Pepe Zapata: “El teatro en Barcelona necesita programar con los jóvenes, más que para los jóvenes”
El organizador del Primer Congreso de Espectadores de Teatro reclama que en Barcelona y en el área metropolitana el sector público colabore de forma más coordinada con el privado
25 diciembre, 2022 00:26Noticias relacionadas
El teatro vive de la creatividad, del talento de autores, directores y actores y actrices. Pero, ¿cómo lo vive el espectador, qué reclama y qué precisa quien decide acudir a un teatro? Pepe Zapata tiene algunas respuestas, como experto en públicos de la cultura, director del TRESC, la comunidad de cultura más amplia y activa de públicos de cultura en el ámbito catalán y como comisario del I Congreso Internacional de Expectadores de Teatro, celebrado hace unas semanas en Barcelona. Zapata, en una entrevista con Metrópoli, ahora en el gran problema del teatro, que vive, por otra parte, un gran momento en Barcelona. Y es la ausencia de público juvenil, de nuevas generaciones que tengan en el teatro un espacio útil, que refleje sus inquietudes. Por eso, Zapata tiene claras algunas soluciones: “El teatro en Barcelona necesita programar con los jóvenes, más que para los jóvenes”.
Zapata explica que la preocupación por los espectadores de teatro “siempre ha estado latente, en un sector orientado al servicio”, y que se pensó hace un año y medio en la posibilidad de congregar a espectadores de todo el mundo para que pudieran compartir sus ideas. Tras la pandemia del Covid, y con todo trastocado, también los hábitos culturales, los programadores comenzaron a pensar con detalle en ese espectador. Porque, ¿se han producido cambios importantes? “La venta anticipada ahora es difícil de defender, cuesta proyectar lo que se hará a medio plazo y se piensa en una necesaria hibridación con lo digital, aunque difícilmente lo digital podrá emular lo presencial”.
¿Ir al teatro con tiempo, comprar entradas, planificar como un acontecimiento social y cultural? Esa posibilidad se mantiene, pero ya no es tan frecuente. “Esperamos a última hora y el poder de prescripción de los propios usuarios ha aumentado, es más importante que nunca”. Lo que falta es “recuperar un cierto valor social de la cultura, lo que hay detrás, que es toda una cadena de valor de profesionales, más allá de los escenarios, que están pendientes de las necesidades del público”, señala Zapata, para reinvidicar todo el valor del sector.
En el manifiesto del I Congreso de Espectadores de Teatro se constata que el sector profesional debe tener a los públicos en consideración. “Lo que se ha percibido, y es importante, es que los públicos quieren ser parte integral del proceso creativo, y que eso no implica tergiversar esa creación, sino escuchar los relatos específicos del público”, insiste Pepe Zapata.
¿Cuál es el problema de fondo? ¿La programación de los teatros privados, como los de Focus o los públicos, como el Teatre Nacional, reflejan lo que inquieta a muchos ciudadanos en su día a día, sus anhelos o sus pesadillas? Zapata cree que sí, que el esfuerzo se ha realizado. “Lo ves en las temáticas de los espectáculos, esas preocupaciones sociales están presentes, las que nos atañen como comunidad, cuestiones raciales, de género, la muerte, o sobre la sostenibilidad. Forman parte de la oferta teatral”, insiste este experto en públicos de la cultura.
MUJERES DE CABELLO BLANCO
Pero, ¿quién prescibe, el crítico teatral, el amigo? “Las redes sociales son ahora muy importantes, también lo que ocurre en la barra de la cafetería. Cada vez otorgamos más importancia a quien te conoce, y a su experiencia como espectador. Los críticos profesionales te pueden ayudar, porque establecen conexiones, bagaje, pero el comentario de piel es básico”.
El I Congreso de Espectadores de Teatro, que tendrá una segunda edición en 2024, y que superó todas las expectativas, como apuntó el presidente de Focus, Daniel Martínez, se cocinó con un mimo extremo. El manifiesto fue leído por seis personas, con paridad de género y respetando la “inclusión social”, en inglés, catalán y castellano. Fueron 50 espectadores, de cinco continententes, los que, en diferentes debates, establecieron pautas para que los programadores cuenten con el público.
Porque, ¿quién va a una sala de teatro? Zapata admite que hay pocos jóvenes en los teatros de Barcelona. “No se sientenn llamados, tienen otras formas de ocio y por eso es importante que se les escuche. El error es programar para ellos. Y lo que hay que hacer es otra cosa. El teatro en Barcelona necesita programar con los jóvenes, más que para los jóvenes, con formatos nuevos para relacionarlos con la cultura”.
Lo que hay en los teatros es “plateas blancas”, en referencia a las mujeres mayores de pelo blanco, que son las que más frecuentan las salas, muy por encima de hombres y de los sectores más jóvenes de la población. Zapata entiende que el reto es mantener el núcleo duro de ese público, esas mujeres interesadas y hombres de mediana edad o los “teatreros de siempre”, y buscar cómo ampliarlo. Y anuncia que los babyboomers, cuando se jubilen, serán un público numeroso, muy activo, que “ofrecerá unas posibilidades tremendas a todo el sector cultural”.
Barcelona no se ha caracterizado por los musicales, un terreno en el que gana Madrid, y que ha marcado, precisamente, las diferencias con la capital catalana. Sin embargo, eso ha cambiado en los últimos meses. Zapata se refiere a fenómenos como Golfus de Roma, en el Condal, en lengua catalana, que han tenido mucho éxito de público, aunque inicialmente la presencia de espectadores fue más contenida. Lo que este experto cultural reclama es que se extienda por todo el territorio, y no sea Barcelona el gran centro de toda la oferta cultural.
La oferta debe complementarse con obras internacionales, y no dejarlo todo al Grec como gran escaparate. “Me consta que Cesc Casadesús al frente del Grec quiere que el festival irradie la ciudad más allá de la montaña de Montjuïc, potenciando la creación local, pero eso siempre se ha tenido presente”, indica Zapata.
Lo que reclama Pepe Zapata es que haya una mayor coordinación público-privada, en línea con lo que defiende Isabel Vidal, directora general de Focus, y presidenta de la Associació d’Empresas de Teatre de Catalunya (Adetca). Vidal señaló, en una conferencia en Foment del Treball que existe “una violencia burocrática que no deja avanzar”, al poner impedimentos a la gestión y la creatividad de las empresas culturales.
Zapata entiende que puede haber más conexión y permeabilidad, para crear un sistema cultural metropolitano. “Vamos a Viladecans o a Sant Cugat, porque conocemos las programaciones, pero falta conjugar más todas las acciones que se realizan, y para ello es necesario un mayor diálogo. Alguien de El Prat, que dispone de una buena oferta cultural, puede que vaya a Barcelona con mayor facilidad que a Viladecans, que lo tiene al lado”, precisa.
Pese a todo, Zapata entiende que el teatro seguirá compitiendo con fuerza, frente a otras realidades culturales que han sufrido, realmente, el cambio de hábitos, como el cine. Las pantallas en casa han sustituido a las salas de cine. En el teatro, en cambio, y en las salas más pequeñas, “el intercambio del público con los actores es enorme, porque sientes al actor, lo tienes físicamente al lado”.
¿Soluciones? De la misma manera que el teatro busca cómo contar más con el público, programar con él, y especialmente con los jóvenes, para hablar de la realidad que les afecta, en el cine “se debería primar la propia experiencia de ir a un lugar para ver una película. Porque no se trata solo de verla, sino de quedar con gente, de hablar sobre lo que se va a ver, de socializar con otras personas, y eso las salas de exhibición lo deberían tener en cuenta”.