Embocar bolas en los hoyos de la mesa: este es el objetivo de los que muchos conocen como “billar”. Sin embargo, esta dinámica es propia únicamente de la variante americana. Una modalidad que, pese a ser la que predomina en la actualidad, no fue pionera en la capital catalana.
Antes de que explotara la guerra civil, en 1928 el Club de Billar de Barcelona aposentó las primeras carambolas junto a las mesas que darían cabida al billar francés, también conocido como carambola o billar de tres bandas: el primero de Barcelona y de España. Tras este club, “florecieron unos 40 clubes más entre los años 30 y los 40”, asegura el presidente del Sants, Francisco Varela: uno de los billares de esta variante que surgió en 1930 y que aún perdura en la capital catalana.
EL VERDADERO BOOM
En dicho período, los aficionados no dejaban de aumentar, ya que según explica Varela, “era el único elemento de ocio que había desde 1930 a 1990”. No obstante, el verdadero boom no se produjo hasta después de la Segunda Guerra Mundial, desde mediados de los años 45 hasta los 90: momento en que, según detalla el socio del club, “se palpa el comienzo de una progresiva decadencia” marcada por la irrupción de las nuevas tecnologías.
“Hasta los 80 teníamos muchos jóvenes aficionados” dice con cierto resquemor, ya que el declive de socios no tardó en dar sus frutos: “Con la aparición de los juegos digitales muchos tiraron por ahí”, asegura Varela con la justificación de que son “más asequibles y ofrecen la comodidad de invertir poco tiempo”. Todo lo contrario al billar de carambola, donde la dedicación constante es clave “para jugar de manera deportiva”.
Que se lo digan a Ramón Arbiol, uno de los socios del Club Billar de Barcelona, quien convierte sus tardes en una odisea de carambolas. El billarista, que forma parte del club desde hace 35 años, comenzó a jugar cuando tenía 16 años. "Un día hice campana con mis amigos en el colegio y fuimos a jugar", explica con nostalgia.
Esa vivencia juvenil fue el germen de su gran pasión: el aficionado no dudó en unirse al club junto a su grupo de "colegas". Arbiol se levantaba cada mañana "contando las horas para dar rienda suelta a su dedicación por este deporte". Las 14:00 era la hora en la que entraba por la puerta y las 23:00 a la que salía, al igual que los demás socios --todos de la misma edad--. Una rutina que fortalecía su sentido de pertenencia al grupo y los unía aún más como amigos. "Cenábamos aquí y al día siguiente volvíamos", recuerda con una sonrisa, que va menguando dando paso a la nostalgia: "la afición era mucho más arraigada en esos tiempos".
ELITISTA Y SIN MUJERES
LOS NUEVOS SOCIOS, COLOMBIANOS
Las entidades también echan en falta a más jóvenes que quieran incorporarse. En la actualidad, el Club Billar de Barcelona cuenta con los mismos socios que se unieron en sus inicios, un total de 70 miembros. Sin embargo, Arbiol expresa que "es difícil atraer a nuevos", y señala a los jóvenes, quienes, enfatiza, "deberían dar continuidad al club cuando los miembros mayores ya no estén presentes". En el club, apenas hay alrededor de seis o siete personas con edades comprendidas entre los 28 y 35 años, una cantidad que el billarista considera insuficiente: "Debería haber niños que comenzaran a jugar".
En cambio, el presidente del club Montforte --el tercer club que sobrevive--, Javier Fonellosa, discrepa al asegurar que cada vez "se suman más jóvenes". Un incremento que también ha notado el presidente del Sants, Francisco Varela, en el último año con la incorporación de colombianos. "Cuando acabamos el año pasado éramos 75 y al finalizar este año hemos aumentado entre altas y bajas un total de 24 personas: 16 de ellos son de nacionalidad colombiana", enfatiza. Este crecimiento en la membresía "se atribuye a la migración de personas provenientes de América y Colombia, donde el billar es un deporte muy popular y apreciado", señala el socio. Pese al incremento, Varela se siente en vilo y augura que los billares de carambola "a medio-largo plazo desaparecerán por completo".
LOS JÓVENES, LA CONTINUIDAD
Con el propósito de garantizar la continuidad de los clubes y estimular la participación de los jóvenes, el presidente del Sants, Francisco Varela, se puso en contacto con el Ayuntamiento y sugirió organizar actividades, como programas de formación a partir de marzo de 2024, destinados a estudiantes de institutos y colegios. "La meta es captar su interés a medida que se van familiarizando con la práctica", menciona con entusiasmo, aunque con ciertas dudas sobre su eficacia: "El billar demanda mucho tiempo y dedicación, algo que quizás los jóvenes de hoy carezcan".
Por otro lado, el Club Billar Monforte también aborda esta iniciativa en el entorno escolar para fomentar la práctica de este deporte en los jóvenes. "Si todo va bien, la idea es que a partir de 2025 el número de jóvenes aficionados al billar de carambola se dispare", anticipa Fonellosa. "Queremos ver más talentos emergentes como Dani Sánchez" --quien es socio del club de Barcelona y campeón mundial de tres bandas--, pondera Arbiol con gran entusiasmo.