La calidad del aire de Barcelona es de las peores de toda la UE, según se desprende del visualizador europeo para comprobar los niveles de contaminación atmosférica a largo plazo de punta a punta del continente. De entre las urbes de más de 500.000 habitantes, la capital catalana es la octava en obtener la nota más mala.
Esta herramienta, elaborada por la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA), analiza los niveles medios de partículas finas –las conocidas como PM2,5– durante los dos últimos años naturales, esto es el periodo 2019-2020. La OMS establece que la calidad es buena si está por debajo de 10 microgramos por metro cúbico de aire. Hasta 15 microgramos, la calidad es moderada; desfavorable si está entre 15 y 25 microgramos; y muy desfavorable si supera el valor límite de 25 microgramos por metro cúbico fijado por la UE. Barcelona está en 16,6 y cuenta con una calidad del aire desfavorable.
LA ÚNICA CIUDAD ESPAÑOLA DE LA LISTA
La lista completa de ciudades con peor calidad del aire en la UE, teniendo en cuenta los valores de PM2,5, queda de la siguiente forma: Cracovia, Silesia, Milán, Turín, Lodz, Poznan, Varsovia, Barcelona, Bucarest y Breslavia (cinco ciudades de diez están en Polonia, debido a la alta dependencia que este país tiene del carbón). Por el contrario, las urbes de más de 500.000 habitantes con mejor calidad del aire son Estocolmo, Helsinki, Gotemburgo, Génova, Dublín, Hanover, Leipzig, Madrid, Toulouse y Burdeos. De hecho, Barcelona es la única ciudad española que aparece en rojo en el ranking de la AEMA, mientras otras grandes ciudades como Madrid, Bilbao o Zaragoza lucen la etiqueta verde por sus bajos índices de partículas finas y València tiene el naranja por tener un nivel moderado.
CONSECUENCIAS DE LAS PARTÍCULAS FINAS
Las PM2,5 son el contaminante atmosférico que más muertes prematuras y patologías provocan, principalmente enfermedades cardiovasculares y respiratorias. A pesar de la mejora de la calidad del aire durante la última década en Europa, según la AEMA la exposición a las partículas finas estuvo detrás de la muerte prematura de 417.000 personas en 2018 en 41 países del continente.
En el caso concreto de Barcelona, según un informe del Instituto de Salud Global (ISGlobal) del pasado mes de noviembre, se podrían evitar 3.700 muertes prematuras cada año en el área metropolitana reduciendo la contaminación.
Hace poco más de 10 días, el 16 de diciembre, la Generalitat activó precisamente un aviso por contaminación atmosférica que se mantuvo hasta el 23 de diciembre en una cuarentena de municipios del área de Barcelona, con el fin de reducir las emisiones contaminantes y evitar así un episodio ambiental.
LA CRISIS SANITARIA, ¿UNA OPORTUNIDAD?
Desde la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), la investigadora Mar Satorras afirma que el modelo de transporte posterior a la pandemia puede resultar una "amenaza" para la ya diezmada calidad ambiental barcelonesa. Una realidad que vendría dada "por el aumento del vehículo privado", expresa. Aunque considera que la crisis sanitaria puede servir también para transformar el modelo, de forma que incluya la transición ambiental. "El experimento en masa del teletrabajo se podría consolidar, y la ampliación del espacio para peatones y bicicletas y de las fórmulas innovadoras de transporte colectivo podrían hacer que la movilidad fuese más sostenible", reivindica.
PEAJE URBANO Y REFUERZO DEL TRANSPORTE PÚBLICO, POSIBLES SOLUCIONES
Ecologistas en Acción prepara ahora un plan de medidas dirigidas precisamente a reducir esta contaminación, que pretende presentar próximamente al Ayuntamiento. Una de sus portavoces, Maria Garcia, denuncia que Barcelona no ha hecho una "apuesta por la movilidad sostenible", como sí han hecho otras urbes europeas, y recuerda que la capital catalana es la ciudad con más densidad de vehículos de todo el continente, incluso por encima de París y Londres. Entre las medidas que propondrán está la aplicación de un peaje urbano, como el que existe ya en cerca de una veintena de ciudades europeas y que en Estocolmo ha servido para reducir el tráfico en un 30%. "Sería de pago diario para disuadir del uso del vehículo. También contemplaría excepciones por renta o trabajo", explica.
Silvina Frucella, de la plataforma AireNet, comparte parte del diagnóstico. "En el centro de la ciudad, en distritos como el Eixample, el principal problema son los coches. El modelo de turismo de cruceros también influye. Pero hay otras zonas, por ejemplo en el área del Fòrum, donde la contaminación es de origen industrial. Ahí las empresas Tersa, Endesa y Naturgy son responsables de más de un tercio del óxido de nitrógeno emitido", señala.
Con todo, el tráfico rodado provoca el 60% de emisiones contaminantes en Barcelona y se sitúa así como la primera fuente de contaminación en la ciudad, tal y como indica el Ayuntamiento en este documento sobre la calidad del aire [pulsar aquí]. Por este motivo, Frucella indica: "La solución no pasa por los coches. Por supuesto que es mejor uno eléctrico, pero mientras esa electricidad se genere con energía tradicional, continuará contaminando. En este sentido, reforzar la red de transporte público es fundamental. También mejorar la frecuencia de trenes, evitar la retirada de peajes e instalar hubs a las afueras donde aparcar y tomar el transporte público. Todo para conseguir que entren cada vez menos coches en la ciudad".
LA IMPORTANCIA DE TENER EN CUENTA OTROS INDICADORES COMO EL NO2
Sobre el estudio concreto de la AEMA, Ecologistas en Acción recuerda también la importancia de otros indicadores como el NO2 para valorar la calidad del aire de una ciudad, que en este caso no se tienen en cuenta. Si se tomase como referencia este contaminante, Barcelona escalaría del octavo al sexto lugar, mientras que Madrid dejaría de tener una etiqueta verde y encabezaría la lista como la gran ciudad más contaminada de la UE. La seguirían Amberes en segunda posición, Turín en tercera, París cuarta y Milán sería la quinta urbe más contaminada.