Filo Cañete (Barcelona, 1970) tiene en su despacho todas las referencias posibles a Sant Adrià de Besòs. Una camiseta del Sant Gabriel enmarcada, uno de los clubes de fútbol con más solera de la cantera catalana –ella estudió en el colegio de los hermanos gabrielistas— y muchos reconocimientos de distintos colectivos de la localidad, y no el menos importante: el de los evangelistas de La Mina. Cañete, alcaldesa desde abril de 2021 y afiliada al PSC desde 2007, está ilusionada con el proyecto de las Tres Chimeneas, porque de ello dependerá “el futuro económico no solo de la localidad, sino también del Barcelonès Nord”. Ese es su objetivo, el de potenciar desde Sant Adrià --un municipio castigado y olvidado durante años-- toda una parte del territorio metropolitano. Cañete habla con celeridad, tiene claro que su municipio debe explicarse, y reclamar, al mismo tiempo, respuestas por parte del resto de administraciones desde una premisa: “Sant Adrià no debe ser la periferia de Barcelona”. Junto a otras alcaldesas, como Núria Parlón en Santa Coloma de Gramenet, influye desde el seno del PSC para que el partido no tenga siempre presente, en su día a día, la potente comarca del Baix Llobregat. El Barcelonès Nord también existe, vendría a decir, pero en gran medida porque cree que “el potencial es enorme”, desde la premisa de que no debe ser un barrio dormitorio: "Me niego a pensar que Sant Adrià sea la periferia de Barcelona".
Después de la dimisión de Joan Callau en marzo de 2021, usted asumió la alcaldía de Sant Adrià. La primera mujer en la historia en hacerlo. ¿Era consciente de los retos a los que se enfrentaba?
Era consciente de la envergadura, pero hasta que no te pones, no sabes realmente con lo que te vas a encontrar. Han habido circunstancias y sorpresas que no me esperaba, pero es lo que conlleva estar al frente de una alcaldía, especialmente en una ciudad como Sant Adrià, tan dinámica y activa. Va con el cargo.
Cuando dice sorpresas, ¿se refiere a los proyectos de la ciudad o a la relación con otras administraciones que responden diferente de la previsión inicial?
La mayor sorpresa fue tener que tomar la decisión, a un mes de haber entrado, de cerrar la playa. No esperaba tener que abordar el problema de esa manera y en esos tempos. La descontaminación de los terrenos ya estaba sobre la mesa: se había hablado de actuar en la playa del Litoral y se estaba trabajando con el Ministerio y el Àrea Metropolitana de Barcelona (AMB) en todo lo que tenía que ver con el desarrollo del ámbito de las Tres Chimeneas. Se preveía una actuación, pero no de esta envergadura. Fue duro porque lo tomé desde una vertiente personal, como usuaria de la playa desde hace más de 30 años. Otra decisión difícil fue la de no albergar el Barcelona Beach Festival (BBF) en el municipio. Fue un pensamiento meditado y reflexionado tras ver las repercusiones de un macrofestival de estas características. Creemos que la ciudad necesita otro tipo de dinamización dentro de nuestras capacidades. Claro que esto no quiere decir que no se haga ningún evento más. Al contrario, consideramos que el ámbito del ocio y la cultura aportan dinamismo a la ciudad, pero el BBF lo hacía más para Barcelona que para Sant Adrià. Lo mismo con el Primavera Sound.
¿No repercutían de una manera positiva para el municipio?
Sí, pero si ponemos en una balanza lo que estos festivales aportan y los desgastes y dificultades que suponen, no vale la pena. Los ingresos no son tan significativos. No los menosprecio porque es cierto que una parte de la recaudación del BBF se destinaba al ámbito social, donde diversas entidades (algunas relacionadas a la infancia) recibían una aportación. Pero manejar un evento de estas características es difícil. Para empezar, por la propia gestión de la licencia que debe asumir el Ayuntamiento de Sant Adrià y la coordinación con otras administraciones. Por otro lado, está la gestión de la movilidad y la seguridad, no tanto a nivel interno, sino de territorio. Han habido ediciones del BBF que han atraído 40.000 usuarios, lo que quiere decir que se ha doblado la población de Sant Adrià en un día. Esto también provoca destrozos en el entorno que cuesta recuperar, añadido a las quejas vecinales, el ruido, las molestias... Recibimos muchísimas quejas del Maresme, de Tiana, de Mataró, de Badalona... Por eso creo que había que hacer una reflexión. No estoy en contra de que la juventud disfrute del ocio y entiendo que esta es una zona muy atractiva. De hecho, la dirección del BBF consideró que o se hacía aquí o no se hacía en ninguna otra parte.
¿Se puede decir que Sant Adrià no es, por tanto, lugar de grandes eventos?
Decir esto no sería lo más justo porque se han realizado, pero con un sobreesfuerzo año tras año. Por suerte, no ha pasado nada grave, pero quién tienta... En Barcelona hay varios distritos y si hay alguna necesidad puntual pueden acudir a ellos. Sant Adrià tiene la capacidad de Sant Adrià. En materia de seguridad, aquí el papel importante es el de los Mossos d'Esquadra y considero que la dotación es débil. Necesitamos más efectivos y en momentos como estos o incluso en verano, se nota. Los recursos que dedicaríamos para un festival de estas características se podrían dedicar a otro tipo de eventos. Hemos de explorar otras vías sin dejar de poder ofrecer espacios de ocio y ámbito cultural.
Los destrozos de los que usted habla en la playa del Fòrum se han notado más desde el aumento de usuarios en la zona por el cierre de la del Litoral por contaminación. ¿Se tenía conocimiento de este pasado industrial y del potencial riesgo en el territorio?
No ocultamos esta historia. Sabemos que el pasado industrial cuando no había ningún tipo de normativa existe y, a raíz de esto, los estudios determinaron que había contaminación, pero estaba en unos márgenes que no debían ocasionar problemas de salud. Posteriormente, otro estudio más contundente sí que planteó que, en edades más tempranas, la exposición e incluso la ingesta de la arena era más peligroso. Cada año necesitamos el permiso de costas de la Generalitat para hacer uso de la playa y, de hecho, lo teníamos. El problema vino cuando esta contaminación afloró por las obras del Barcelona Cable Landing Station. Por eso tomamos la decisión de cerrar la playa del Litoral y tanto la Agència de Residus de Catalunya como Fiscalía nos dio la razón. En ese sentido, es satisfactorio haber hecho lo que tenía que hacer desde el minuto uno junto con el Ministerio para revertir la situación.
¿Ya hay fecha de reapertura?
Espero que podamos abrir la playa este verano. Después de casi dos años hemos entrado en la recta final para que empiecen las obras. El Ministerio ya ha hecho el encargo de la gestión a una empresa estatal y, a partir de aquí, vamos haciendo. Es un proceso lento para mi gusto porque me gustaría que todo hubiera sido más ágil, pero estamos acabando de perfilar algún requerimiento y espero que esta semana esté cerrado. No puedo decir una fecha exacta, pero todo apunta a que lo que inicialmente era una obra faraónica que se podía alargar seis u ocho meses, no es tan grave como parecía al principio, por lo que los plazos se han acortado.
El paseo de la Rambleta, que se reformará para finales de marzo, ha sido otro proyecto paralizado por la contaminación. ¿Se ha aprendido la lección?
El viernes se hizo el asfaltado de la Rambleta y en los próximos meses se plantarán los árboles y las plantas que irán en los parterres de tierra. También se instalarán dos zonas para perros pequeños y grandes. En este caso, una voz vecinal nos alertó de la potencial contaminación porque recordó que, hace años, se hizo un proceso de asfaltado de una manera poco adecuada. A raíz de esto hemos trabajado junto con el Consorci del Besòs y entidades para crear un mapa en el que se han marcado algunos puntos sobre los que habría que actuar antes de iniciar cualquier trabajo. En La Catalana ya lo pusimos en marcha: en el desarrollo del barrio solicitamos que la licencia pertinente incorporase un estudio y, en el caso de que el resultado fuese positivo, se descontaminase. Aunque, de entrada, si no tocas nada, no es peligroso. Otra cosa es que se muevan las tierras.
¿Hasta qué punto es importante para el municipio, desde el punto de vista económico, el proyecto de las Tres Chimeneas?
Soy una enorme defensora del desarrollo que pueda realizarse en el ámbito de las Tres Chimeneas, especialmente por lo que representa la actividad económica, pero también por la vivienda. Hay una gran necesidad de vivienda asequible y que Sant Adrià pueda crecer en ese sentido me parece un factor positivo. Desde un punto de vista social, que vengan personas de fuera puede ser revulsivo y puede cambiar la textura social: generará un equilibrio entre la vulnerabilidad que tiene el territorio. Que podamos contar, además, con un gran parque metropolitano como se plantea ayuda a significarnos como ciudad. La Generalitat, en este sentido, ha hecho una apuesta importante por ubicar este tipo de actividad aquí, que tiene futuro y que converge con la formación, la innovación y la tecnología. A estas 92 hectáreas hay que sumar otras 32 de los polígonos industriales tanto de Sant Adrià como de Badalona. ¿Por qué no puede haber una confluencia entre distintos sectores del conocimiento, como el ámbito visual y el digital o el audiovisual? El campus de la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC), ubicado en La Mina, está especializado en materia de energía y también tenemos un gran desarrollo sanitario en Can Ruti e incluso en nutrición y alimentación con Torribera. Siempre hemos hablado del triángulo del conocimiento en el Barcelonès Nord y creemos que es un potencial que hay que explorar y explotar.
¿Han habido puntos de conflicto con otras administraciones?
Quien verdaderamente ha apostado por las Tres Chimeneas es el Ayuntamiento de Sant Adrià de la mano del de Badalona. El Ayuntamiento de Barcelona, en cambio, ha tenido una posición más observadora que activa, pero creo que entrarán en una dinámica de colaboración, sobre todo porque este desarrollo del espacio se hará a través del Consorci del Besòs. El Consorci adquirirá mucha importancia dentro de Catalunya porque pensad que estará la Generalitat implicada, además de cinco municipios, el AMB y la Diputació de Barcelona, que últimamente ve interesante participar. Hablamos de reversión y de un proceso de transformación y afectación en todo el eje Besòs, lo que incluye Montcada, Santa Coloma, Badalona, Sant Adrià y Barcelona.
Está claro que el Barcelona Cable Landing Station tendrá un impacto positivo a nivel general, ¿pero cuál será su efecto a nivel local?
El puerto de aterrizaje submarino, o como yo lo llamo, el hotel de cables, es una realidad. Sí que es cierto que todavía no tiene efectos tangibles. A mí me han explicado que esto es un atractivo para que otras empresas de calado internacional vengan y se posicionen aquí, pero aún están a la espera de ver cómo se desarrolla. Me han invitado a Marsella, donde también se ha llevado a cabo, aunque ahora tengo otras prioridades. Pienso que el verdadero revulsivo será la puesta en marcha de las Tres Chimeneas: será el motor de arranque de todo. Cuando hablamos del hub, hablamos del ámbito audiovisual y digital. Introduciremos el cable y también el videojuego. Siempre he defendido que tiene que comportar no solo actividad económica, sino ocupación y autonomía. Ha de ir de la mano de todo un eje de formación que esté vinculado con estos sectores, que son del futuro. También estamos trabajando, por otra parte, con el AMB un plan de usos de los polígonos del Sot y el Granland de Badalona. Permiten la entrada de mucha actividad económica de carácter de distribución que no le da valor añadido a la ciudad, no genera ocupación, que es lo que más necesitamos para el territorio.
¿No teme un proceso de gentrificación como consecuencia de este desarrollo? La expulsión de la gente de Sant Adrià fruto del proyecto de las Tres Chimeneas, entre otros.
Precisamente creo más en la desgentrificación, le doy la vuelta. Se habla de la gran Barcelona como punto centralizador del área metropolitana, pero si realmente queremos avanzar tenemos que tener una idea más progresista de lo que puede ser una ciudad importante dentro de esta metrópolis. Para que esta crezca a la vez que el punto neurálgico, que es Barcelona, hemos de dotar al entorno de otros factores. Creo que, en este sentido, Barcelona se lo tiene que pensar. No somos competidores, sino que construimos de manera conjunta. Me niego a pensar que Sant Adrià sea la periferia de Barcelona. Somos una ciudad con una media de renta que está por debajo del AMB. El barrio de La Mina nos baja todas las medias, por lo que hay que buscar un equilibrio. Hay una anécdota que me hizo mucha gracia cuando la escuché: el Ayuntamiento de Castelldefels paga los servicios sociales con el IBI de la casa de Leo Messi. Es decir, el impuesto de una casa determinada paga unas necesidades del municipio. No quiero decir que Sant Adrià deba darle la espalda a situaciones de riesgo y vulnerabilidad, pero hay que poner recursos para que eso mejore.
¿Qué futuro le espera a La Mina a 10 años vista?
Espero y deseo que se revierta la situación, pero para eso no tiene que estar convencida la alcaldesa de Sant Adrià, sino todas las administraciones. Se tiene que abordar no solo desde el punto de vista urbanístico, que ya evoluciona. Ahora el gran reto es el derribo del bloque Venus. Claro, derribarlo es fácil porque hay unos ingenieros que te dicen dónde poner la dinamita y tienes el espectáculo, pero hay que afrontar la cuestión social y para revertir esta situación hay un gran handicap: la droga. Mientras exista venta de droga en el barrio, existirá el consumo. Y un gran porcentaje de este no es de La Mina, sino de Barcelona y, últimamente, de personas del este de Europa. Estas derivadas confluyen en la sensación de inseguridad en el barrio. Evidentemente que hay conflictos en el día a día y en esto el Consorcio de La Mina ayuda, pero a nivel de paliativos. La Mina debería ser un compromiso de país o estaremos abocados a seguir en la misma situación.
¿Hay fecha para ese esperado derribo?
No. En breve habrá un Consell de Govern para tratarlo, pero primero se debe realizar el proyecto de expropiación con los vecinos que tienen derecho a realojo o a indemnización. Esas familias no se quedarán necesariamente en Sant Adrià o alrededores. Podrán optar a pisos de transmisión de segunda mano, aunque también hay que valorar lo que los vecinos quieren. Hay que tener en cuenta que vienen de un barraquismo vertical y hay una concentración y densificación de personas muy alta. Es un gran hormiguero. Las situaciones casuísticas que se dan se concentran todas en Venus y si alguna no está, seguro que la encuentras. Deseo que en el siguiente mandato, y espero que no sea un concepto utópico, se realice el derribo del bloque. No podemos esperar más, aunque esta primera fase es la más compleja. Por eso la oficina técnica trabaja para cerrar este plan. Una vez abajo, el espacio será una zona verde, no se volverá a construir vivienda.
Sobre la cuestión de la droga, ¿habría que focalizarla en materia de seguridad? ¿Hacen falta más mossos?
Siempre pediremos más porque está claro que no es suficiente. Sé que los recursos no son ilimitados, pero mi deber como alcaldesa es reivindicarlo porque también hago de altavoz de los vecinos. Ellos piden que haya más presencia policial y, en materia de seguridad, la competencia es de Mossos d'Esquadra. Nosotros, con Policía Local, colaboramos, pero no podemos ejercer en exclusividad esa materia. Hay procesos de investigación, a nivel de entradas por plantaciones o hechos delictivos, que no se pueden menospreciar, pero no son satisfactorias, aunque creo que se está avanzando en ello. Donde hay necesidad es justo donde creo que se tiene que aplicar. La venta de droga genera unas derivadas, no solamente el consumo: implica que se muevan determinadas mafias y un empoderamiento de determinadas familias. Ahí es donde reclamo más presencia de orden público por parte de los Mossos.
Lo ha pedido en reiteradas ocasiones. ¿Le han hecho caso?
Me han escuchado, pero la escucha tiene que ser activa y debe haber una respuesta que todavía espero. En los últimos dos años se ha puesto en marcha un dispositivo conjunto entre mossos y Policía Local exclusivo en el barrio de La Mina en el que se actuaba, especialmente, en el horario más conflictivo del uso del espacio público: desde las 19:00 hasta las 06:00 horas. ¿Resultados? Buenos, pero cuando hablas con los vecinos te dicen que tampoco lo han notado tanto. Por eso remarco que no es suficiente. Hay determinadas actuaciones en las que los policías necesitan otro apoyo, otros instrumentos. Con el orden público serían mucho más contundentes porque en pro de preservar su propia seguridad, no actúan como es necesario a veces. Esto también da un mensaje de quién tiene el control del espacio. Interior me trasladó que este recurso es de carácter reactivo y no preventivo, como los bomberos. Ellos actúan cuando hay algún incendio, pero están ahí. Pido lo mismo, que los antidisturbios estén y hagan presencia. Aluden a situaciones de logística, espacio, necesidades... Las puedo entender, pero Sant Adrià pertenece a la región policial del Maresme hacia Granollers. Esta es otra cuestión que ponemos encima de la mesa: el Besòs de Barcelona y nosotros pertenecemos a regiones policiales distintas, por lo que las coordinaciones se dificultan en zonas fronterizas. Sant Adrià recibe presión de lo que pasa alrededor, tenemos calles confluentes con Badalona, con Santa Coloma y con Barcelona por toda la franja de La Mina y el Besòs.
Las policías locales de Santa Coloma y Badalona tienen o han tenido unidades especiales, parecidas al orden público. ¿No se plantea crear una en Sant Adrià?
Las comparaciones son odiosas. Badalona tiene más de 220.000 habitantes y Santa Coloma más de 140.000, mientras que nosotros no llegamos a los 40.000. Los recursos de Sant Adrià son limitados y más en esta materia. En Barcelona en un momento dado pasa algo y pueden recurrir a otros distritos, como ya he mencionado, pero aquí no. No tenemos la capacidad para realizar una nueva unidad. Lo que trabajamos ahora es la coordinación con Badalona, por ejemplo, en afrontar el mercado de la miseria de los martes. Sumamos recursos y buscamos la complicidad con lo que tenemos alrededor. También nos hemos puesto a disposición para trabajar con la nueva ley respecto al tema de las okupaciones. Nos interesa trabajar con Santa Coloma e incluso con Mataró porque son cuestiones que suceden en todos los municipios. Parece que esto sea una competición para ver quién tiene la unidad con más fuerza y no es esa la cuestión.
Otra cuestión que preocupa a los vecinos son las emisiones de Tersa.
Aquí hay que diferenciar varias cosas. El tema del ruido no es tanto por Tersa, sino por los ciclos combinados. Recién aterrizada en la alcaldía, fui a visitar la instalación de la mano de Airenet para intentar paliar la distorsión que generan en la ciudadanía. La realidad es que están y no sé cuál será su futuro. Algunos apuntan a que dentro de unos años podrían desaparecer, pero mientras tanto, debemos aprender a convivir con ellos. Hay un compromiso de instalar unos reductores de ruido seguramente en abril, aprovechando una parada de mantenimiento. El principal problema es que la humareda, que en principio solo es vapor de agua, surge cuando se ponen en marcha. Sí que hay niveles de contaminación, pero es como cuando arrancas un coche, que suelta humo al principio. En el caso de Tersa, por otra parte, se habla de los olores, pero son más responsabilidad del Ecoparc, ya que recibe toda la basura que después va a la incineradora. Por suerte, los niveles de emisión han bajado muchísimo, especialmente con el nuevo sistema catalizador. Siguen siendo una molestia, pero están relacionados con Aigües de Barcelona y la depuradora, donde también se ha incorporado un sistema biológico para reducir el desagradable olor. Y todo esto es algo que estamos trabajando ahora.
¿El PSC es consciente del peso que tiene el Barcelonès Nord?
Las tres alcaldías nos hemos encargado de reivindicarlo. Es verdad que han habido momentos que, tanto en la alcaldía de Badalona como aquí, a pesar de no ser socialista, se ha reivindicado una mayor atención por parte del AMB a lo que es la zona del Barcelonès Nord. Esto se ha llevado a nivel de partido y queremos que haya un equilibrio territorial y una mayor atención de nuestras necesidades. No nos gustan las comparaciones, pero ha habido una mayor inversión en el Baix Llobregat a nivel de infraestructuras, por ejemplo. Es nuestro momento, tenemos un gran potencial y no hay que dejarlo pasar.
¿Cree que hay un proyecto alternativo al suyo en Sant Adrià?
Tengo que ser respetuosa con todos los grupos municipales que quieren optar a la alcaldía. Nosotros tenemos que hablar de nuestro proyecto. Pueden haber espacios de intersección donde haya aspectos que compartamos, lo que puede enriquecer realmente una buena gobernanza o cogobernanza en un municipio. La bola de cristal no la tengo. Creo que tengo que centrarme en el proyecto que quiero llevar adelante con el equipo que pueda formar. Si luego hay una necesidad de compartir o la estructura de los resultados lo requiere... Pues no hay problema, siempre que haya ganas de poderlo hacer.
¿Le preocupa que Vox entre en el consistorio?
Me preocupa por la distorsión que pueda generar en todos los avances realizados. Con sus más y sus menos, ha habido una alianza y grandes consensos en política de igualdad. Hace poco celebrábamos el 40 aniversario del Centre d'Informació i Orientació de la Dona (CIOD) y nos felicitábamos porque, a pesar de que el recorrido no ha estado siempre en manos del PSC, hemos avanzado en momentos en los que han habido dificultades. Creo que Vox recopilará a los miembros que en su momento fueron de Plataforma per Catalunya (PxC) para intentar desmontar esta política. Aún así, creo que tendremos la fuerza suficiente para intentar desequilibrar esta posible distorsión. Pero lo intentarán de todas maneras, está claro.
¿Piensa que es posible que un cambio en el mapa de la alcaldía, por ejemplo en Badalona o en Barcelona, pueda poner en riesgo los proyectos socialistas o el trabajo conjunto con los municipios de alrededor?
Yo hablo mucho del territorio y mi espíritu es el de intentar aprovechar todo lo que tenemos. Hay una influencia negativa, pero también la hay positiva. Evidentemente, si somos del mismo partido, el entendimiento es claro. Además, damos muestras de ello. Si esto cambia lo lamentaré, pero también nos entenderemos con un alcalde o alcaldesa que no sea socialista. Creo que el respeto institucional debe estar por encima de todo cuando hay un interés general. Tiene que preocupar lo mínimo, aunque el máximo color socialista es importante.