La ruptura del pacto de gobierno en el Ayuntamiento de Barcelona entre Barcelona en Comú (BeC) y el PSC traerá consecuencias. Eso es lo que afirman todos los partidos de la oposición, aunque desde el equipo de gestión municipal se quita hierro al asunto y se afirma que se puede gobernar “perfectamente” en minoría pactando temas puntuales con los diferentes grupos opositores. ¿Tendrá futuro el Zoo de Barcelona? ¿Continuará el proyecto La Casa de les Lletres? ¿Apostará Ada Colau por potenciar comercialmente la marca Barcelona? ¿Despojará al PSC de la presidencia de BSM?

Lo cierto es que a la alcaldesa se le ha puesto la legislatura difícil. El PDeCAT se puso este martes a disposición de ella “para sentarnos y hablar”. Su primera acción: abstenerse en la votación de los presupuestos del 2018 para que éstos puedan seguir su tramitación y luego proponer un pacto de gobierno a BeC.

Pero el socialista Jaume Collboni ya alertó el lunes de que la ruptura es “un error histórico” y, en el futuro próximo, el PSC no estará dispuesto a arrimar el hombro. “El Mobile [el principal salón que se celebra en Barcelona, que amenazó con trasladarse en el 2019 si no había un clima de estabilidad política] pedía estabilidad y resulta que en el mismo momento en que apunta a que puede fugarse si no la hay, Colau dinamita el pacto que le daba estabilidad en el gobierno del Ayuntamiento. Es de locos”, critican desde el PSC.

De lo que no hay duda es de que la gestión diaria peligra. Collboni había actuado de bombero de la alcaldesa en los conflictos con varios colectivos que estaban en pie de guerra, como los de hostelería, comerciantes, mercados, restauración o cultura. E imprimió a su gestión un sello muy personalista. Ahora, toda la filosofía cultural de la Casa de las Letras se puede ir a pique. Y queda en entredicho el proyecto de Barcelona Ciudad Editorial, argumentan desde la oposición. Por ejemplo, Collboni hizo la apuesta del proyecto Ciudad Literaria para aglutinar en un único espacio en Poblenou el trabajo de creación, asociación y gestión del sector editorial, pero ya veremos si en los dos años que quedan de legislatura el proyecto se lleva a cabo.

“SE TRATA DE VOLUNTAD POLÍTICA”

Cuando el PSC llegó al equipo municipal para quedarse, los comunes tenían una Comisionada de Cultura, Berta Sureda. Tenía buena voluntad, era  simpática, pero le fallaba la gestión. “Fue un año nefasto, el primero”, dicen en el sector. Ahora, incluso el actor y productor David Selvas se queja públicamente: “Pues para el mundo de la cultura, la ruptura de BeC y Jaume Collboni no es una gran noticia. Han hecho muy buen trabajo, por ejemplo Barcelona Districte Cultural”, tuiteó en la noche de este lunes.

El mundo de la cultura está a la expectativa de lo que suceda. Desde el Ayuntamiento se recalca que los proyectos iniciados se seguirán desarrollando. Pero no cabe duda de que echarán en falta a la mano que los puso en marcha. “Se trata de tener voluntad política”, advierten los que dudan de que el equipo de gobierno de Colau esté interesado en seguir con algunos proyectos iniciados por Collboni.

La lista de deberes en el aspecto cultural es enorme. El equipo de Collboni había puesto en marcha una decena de proyectos con un sello muy particular. Por ejemplo, el Festival Metropolitano de Danza La Quincena, la primera iniciativa para una política cultural metropolitana. También es el artífice de un convenio con Fira para convertir el pabellón Victoria Eugenia en un espacio para exposiciones de grandes dimensiones en el circuito internacional. La transformación del Bolsín en la biblioteca Andreu Nin es otro, así como un convenio con el Estado sobre la cocapitalidad cultural de Barcelona. La financiación cultural vía impuesto de estancias turísticas serviría, asimismo, para financiar el Grec en agosto o la rehabilitación de Pedralbes.

En el terreno económico, del que se hizo cargo el socialista, los peligros son aún mayores, ya que BeC mantuvo desde el primer momento una pésima relación con los actores económicos y empresariales de la ciudad. En su primer año de mandato, los restauradores, los hoteleros, los comerciantes, los colectivos de los mercados… todos echaron en falta la gestión de un gobierno municipal serio y dialogante. “Estos sectores, al fin y al cabo, sólo quieren proteger la ciudad”, argumentan desde los gremios respectivos. Cada uno a su modo, claro. Pero también es verdad que los pactos a los que habían llegado con el anterior gobierno municipal, encabezado por el convergente Xavier Trias, fueron dinamitados por los comunes de Ada Colau. Un posicionamiento que paralizó a la ciudad y que soliviantó a sus habitantes. Nunca antes un gobierno municipal se había puesto en contra a tantos colectivos como éste. Por eso, la llegada de Collboni fue un bálsamo para los resquemores que se habían levantado.

LA IMPORTANCIA DE LA MARCA BARCELONA

El socialista dobló el presupuesto en promoción económica en este año y medio que gestionó el tema, lo que catapultó a la ciudad de Barcelona a tener presencia en ferias y congresos internacionales. Una de las primeras cosas que hizo el PSC al llegar al equipo de gobierno fue poner a una persona especialista en la marca Barcelona y otra en diseño, así como implicarse a fondo en la promoción económica del consistorio, que “estaba muerta”.  Collboni también creó el Consejo de Promoción Internacional de Barcelona, con la sociedad civil. Para ello, llegó a acuerdos con Gonzalo Rodés (Barcelona Global), Núria Cabutí (Penguin Random House) o el exconsejero Andreu Mas-Colell.

Los socialistas también fueron los impulsores de iniciativas como la gestión del proyecto Marca Barcelona, que siempre fue vista con recelo desde las filas de los comunes, la candidatura para la Agencia Europea del Medicamento (EMA, según sus siglas en inglés)… ¡que los máximos dirigentes de BeC rechazaban en principio porque no era bien visto por sus bases!, o el proyecto Apeus, gestión de modelos de comercio similares a los anglosajones en distintas zonas de la ciudad.

¿QUÉ SERÁ DE LAS GRANDES EMPRESAS?

Por si fuera poco, los socialistas tienen la presidencia de BSM, la principal empresa pública municipal, implicada en un nuevo modelo de gestión de movilidad inteligente, o del futuro nuevo Port Olímpic. También fue suya la batalla por modernizar y salvar el Zoo en un momento en que la cúpula de BeC lo puso en duda y apostaba por su eliminación. En estos momentos, ya está en marcha un nuevo plan de inversiones liderado por BSM y con un nuevo director al frente, Antoni Alarcón. Habrá que ver si esa situación varía en un futuro próximo o se mantiene el proyecto de Collboni por mantener el recinto dentro de la Ciutadella.

Desde el Ayuntamiento se afirma que aún es pronto para confirmar si va a haber cambios en todos estos sectores, pero “la valoración que se hace de la labor hecha es muy positiva, por lo que no tiene porqué desaparecer y, aunque habrá que ver cada caso en particular, en principio la gestión se continuará desarrollando como se venía haciendo hasta ahora”. Eso, claro, sobre el papel. Ya se verá cómo se traduce en la práctica.

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