El presidente de la Generaliat, Carles Puigdemont, ha declarado la independencia de Cataluña pero, inmediatamente, la ha suspendido con el objetivo de ganar tiempo, a la espera de abrir negociaciones con el gobierno español.

"Si todo el mundo actúa con responsabilidad, el conflicto se puede resolver de manera serena. Por nosotros, no quedará", ha recalcado Puigdemont, instantes después de proclamar la independencia.

Después de un discurso plagado de reproches al ejecutivo que preside Marano Rajoy, en el que ha recordado todos los presuntos agravios que ha sufrido Catalunya en los últimos años, el presidente de la Generalitat ha recalcado que Catalunya se ha ganado el derecho a la independencia tras los resultados del 1 de octubre.

El discurso de Puigdemont solo ha sido aplaudido por los diputados de su formación politica. Los miembros de la CUP, con caras contrariadas, han esquivado cualquier gesto de complicidad, escenificando las discrepancias en una coalición que queda muy tocada. El escenario de unas nuevas elecciones gana fuerza.

SENTENCIA DEL TC

El presidente de la Generalitat ha recordado los capítulos más tensos de los últimos años, rescatando las sentencias firmes contra Artur Mas, Joana Ortega, Iriene Rigau y Albert Homs, y otras decisiones judiciales que, según su visión, perjudican a los intereses de Catalunya. Puigdemont ha remarcado que la sentencia del Tribunal Constitucional de 2010 contra el Estatut marcó un punto de inflexión en las relaciones entre la comunidad autónoma y el Estado.

También ha dedicado un pequeño espacio para dirigirse, en castellano, al resto de los españoles, a los que ha intentado convencer de las bondades que la independencia de Catalunya tendría para ellos. También ha expresado su voluntad de encontrar una solución pactada: “No somos delincuentes, ni locos, ni golpistas, ni abducidos, somos gente normal que quiere votar y que estamos dispuestos al diálogo. Queremos estar mejor, queremos entendernos mejor”.

Puigdemont, asimismo, ha criticado con dureza que la Constitución no haya sido modificada desde su aprobación para que en ella pudieran verse satisfechas las demandas que, según él, tiene el pueblo catalán.

Acabados los reproches, dirigidos también a quienes desde Europa se han cansado de repetir que este problema era un asunto interno, Puigdemont ha asegurado que ya han empezado las mediaciones, algunas conocidas y otras no, y que en los próximos días habrá nuevas conversaciones porque Catalunya se ha convertido en un asunto europeo. “Hay un grito de diálogo por los efectos que puede tener una mala resolución de esta situación. Nos han pedido que demos un tiempo para llegar a un acuerdo con el estado español, ha manifestado el presidente”.

Puigdemont, finalmente, ha hecho un llamamiento a la calma dirigida a todos los ciudadanos catalanes y, sobre todo, ha criticado la fuga de empresas que se está produciendo desde que se vislumbró la posibilidad de la declaración unilateral de independencia: “Pido a las empresas que no caigan en la tentación de usar su poder para asustar a la población”. El cambio de las sedes sociales de los principales bancos y algunas compañías ha hecho mucho daño al proceso soberanista.

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