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Terrores nocturnos en niños: qué son, por qué ocurren y cómo ayudar

Las parasomnias son trastornos del sueño que afectan a algunos pequeños, que se despiertan en mitad de la noche gritando asustados y confundidos

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Es posible que en alguna ocasión tu hijo se haya despertado en medio de la noche gritando y llorando sin motivo aparente. Esta situación, aunque alarmante para los padres, podría deberse a un episodio de terrores nocturnos.

Se trata de una alteración del sueño que, aunque impactante, es benigna y transitoria. Estos episodios suelen ocurrir durante la fase de sueño profundo, generalmente en las primeras horas de la noche, y se caracterizan por una reacción de miedo intensa en la que el niño parece estar despierto, pero en realidad sigue dormido y no es consciente de lo que sucede a su alrededor.

El niño no recuerda nada al despertar

Aunque presenciar un episodio de terrores nocturnos puede ser angustiante para los padres, es importante saber que el niño no recordará lo sucedido al día siguiente y que, en la mayoría de los casos, estos eventos desaparecen con el tiempo sin necesidad de tratamiento. Se trata de una alteración del sueño que, aunque impactante, es benigna y transitoria.

Los terrores nocturnos suelen manifestarse de manera repentina. “Los niños que los experimentan se despiertan en medio de la noche gritando, agitados, llorando desconsoladamente y con los ojos abiertos. Sin embargo, a pesar de que parecen despiertos, en realidad siguen profundamente dormidos”, explica la doctora Grisel Vilagrasa, del Servicio de Pediatría del Hospital Universitari Dexeus.

Estos episodios pueden durar desde unos pocos minutos hasta media hora. Durante el evento, el niño puede presentar taquicardia, sudoración y respiración acelerada. Al despertar por la mañana, no recordará lo sucedido, lo que diferencia los terrores nocturnos de las pesadillas.

No son pesadillas

“Los terrores nocturnos son un tipo de parasomnia, es decir, trastornos del sueño que se producen durante la fase de sueño profundo. Son más comunes en niños de entre tres y siete años y afectan a un pequeño porcentaje de la población”, aclara la especialista.

A diferencia de las pesadillas, los terrores nocturnos ocurren en la fase de sueño no REM, por lo que el niño no es consciente de la situación ni responde a intentos de consuelo. La intensidad del episodio puede variar, pero en la mayoría de los casos, desaparece de forma espontánea.

Causas y desencadenantes

Las causas de los terrores nocturnos son variadas. “Existen factores genéticos que pueden predisponer a los niños a sufrirlos, pero también influyen otros aspectos, como la estimulación excesiva antes de dormir”, señala la doctora Vilagrasa.

El uso de dispositivos electrónicos como móviles, tabletas o televisión antes de acostarse puede ser un factor de riesgo, así como la ingesta de alimentos estimulantes, como el chocolate o bebidas con cafeína. Además, los episodios febriles o situaciones de estrés también pueden aumentar la probabilidad de que ocurran.

Los cambios en la rutina diaria, la falta de sueño acumulado y situaciones de ansiedad o tensión emocional también pueden influir en la aparición de estos episodios. En algunos casos, los niños con antecedentes familiares de trastornos del sueño pueden ser más propensos a desarrollar terrores nocturnos.

Cómo actuar

Aunque presenciar un episodio de terror nocturno puede resultar angustiante para los padres, es fundamental saber cómo actuar. La doctora Vilagrasa recomienda que “no se intente despertar al niño mientras está en plena crisis, ya que podría desorientarse y alterarse aún más”.

En su lugar, es preferible garantizar su seguridad, asegurándose de que no haya objetos cercanos con los que pueda golpearse debido a sus movimientos bruscos. Además, establecer una rutina de sueño regular y evitar el uso de pantallas antes de dormir puede ayudar a reducir la frecuencia de estos episodios.

Crear un ambiente relajado antes de dormir también es clave. Se recomienda evitar juegos excitantes, ruidos fuertes o luces intensas en la habitación. Practicar técnicas de relajación, como baños tibios, lectura de cuentos o música suave, puede contribuir a una transición más tranquila hacia el sueño profundo.

Si los episodios son recurrentes, también se puede probar la técnica del despertar programado. Esto implica despertar al niño unos 15 o 20 minutos antes de la hora en la que suele ocurrir el episodio para interrumpir su ciclo de sueño y prevenir el terror nocturno.

Por último, la especialista tranquiliza a los padres asegurando que “los terrores nocturnos son episodios transitorios que desaparecen con el tiempo y no afectan al desarrollo del niño”. Sin embargo, si los episodios son muy frecuentes o generan preocupación, es recomendable consultar con el pediatra para evaluar la situación.