Casino de la Rabassada: lujo entre las ruinas
Inaugurado en 1911, acogió a la flor y nata de la burguesía barcelonesa y fue símbolo del lujo de la ciudad en plena expansión económica
15 abril, 2022 00:00Noticias relacionadas
“Establecimiento de primer orden, a 400 metros sobre el nivel del mar y rodeado de frondosos bosques. La situación topográfica, desde el punto de vista pintoresco y sano, no tiene rival en Europa”. Así anunciaban los folletos de principios del siglo XX el Gran Hotel Casino de la Rabassada, Nadie lo diría al ver los restos de lo que fue la entrada, al borde de la carretera de la Rabassada, con sus deterioradas decoraciones neoárabes, inspiradas en los alicatados de los Reales Alcázares de Sevilla. Tras la puerta se extienden 10,68 hectáreas de terreno que sus propietarios mantienen como reserva forestal.
SEDE DE LA BURGUESÍA BARCELONESA
Sí, lo sé, pertenece a Sant Cugat, pero acogió a la flor y nata de la burguesía barcelonesa y fue símbolo del lujo de una Barcelona en expansión. Era propiedad de la Sociedad "La Rabassada". El proyecto empezó en 1899 con la construcción del hotel, decorado por el taller del pintor francés Edmond Lechavallier Chevignard. En 1911, se amplió con el casino, proyectado por Anderu Audet i Puig. También contaba con una zona de atracciones y un lago artificial con barcas. Más de 300 invitados asistieron a la inauguración, el 15 de julio de ese año-
Pero el declive no tardó en llegar: en 1912 el gobernador prohibió el juego. Recuperó cierto impulso con la Exposición Internacional de 1929, pero Primo de Rivera volvió a prohibir el juego ese mismo año, lo que provocó el cierre progresivo de las actividades hasta 1930. Durante la guerra civil se utilizó como refugio y como cuartel, hasta su derribo en 1940.
UN LUGAR LLENO DE LEYENDAS
Hoy sólo quedan en pie los restos del mirador, los taludes y túneles del Scenic Railway. Fosas, arcos, fuentes, trozos de escalinatas... En lo que fue la caseta del transformador, se conserva el muro de cinco metros cubierto de ladrillos y estucado a modo de sillares acolchados, rematado por una cara femenina esculpida que hace de ménsula y sostiene lo que fue un balcón mirador. Más allá, se abre un camino abrupto que conduce a algunas habitaciones medio destruidas y también a alguna que otra leyenda.
Aquí va una: se decía que el casino contaba con una habitación preparada para acoger a aquellos que se querían quitar la vida después de arruinarse.
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