¿Por qué debe preocuparnos la falta de hierro en nuestro organismo?

El hierro es un mineral esencial para el ser humano, necesario para su desarrollo y crecimiento. De hecho, interviene activamente en el funcionamiento de varias proteínas involucradas en la producción de energía oxidativa, la respiración mitocondrial, el transporte de oxígeno o la biosíntesis del ADN.

Por ello, el déficit de hierro conduce a una serie de alteraciones de las funciones vitales que pueden generar manifestaciones clínicas. De ahí que dicho déficit deba ser tratado precozmente, antes de que derive en una anemia ferropénica.

¿QUÉ CAUSA LA CARENCIA DE HIERRO?

El cansancio puede ser el principal síntoma de que algo no va bien en nuestro organismo porque puede ser la primera señal de un déficit de hierro. Prevenir esa carencia es esencial para evitar alteraciones de salud de todo tipo, puesto que según la Organización Mundial de la Salud (OMS) es el trastorno nutricional más común y extendido en todo el planeta.

El hierro forma parte del grupo de los oligoelementos esenciales. El propio cuerpo no puede producirlos, sino que los absorbe a través de los alimentos. Las personas mayores, las mujeres embarazadas, los vegetarianos y los veganos, así como las personas con trastornos gastrointestinales, corren un mayor riesgo de sufrir carencia de hierro

LOS BENEFICIOS DEL HIERRO

El hierro es indispensable para el transporte del oxígeno de los pulmones a las distintas partes del cuerpo, y también es esencial en la producción de hormonas, principalmente en las mujeres, y el desarrollo de los tejidos conectivos.

Otros muchos beneficios de este mineral son el mantenimiento del sistema inmunológico, incrementación de funciones como la capacidad de razonamiento, el aprendizaje o la memoria, además de tener un efecto antioxidante.

¿CUÁNTO HIERRO NECESITAMOS?

Las necesidades nutricionales son similares en mujeres y hombres, aunque la edad, el sexo, el estado fisiológico, la actividad física, el clima o el estilo de vida influyen en las necesidades de energía y nutrientes.

Concretamente, la cantidad diaria de hierro recomendada es de 8 a 11 mg en varones, mientras que en las mujeres la cantidad depende de las necesidades causadas por la menstruación y el embarazo, según señala la doctora Maricel Subirà, jefe del servicio de Hematología del Hospital Universitari Sagrat Cor.

La doctora Maricel Subirà, jefe del servicio de Hematología del Hospital Universitari Sagrat Cor / CEDIDA

A partir de la primera regla, las mujeres necesitan un aporte de hierro adicional al de los hombres, y este requerimiento se mantiene elevado hasta la menopausia. Esas pérdidas son muy sesgadas y basta una dosis diaria de 18 mg al día para cubrir sus requerimientos, aunque a veces es necesario individualizarla. En el embarazo los niveles mínimos aumentan hasta 27 mg al día.

¿QUÉ TRASTORNOS PROVOCA SU DÉFICIT?

“La falta de hierro puede causar anemia ferropénica”, continúa la especialista, “trastorno en el que la sangre no contiene la cantidad suficiente de glóbulos rojos sanos que se encargan de transportar oxígeno a los tejidos del cuerpo. Al principio, este trastorno puede ser tan leve que pase desapercibido, pero a medida que descienden los niveles de hierro la anemia empeora y los síntomas se intensifican”.

Algunas de estas alteraciones, además del cansancio, son cambios de humor, palidez cutánea, vértigo, dolor de cabeza, manos y pies fríos, uñas que se rompen con facilidad y falta de apetito, entre otros.

¿CÓMO MANTENER LOS NIVELES DE HIERRO ADECUADOS?

“El tratamiento recomendado en muchos de los casos de déficit son medidas dietéticas, pero en casos especiales es necesario un suplemento oral que contenga hierro, siempre bajo supervisión médica”, subraya la Dra. Subirà. Las medidas dietéticas consisten en mantener una dieta sana y equilibrada rica en alimentos que contengan altos niveles de hierro, por ejemplo:1Vísceras: hígado de vaca o de cerdo.

• Vísceras: hígado de vaca o de cerdo.
• Carne roja: especialmente la ternera.
• Almejas, berberechos, mejillones y otros moluscos bivalvos.
• Huevos, principalmente la yema
• Frutos secos: pistachos, nueces, almendras, etc.
• Frutas deshidratadas: uvas pasas, ciruelas secas, dátiles
• Algas como la espirulina
• Hortalizas de hoja verde como las espinacas, acelgas o berros.
• Legumbres: especialmente las lentejas.
• Cereales en su versión integral.