Radicales empujan contenedores para formar barricadas / HUGO FERNÁNDEZ

Radicales empujan contenedores para formar barricadas / HUGO FERNÁNDEZ

El pulso de la ciudad

21D: El tsunami (fragmentado) visto desde dentro

Independentistas se han concentrado en varios puntos coincidiendo con el Consejo de Ministros

21 diciembre, 2018 17:35

Mientras miles de independentistas se calzaban para salir a la calle, los estudios Disney se preparaban para el Regreso de Mary Poppins en España. El día se auguraba histórico desde primera hora de la mañana. Para unos y para otros. Aunque las películas eran bien diferentes, y esta crónica no es un cuento de hadas. Aviso.

Como bien es sabido, los independentistas llevaban semanas anunciando que pretendían colapsar Barcelona el 21D, coincidiendo con el Consejo de Ministros en la Llotja de Mar. Así lo han hecho. Y aunque el drama –en líneas generales– no ha sido mayúsculo, han demostrado estar más fragmentados que nunca.

UNA CONCENTRACIÓN PACÍFICA

La intención de la mayoría era concentrarse de forma pacífica para exigir una vez más la libertad de los presos políticos encarcelados y mostrar su rechazo al Gobierno español. Con esta voluntad, cientos de ellos se han agolpado desde las 9 de la mañana en la estación de França donde a las 11 horas ha empezado el “consejo popular de ministros” organizado por Òmnium Cultural: una fiesta alternativa con proclamas y música que reivindicaba la independencia con “buen rollo”. “¡Esto está cogiendo aires de Diada!”, ha soltado uno de ellos eufórico, agitando los brazos.

Un manifestante con un chaleco amarillo con el mensaje República en construcció / P. B. 

Un manifestante con un chaleco amarillo con el mensaje "República en construcció" / P. B. 


El ambiente estaba dividido. En una zona, cerca de la Ciutadella, se ultimaban los preparativos para la fiesta indepe. En la otra, se ejercía presión a los agentes que custodiaban el espacio donde estaban reunidos el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y los ministros. Para los periodistas, la tensión se podía cortar con un cuchillo. El cántico “prensa española manipuladora” ha sido una constante durante toda la jornada. Algunos compañeros de profesión han sido agredidos y otros hemos sufrido acoso –e insultos – simplemente por hacer lo nuestro: contar lo que vemos.

SE PRODUCE LA PRIMERA DETENCIÓN

A media mañana, ha empezado el lío. Primero: varios policías han detenido a un manifestante de Via Laietana por llevar material incendiario. Luego, mientras el vicepresidente de Òmnium Cultural, Marcel Mauri, acusaba a Pedro Sánchez de ser "un provocador", han empezado las barricadas y las cargas policiales en la zona de Drassanes. Algunos CDR han tirado piedras contra los agentes. Otros presentes les han gritado y les han pedido que pararan, recordándoles que con violencia no se llega a ningún lado, que ellos son “gent de pau”. Pero algunos no hacen ni caso. Y destruyen la buena fe del resto.

Un manifestante pacifico se enfrenta a uno encapuchado / HUGO FERNÁNDEZ

Un manifestante pacifico se enfrenta a uno encapuchado / HUGO FERNÁNDEZ


Por otro lado, uno de los CDR ha comentado a Metrópoli Abierta que no coincide con el modus operandi del movimiento. “Tirar piedras y botellas no es la solución... pero hoy no se liará tanto como otras veces”, ha resoplado agotado. Los manifestantes iban de un lado al otro. Algunos a ver qué pasaba y dar apoyo a la causa, otros a armar alboroto. De estación de França a Via Laietana. De ahí a Drassanes. Y, venga, otra vez. Cuando el sol ha empezado a picar han cambiado el café por la cerveza. Y, venga, otra vez. Y los periodistas detrás.

PATRONES QUE SE REPITEN...

Aunque cada concentración es distinta, hay ciertos patrones que se repiten en todas. Las proclamas son las mismas. Libertad a los presos, independencia, fuera las fuerzas de ocupación. Tampoco faltan nunca las fotos con el móvil para plasmar el momento. Selfie tras selfie con un solo objetivo: inmortalizar la causa.

Manifestantes sacándose un selfie en el acto de Òmnium Cultural / P. B. 

Manifestantes sacándose un selfie en el acto de Òmnium Cultural / P. B. 


Luego, hay quien –precavido– lleva un bocadillo y un botellín de agua para ahorrarse las colas en los bares y no gastarse dinero. No falla. Los motivos amarillos en la vestimenta también se han convertido ya en un must. Lazos, pulseras, bufandas, relojes, abrigos e incluso las uñas pintadas.

Otra estampa típica es la de pakistaníes ofreciendo esteladas a los presentes. En esta ocasión, en un momento determinado, veo a un vendedor que se acerca a un grupo de jóvenes. Entonces, uno de ellos le espeta con chulería. “A ver, ¿sabes cómo se llama esta bandera que llevas en las manos?”. Los colegas ríen. “10 euros”, contesta el chico de origen pakistaní. Los colegas estallan de risa. “O sea... ¡vendes una bandera que no sabes ni cómo se llama!”, recrimina el independentista. El vendedor increpado se da la vuelta y sigue a lo suyo: “¿Bandera? ¿Quieres una bandera?”, ofrece a otro grupo. Los otros se quedan ahí riendo. Al final, todo cambia cuando nada cambia.

Un vendedor pakistaní en las inmediaciones de la estación de França / P. B. 

Un vendedor pakistaní en las inmediaciones de la estación de França / P. B. 


Poco a poco, la gran masa ha ido abandonando el centro una vez había terminado el Consejo de Ministros. Al final, la jornada se convertido en una Pesadilla antes de Navidad para los trabajadores que querían desplazarse por la ciudad así como para los comerciantes que han visto frustradas sus ventas. Los más beneficiados han sido los niños que no han ido al colegio: este año, las fiestas han empezado antes para algunos. No está mal.