerzan a deshacernos de parte del personal. Antes de la pandemia éramos 10. Ahora somos seis. Y los tengo porque el bar es grande y no puedo llevarlo con menos personas, pero no sé qué haremos a partir de este momento… Algunos son padres, tienen una familia que mantener”. A dos de sus trabajadores se les acabó el contrato hace unos meses, otros dos llevan en ERTE desde marzo.
El local está situado junto a El Corte Inglés y abre siempre que lo hacen los grandes almacenes. “Si ellos cierran nosotros cerramos. Los domingos que ellos abren nosotros abrimos. Durante el mes y pico que nos dejaron abrir para la comida para llevar, aquí trabajamos solo dos. No nos salía cuenta pero teníamos que dar el servicio. Llevamos 24 años y la gente es clienta”, expone. Si no hubiese mantenido parte de la clientela, tiene clarísimo que su situación sería ahora todavía peor. Aun así, cualifica las pérdidas desde principios de año de “incalculables”.
“Las medidas son las que son y las respetaremos, no nos queda otra. Pero mejor nos iría si los que mandan tomasen otras decisiones. Por ejemplo, creo que sería mejor decir que hay que cerrar 15 días y hacerlo. Pero las medias tintas, no. Todos los contagios no vienen de la hostelería. Si el transporte público va lleno de gente, todo el mundo está en la calle, también en las oficinas… ¿es que ahí no nos contagiamos?”, se pregunta. “Esto es una pandemia, nadie tiene culpa. Hay que aceptarlo como sea. Los políticos tampoco toman las decisiones porque sí, pero se debería hacer de otra forma”.