El síndrome del intestino irritable es un trastorno funcional del aparato digestivo crónico, pero benigno que afecta especialmente al colon y que se manifiesta a través de dolor abdominal que puede causar retortijones, gases, hinchazón y distensión abdominales, diarrea o estreñimiento.
La mayoría de las personas que lo padecen pueden controlarlos con cambios en la dieta, en el estilo de vida y reduciendo el nivel de estrés, además de probióticos. También aconseja terapias de salud mental, puesto que los factores emocionales como la ansiedad, la depresión y el miedo) pueden desencadenar o empeorar un brote.
AFECTA A LA CALIDAD DE VIDA
“Este síndrome tiene una gran repercusión sobre las actividades personales y sociales de los pacientes, empeora su calidad de vida y reduce la productividad laboral, en comparación con la población general”, explica el Doctor José Walter Huaman, especialista en aparato digestivo en el Hospital Universitari General de Catalunya, quien explica que el tratamiento del SII se dirige a aliviar los síntomas y mejorar la calidad de vida
Su prevalencia mundial se estima en un 11%, aunque varía según los criterios diagnósticos empleados. Es más frecuente en mujeres que hombres y se observa una disminución progresiva según se incrementa la edad de la población estudiada.
CAMBIOS EN LA ALIMENTACIÓN
Los síntomas leves pueden controlarse si se aplican cambios en la dieta y en el estilo de vida. Los especialistas consideran adecuado hacer ejercicio regularmente, beber mucho líquido, dormir las horas adecuadas, evitar alimentos que provoquen exceso de gases como bebidas alcohólicas y carbonatadas, cafeína, frutas crudas y ciertos vegetales como repollo, brócoli y coliflor. La fibra soluble ha demostrado ser beneficiosa, pero puede incrementar el dolor abdominal, la distensión y el meteorismo.
Cuando las señales son más severas y, sobre todo, las personas afectadas padecen estreñimiento pueden ser de utilidad los suplementos de fibra como el plántago o los laxantes osmóticos a base de magnesio o de polietilenglicol Si, por el contrario, predomina la diarrea, la loperamida o quelantes de ácidos biliares pueden ser de gran ayuda. Para el control del dolor abdominal se puede usar anticolinérgicos y neuromoduladores, siempre bajo prescripción médica.
LA DIETA FODMAP
La dieta baja en Fermentable Oligosacáridos Disacáridos Monosacáridos y Polioles (Fodmap) es otra modalidad de tratamiento. Los Fodmap de la dieta incluyen una serie de carbohidratos de cadena corta que son mal absorbidos en el intestino delgado y pueden producir por su actividad osmótica y por la fermentación de las bacterias intestinales exceso de producción de gas, síntomas como diarrea, distensión, dolor abdominal y meteorismo.
“Aunque está demostrada su eficacia a corto plazo y dado que se trata de una dieta excesivamente restrictiva, debe ser controlada por expertos en nutrición, y sólo a corto plazo porque se ha demostrado que puede alterar la microbiota”, apunta el doctor Huaman.
Algunos prebióticos (sustrato que es utilizado selectivamente por los organismos del huésped confiriendo un beneficio para la salud) y probióticos (microrganismos vivos que confieren un beneficio a la salud cuando se administran en cantidades adecuadas) producen una mejoría significativa sobre la percepción global de los síntomas.