Esteve Riambau: “Cuando trasladamos la Filmoteca al Raval nos dijeron que esto sería Sodoma y Gomorra”
El histórico director de la Filmoteca de Catalunya repasa, antes de terminar su último mandato, las decisiones, victorias y derrotas que ha vivido en sus casi quince años al frente de la institución
2 marzo, 2024 23:30Los ojos de Esteve Riambau (Barcelona, 1955) han visto cómo la Filmoteca de Catalunya crecía, se trasladaba a su nueva sede del Raval, sobrevivía a una inundación en sus instalaciones, a la crisis del Covid y a los conflictos políticos. Durante sus 14 años de mandato, que terminan este junio, han pasado por la institución un millón y medio de espectadores, más de cien invitados y 14.000 películas. “Mi legado es la Filmoteca, que sobrevivirá a cualquier director, también a mí”, apunta Riambau.
Antes de dirigir el organismo, Riambau fue historiador, crítico y profesor en la universidad. Junto a Elisabet Cabeza codirigió los largometrajes La doble vida del faquir (2005) y Màscares (2009), estrenados en el Festival de Cine de San Sebastián y premiados en certámenes internacionales. Previamente, “en otra vida”, Riambau se licenció en medicina y cirugía y ejerció de nefrólogo hasta 1989.
Traslado al Raval
Cuando comenzó su mandato, el gran reto era la mudanza al Raval. Aunque había otras propuestas sobre la mesa, la Conselleria de Cultura decidió trasladar la entidad a este barrio para revitalizar una zona muy castigada por las drogas y la prostitución. Echando la vista atrás, el aún director considera que “la Filmoteca se ha integrado a la perfección en la zona y ha podido mejorar la calidad de vida y la oferta de ocio de los vecinos”.
Además, Riambau recuerda las apocalípticas advertencias que recibió antes del traslado. “Me dijeron que esto sería Sodoma y Gomorra”, apunta, y advierte que “guarda recortes de periódico que sonrojarían a quien los escribió, pues nunca ha habido ningún problema dentro del edificio". Evidentemente, “el barrio es el que es, y la Filmoteca siempre supo que no cambiaría sus grandes problemas”.
Nueva etapa
Cuando se cierre esta etapa en julio, con el adiós de Riambau, la Filmoteca dejará de estar adscrita al Institut Català d’ Empreses Culturals (ICEC) para convertirse en un equipamiento nacional y una entidad jurídica propia, una vieja reclamación de Riambau, quien define el proceso como "una emancipación".
Por las salas Chomón y Laya han pasado grandes personalidades de la cinematografía, como Ken Loach, Terry Gilliam o Jean-Pierre Léaud. El último gran director invitado a la Filmoteca, el húngaro Béla Tarr, protagonizó uno de los momentos más memorables de la institución, cuando más de 250 invitados aguantaron las siete horas de metraje de la película Sátántangó y la hora posterior de coloquio mientras aquella noche se televisaba un partido entre el Barça y el Real Madrid.
Conquistar a la juventud
Una de las frases que recalcó Béla Tarr tras la proyección es que la mitad de los espectadores de Sátántangó aquella noche no habían nacido cuando se rodó la película. La anécdota confirma una de las tesis de Riambau respecto a la relación entre el cine y la juventud: “poco a poco se desmienten todas las teorías apocalípticas que rodean a las nuevas generaciones y el cine”, recalca. Durante su etapa al frente de la institución, el mandatario siempre ha querido descubrir nuevas obras singulares a los espectadores, también a los jóvenes.
Una de las propuestas lanzadas por el director fue la proyección de Nosferatu (1922) con música de un DJ en directo. Al salir, el atento director escuchó cómo una espectadora afirmaba que “la música era genial y la película no estaba mal”. Para el veterano Riambau, ese “no está mal” es una gran victoria. “Si yo quisiera llenar la sala cada día sabría cómo hacerlo, pero entonces esto no sería una filmoteca”, apostilla.
El nuevo arte se hace mayor
El director asume que las cosas están cambiando. Pero siempre han cambiado y el mundo ha seguido girando, y el arte ha evolucionado con él. Desde su nacimiento a comienzos del siglo XX, en plena ebullición tecnológica, el cine ha vivido profundas transformaciones cada 15 años. “Todo comenzó como un entretenimiento de barraca de feria, después se convirtió en un gran espectáculo, apareció el sonido, después el color, tras ello vinieron las bandas magnéticas, y finalmente el digital y el 3D. El cine siempre busca nuevos alicientes tecnológicos”, sostiene. Sin embargo, nadie sabe lo que pasará, y es muy probable que muchas películas que hoy se ruedan se terminen perdiendo. “Es muy incierto preservar en digital. Se dice que todo queda en la nube, pero puede que cada vez haya menos nubes”, lamenta.
Precisamente, su gran espina clavada es no haber evitado la desaparición del último laboratorio fotoquímico. “Fue un error político no darse cuenta de que la conservación de películas no es digital… me hubiera sentido muy orgulloso de rescatar aquel desaparecido laboratorio”, lamenta.