
Escena de 'Giulio Cesare' en el Liceu
'Giulio Cesare': Calixto Bieito en el Liceu
La orquesta creada para esta producción raya la perfección y destaca la gran dirección musical de William Christie
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Una producción de Calixto Bieito, con tres contratenores y presentada bajo el lema “pasión, violencia y sexo” hacían prever lo peor.
Y puede que fuese por lo bajo de las expectativas o simplemente porque los prejuicios no sirven, no estamos, ni de lejos, ante lo peor de la temporada, aunque tampoco ante una obra maestra.
A estas alturas del año habría que apostar por óperas más ligeras y populares, como hacen la mayoría de casas de ópera. Es el momento de la Bohème, Carmen o la Traviata, de abrir las puertas a los no aficionados.
Ópera difícil
Además, a comienzos de junio tiene lugar en Barcelona una de las últimas citas profesionales de la temporada, en concreto un encuentro de profesionales del sector financiero internacional. T
ambién durante el periodo de esta programación hemos tenido nuestro último Gran Premio de España de formula 1. A nadie se le ha ocurrido ni siquiera intentar acercarse no solo a posibles espectadores sino, sobre todo, a posibles patrocinadores internacionales.
El Liceu, como nos viene acostumbrando, sigue insensible a lo que ocurre en Barcelona y no tiene mejor idea que programar una ópera de Haendel que fácil, fácil no es.
Casi cuatro horas de música barroca, que sólo se ha interpretado en Barcelona 19 veces, la primera hace 60 años, a pesar de que se estrenó hace más de 300 años, son indicadores de la nula popularidad de la obra, como también refleja que solo se representa en seis ocasiones.

Escena de 'Giulio Cesare', en el Liceu
Dejando aparte la nula conveniencia de programar esta obra en esta época del año, hay que reconocer que la orquesta creada para esta producción raya la perfección.
Se han unido para la ocasión algunos maestros de la Orquesta del Liceu con músicos procedentes de Les Arts Florissant, de Vespres d’Arnadí y varios especialistas en música antigua que viven en Cataluña.
El resultado, excelente, gracias en parte a la gran dirección musical de William Christie y potenciado por estar el foso algo elevado, lo cual no es una herejía porque la orquesta bajó al foso en tiempo de Wagner, mucho más tarde que cuando se compuso esta obra.
Christie es uno de los padres del movimiento historicista, especializado en repertorio barroco y en dirigir maestros que usan instrumentos de la época, o al menos réplicas sofisticadas.
Los músicos usan cuerdas de tripa, los metales no llevan pistones y la orquesta se afina con un diapasón, antiguo, de 415 Hz, con lo que toda la orquesta suena diferente. Todo un especialista que logra que la orquesta sea lo mejor con diferencia de la obra.
Luz cegadora
Lo menos bueno, el exceso de protagonismo de la iconografía de Calixto Bieito, auto citándose con los retretes de oro que le lanzaron a la fama hace 25 años. Como de costumbre violencia y sexo innecesario, de manera creciente, aunque menos que en otras ocasiones.
Se trata de una producción, moderna y descontextualizada en el tiempo, como no puede ser de otra manera con este director, pero se deja ver, a pesar de momentos de luz cegadora, lo cual no es poco en un personaje construido a base de epatar y escandalizar.

Escena de 'Giulio Cesare', en el Liceu
La aparición de tres contratenores en una obra no es habitual. Su voz tiene un registro muy alto, más propio de una soprano que de un cantante masculino, siendo muy populares en las obras barrocas, lo mismo que los castrati. En este peculiar registro hay muy pocos profesionales y uno, el catalán Xavier Sabata, es el protagonista de esta ópera.
Su actuación es buena, tanto en la vertiente musical, como en la actoral, si bien su voz ya deja entrever el paso de los años. Sin embargo, la soprano Julia Fuchs está un escalón por encima, elegante, con perfecta dicción y emotiva en sus áreas. Los dos forman un dúo protagonista de nivel.
El resto del octeto que conforma el elenco también estuvo bastante bien. Notable el contratenor canadiense, de origen iraní, Cameron Shahbazi, en el papel de Tolomeo, destacando por su timbre y técnica. Hoy es uno de los contratenores más destacados en el panorama internacional.
El tercer contratenor, Alberto Miguélez Rouco en el papel de Nireno, estuvo menos atinado, faltándole voz en algún pasaje. Sin embargo, hacer que la mezzosoprano Helen Charison actuase como Sesto, pone en cuarentena el timbre de los contratenores.
Música barroca
Una mezzo normal, como ella, suena mucho mejor que las voces forzadas de los contratenores. No es, ni mucho menos, un timbre sencillo y al contrastar con la mezzo cuestiona su necesidad. Si hubiese habido un cuarto contratenor, o algún personaje se hubiese transportado a la tesitura de tenor, esta comparación, odiosa, no se hubiese dado. O todos contratenores, o ninguno.
Los barítonos José Antonio López, como Nireno, José Antonio López como Achilla, y Jan Antem, Curio, totalmente solventes. Muy bien la mezzosoprano Teresa lervolino en el papel de Cornelia.
En resumen, mejor de lo esperable, o al menos de lo esperado, en una ópera que si no gusta mucho la música barroca las 3:50 horas que dura se acaban haciendo largas.