El Trastorno por Alimentación Nocturna (TAN) es una afección por la que una persona consume una cantidad significativa de alimentos durante la noche, despertándose frecuentemente en varias ocasiones con ese fin. Se produce, incluso, cuando los afectados no tienen hambre pero buscan disfrutar de una sensación placentera.

Estos episodios suelen estar acompañados de sensaciones de falta de control y malestar emocional. Los afectados pueden consumir grandes cantidades de comida en un corto período de tiempo y experimentar dificultades para conciliar el sueño nuevamente. Este trastorno puede interferir con el patrón de sueño normal y tener un impacto negativo en la salud física y emocional. 

Señales de Alerta

“Para detectar el TAN, es fundamental observar ciertos signos de alarma, como despertarse regularmente para comer grandes cantidades de comida, sentir angustia por estos episodios y experimentar dificultades para conciliar el sueño si no se come antes”, señala Ibai Arregui, neuropsicólogo y psicólogo sanitario del Hospital Universitari General de Catalunya.

“Además, la culpabilidad posterior a la ingesta nocturna puede indicar un ciclo de búsqueda de control a través de la comida, seguido de culpa y de nuevo búsqueda de control, creando un círculo vicioso”, añade el especialista. 

Ibai Arregui, neuropsicólogo y psicólogo sanitario del Hospital Universitari General de Catalunya CEDIDA

¿Cómo se desarrolla el TAN?

El TAN suele iniciarse con un impulso espontáneo que proporciona un gran placer ante un malestar inicial. Con el tiempo, este método de gestión del malestar se convierte en una rutina y, aunque su eficacia disminuye, continúa como una forma de paliar la desazón de la persona. Este comportamiento se asemeja a una adicción.

Aunque las causas exactas del trastorno por alimentación nocturna no se conocen con certeza, existen varios factores que pueden contribuir a su desarrollo. Algunos estudios sugieren que podría haber una relación entre este trastorno y desequilibrios hormonales, como niveles bajos de melatonina, la hormona que regula el ciclo de sueño-vigilia.

Además, factores emocionales y psicológicos, como el estrés, la depresión y la ansiedad, también pueden desempeñar un papel importante en el desarrollo de este trastorno.

“Estas personas utilizan la comida como una forma de gestión errónea pero efectiva, ya que comer impulsivamente genera placer y satisfacción instantánea, aunque también conlleva una fuerte sensación de culpa”, explica el especialista.

Cómo identificar este trastorno

La ingesta de alimentos en exceso durante la noche puede resultar en un aumento de peso y dificultades para mantener un peso saludable. Además, los cambios en los patrones de sueño pueden provocar fatiga, somnolencia durante el día y dificultades para concentrarse.

“A nivel emocional, el trastorno por alimentación nocturna puede generar sentimientos de culpa, vergüenza y baja autoestima. También puede afectar las relaciones interpersonales y la calidad de vida en general. Por ello, es importante abordar este trastorno y buscar estrategias para manejarlo de manera efectiva”, recomienda el neuropsicólogo.

Patrones definidos

Es determinante prestar atención a los patrones de alimentación nocturna y conocer cómo afectan la calidad de vida y salud general. “A pesar de no existir un perfil específico de personas que sufren TAN, comúnmente estas presentan un alto nivel de insatisfacción en su vida, dificultad para tolerar la frustración y tendencias hacia conductas adictivas o evitativas”, aclara el doctor Arregui.

La clave para reconocer el TAN es prestar atención a los patrones de alimentación nocturna y cómo afectan a la vida diaria. Si estos hábitos están fuera de control y afectan negativamente, es necesario buscar ayuda. Se trata de un subtipo de trastorno de alimentación y, por tanto, debe ser tratado con la seriedad que merece para evitar mayores complicaciones en la salud de las personas afectadas. 

Consejos para los afectados

Aquellas personas que creen sufrir TAN deben buscar ayuda profesional. Hablar con un médico o psicólogo puede proporcionar estrategias para manejar los hábitos alimenticios nocturnos, abordar la raíz del problema y mejorar el bienestar emocional y físico.

Además, adoptar hábitos alternativos puede ser beneficioso, como mejorar la calidad de los alimentos consumidos durante los atracones, reducir el volumen de la ingesta, y elegir previamente los alimentos y la cantidad.

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