El primer contacto entre el bebé y la madre tiene efectos muy positivos para ambos

El primer contacto entre el bebé y la madre tiene efectos muy positivos para ambos QUIRÓNSALUD

En colaboración con

Vivir en Barcelona

Por qué la piel del bebé debe empezar a cuidarse desde el embarazo

Desde las primeras semanas de gestación, la piel del feto se desarrolla con un objetivo claro: proteger, regular la temperatura y establecer una conexión con el entorno

Leer en Catalán
Publicada

Noticias relacionadas

Cuando se espera un bebé, la atención se acostumbra a centrar en preparar su habitación, elegir su cuna o abastecerse de pañales. Pero hay un aspecto esencial que con frecuencia pasa desapercibido: su piel, ese órgano que comienza a formarse y cumplir funciones vitales mucho antes del nacimiento.

Desde el embarazo, la piel del bebé ya está trabajando para protegerlo. Y es que, más allá de lo estético, la piel cumple un rol crucial en su salud, su desarrollo y en la manera en que se conecta con el mundo exterior.

El primer contacto: un gesto que transforma

Nada sustituye al contacto piel con piel en los primeros minutos tras el nacimiento. Este instante, tan íntimo como poderoso, no solo es conmovedor, sino también respaldado por la ciencia: regula la temperatura, estabiliza la respiración del bebé y reduce el estrés.

Ese primer abrazo tiene efectos profundos. Favorece la lactancia, fortalece el vínculo emocional y activa mecanismos biológicos fundamentales. "Es mucho más que un gesto bonito, es una necesidad biológica", asegura Gemma Ruiz, matrona en el Hospital Universitari Dexeus y profesional en Mi Matrona Barcelona.

La piel: escudo, termostato y conexión

Cuidar la piel del bebé desde el embarazo es un acto con impacto duradero. “La piel no es solo un órgano, es su escudo, su termostato y su primer medio de conexión con mamá”, explica Ruiz. Su importancia va más allá de lo que vemos.

A partir de la semana 12-13 de gestación aparece el lanugo, un vello fino que recubre su cuerpo y que actúa como abrigo dentro del útero. Poco después, entre la semana 18 y 20, su piel se cubre de la vérnix caseosa, una sustancia blanca y cremosa que actúa como una crema ultra protectora, evitando la deshidratación y el roce con el líquido amniótico. 

Tacto: el primer sentido que despierta

El tacto es el primer sentido que se desarrolla. Desde la semana 7 ya comienza a formarse, y a partir de la 20 el bebé puede sentir a través de la piel, creando un vínculo temprano con la madre.

“La piel es el canal por el que comienza la relación emocional con mamá”, enfatiza la matrona. Este sentido no solo favorece el desarrollo físico, sino que es clave para su bienestar emocional.

Una red de conexiones: piel, cerebro y emociones

Lo más fascinante es que la piel, el sistema nervioso y el sistema hormonal comparten el mismo origen embrionario: el ectodermo. Aunque son estructuras distintas, están profundamente conectadas y trabajan en sintonía incluso antes del nacimiento.

Por eso, el cuidado de la piel no puede entenderse como algo superficial: influye en su sistema inmunológico, en su respuesta al estrés y en su desarrollo integral.

Cuidar la piel cuida al bebé

Durante el embarazo, también es importante cuidar los productos que usamos en nuestra propia piel. Algunos ingredientes cosméticos pueden atravesar la placenta y llegar al bebé.

“La piel de la madre es también una vía de comunicación con el bebé. Elegir productos naturales, libres de tóxicos, es una forma activa de protegerlo”, recomienda Gemma Ruiz.

El microbioma cutáneo: su primera defensa

Al nacer, la piel del bebé se coloniza con millones de microorganismos beneficiosos que forman su microbioma cutáneo. Este ecosistema es esencial para protegerlo de infecciones y desarrollar su sistema inmunitario.

El parto vaginal y el contacto piel con piel permiten la transferencia de estas bacterias buenas. En los primeros días, conviene evitar jabones agresivos o productos antibacterianos que puedan alterar este equilibrio natural.

Cuidado diario: delicado y consciente

Ya en casa, la piel del bebé necesita una rutina de cuidado suave y respetuosa. Lo ideal es no retirar la vérnix caseosa, sino dejar que se absorba de forma natural. Se deben evitar los perfumes y productos químicos agresivos, optando siempre por fórmulas específicas para pieles sensibles.

A la hora del baño, lo mejor es que sea breve, con agua tibia y sin frotar en exceso, para no dañar su delicada barrera cutánea. Cada gesto cuenta para proteger esa primera capa de vida que lo conecta contigo y con el mundo.