El turismo en Barcelona, ¿debe subir el precio del gin tonic?
Eduard Torres, presidente de Turisme de Barcelona, y el economista Miquel Puig debaten sobre la situación del sector en tiempos de inflación
11 julio, 2022 00:00Noticias relacionadas
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¿Hay que subir el precio del gin tonic en Barcelona? El turismo en Barcelona y en el conjunto de Cataluña se ha recuperado, con porcentajes que ya no distan mucho de los alcanzados en 2019, antes de la pandemia. Pero, ¿ha habido un cambio de modelo? ¿Se ha llegado a un consenso sobre lo que el sector necesita? El presidente de Turisme de Barcelona, Eduard Torres, debate con el economista Miquel Puig –concejal de ERC en el Ayuntamiento—en un encuentro organizado por Metrópoli, en el que se apuesta, con acentos diferentes, por limitar la oferta y provocar con ello un aumento de precios. Se trata de un círculo virtuoso que permitiría reducir la presión turística y ganar productividad para todos los actores implicados, hoteleros y el conjunto de los trabajadores, además de generar más recursos para las administraciones.
¿Es una quimera? La inflación ya ha provocado ese aumento de precios, por el encarecimiento de la energía y de las materias primas. Eduard Torres ofrece la fotografía del sector: “La fotografía completa se deberá tomar en otoño, después del boom que hemos experimentado desde abril hasta ahora, con un aumento enorme del turismo que no se preveía tan fuerte. Es una especie de Carpe Diem. Hay factores que deberán analizarse bien, como la política monetaria y hasta dónde sube la inflación. Pero debemos decir que estamos contentos, que la marcha del turismo es buena”.
Miquel Puig, economista que se ha aborado la cuestión del turismo con detalle, con libros como Un bon país no és un país low cost, y Els salaris de la ira, considera que se ha vuelto a 2019, pero sin implementar ningún cambio. “No veo ningún cambio por parte de nadie, ni de los agentes implicados ni por parte de los turistas, y lo único que ha pasado es que han subido los precios”, señala.
Entonces, ¿todo queda igual, con las mismas externalidades positivas y negativas? Desde el mes de marzo, el turismo en Barcelona ha ido al alza. El Gremio de Hoteles señala que en abril, con el 30% de los hoteles de la ciudad cerrados, se registró una ocupación del 68%, con un precio medio de la habitación de 125,80 euros, todavía por debajo de los niveles de 2019. En abril, esa ocupación se disparó al 83,5%, con el 10% de los hoteles cerrados, y con un precio medio situado en 150 euros, una cantidad que ya era 13,4 euros mayor que en abril de 2019. En mayo, con todo abierto prácticamente al completo, la ocupación ha seguido hacia arriba, y también con un ligero aumento de precios.
Miquel Puig considera que el turismo mantendrá su contribución positiva a la economía, en momentos en los que Bruselas comenzará a pedir cuentas a España por el aumento del déficit público. Pero en el capítulo de las externalidades negativas, el economista –concejal en este mandato de ERC en el consistorio—señala que el sector “mantiene los altos niveles de masificación, con poco valor añadido”.
Eduard Torres está al frente de Turisme de Barcelona, una entidad participada por el Ayuntamiento de Barcelona, la Cámara de Comercio y la Fundación para la Promoción de Barcelona. Torres es fundador y CEO de la cadena hotelera Duquesa de Cardona y conoce bien el sector. Entiende que hay “un consenso sobre la necesidad de desestacionalizar y desconcentrar el turismo en la ciudad y el problema es ver cómo se hace, con qué instrumentos”. En ese capítulo, Puig considera que no existe tal consenso, porque hay hechos que no se podrán cambiar: “Se puede intentar que los turistas vean puntos de atracción diferentes y que vayan a otros lugares, no solo a las Ramblas o a la Boqueria, pero está claro que seguirán yendo a esos sitios, y esas concentraciones se seguirán produciendo”.
Sin embargo, ha habido movimientos. La patronal del sector, Exceltur, presentó un proyecto al Gobierno, durante la pandemia. Lo recuerda Miquel Puig: “En el proyecto se señalaron dos cosas, primero que se debía apostar más por la rehabilitación que por la nueva construcción, y el segundo que se debía subir los precios, que el turismo debía ser, en conjunto, más caro, y que había experiencias que habían sido exitosas en ese terreno, como ha ocurrido en Ibiza”.
CONTROL DE LA OFERTA
¿Es es el camino para lograr una menor masificación? Eduard Torres considera que todo se debe a la oferta y a la demanda. Y que en agosto se tendrá, de nuevo, una sensación de ahogo, de que la ciudad puede estar cerca del colapso. “Pero se puede trabajar para paliar esa sensación con políticas de movilidad, con una batería de medidas para desconcentrar las áreas más visitadas”, señala.
Puig insiste en “el control de la oferta”. Para el economista, el ejemplo del Mobile World Congress, expresado por Torres, no es valido, porque los congresitas se desplazan de la Fira de Barcelona a sus respectivos hoteles, y no concentran todos los espacios del centro de la ciudad a lo largo del día. “La solución no es decir que los turistas vayan a otros lugares de la ciudad, y que todos pueden caber. El camino que se debe trazar es la contención de la oferta, es un aumento de precios, que hace que todo el círculo funcione, con mejores salarios y más recursos a través de los impuestos. El turismo ha llegado a su límite y se debe controlar la oferta”, sentencia Puig.
¿Lo ha hecho bien el Ayuntamiento de Barcelona, con políticas que expresan una turismofobia por parte de la alcaldesa Ada Colau? Torres y Puig se agarran al Peuat aprobado en el consistorio. Para Puig, es una buena solución. “Me gusta el Peuat, porque ha limitado los alojamientos y creo que los hoteleros son los primeros interesados en contener esa oferta, de la misma forma que los productores de Champagne quieren menos producción de uva para poder subir precios”.
Aquí surge, sin embargo, el problema. Eduard Torres defiende también el Peuat, “que ha tenido ya tres versiones”. Pero reclama que no se pierdan oportunidades. “Es verdad que se debe controlar la oferta, pero no debemos perder las oportunidades cuando aparecen y eso ocurrió con el hotel Four Seasons, que es ilustrativo y que se ha sustituido por pisos de lujo que igual no se ocupan al completo”.
¿La ampliación del aeropuerto puede incidir directamente en ese turismo? Puig desmiente la hipótesis de que pueda servir para aumentar el turismo. “Si se amplia no tiene por qué generar más turismo. Vendrá igual con ampliació o no. Cuando Barcelona se saturó, creció el aeropuerto de Girona, poco utilizado ahora. El tema es la limitación de las pistas, que impide una mejor conexión con el Pacífico, sea con la parte americana o con la parte asiática”.
Para Torres, la cuestión del aeropuerto de El Prat guarda más conexión con el conjunto de la economía catalana que con el turismo de Barcelona. Su queja es otra. “Lo que no puede ser es que no se tenga un plan consensuado sobre lo que se quiere del aeropuerto cuando se ofrece una determinada inversión”. Puig ahonda en esa línea: “Cuando llega Aena con la inversión, lo que es lamentable es que no se ponga sobre la mesa un plan ya previamente pensado y consensuado desde Cataluña”.
La designación de Barcelona como sede de la Copa América de Vela para 2024 se ve como una magnífica notica para “generar autoestima y mejorar la imagen de la ciudad”, aunque no suponga un enorme salto para la economía de la ciudad, a juicio de Miquel Puig. Lo que debería contar, como apunta Torres, es la realidad económica de toda la urbe, que cuenta “con grandes centros de investigación, con una diversidad económica enorme”. Barcelona, según Torres, “está muy bien posicionada, en muchos terrenos, y se debería mejorar la relación entre Barcelona y Cataluña para trabajar juntos en la complementariedad entre el turismo de la ciudad y el del territorio”.
¿Hay modelos en los que Barcelona deba mirarse? Puig insiste en la línea de Torres, con toda esa realidad plural, con centros de investigación, con la potencia de las ferias y congresos, con los festivales de música. Pero precisa: “Hay que podar algunas cosas, porque en una ciudad no se puede hacer cualquier cosa y de cualquier manera, y la imagen de Zurich podría ser oportuna como un buen ejemplo, donde cae el peso de la ley si algo se hace de forma inadecuada”.
Miquel Puig, que ha teorizado con detalle el modelo turístico que podría ser viable, tiene siempre un ejemplo, para ilustrar el problema: “Hay que subir el precio del gin tonic”.