Junts presentó una moción de reprobación al alcalde. Dicen los neoconvergentes que Jaume Collboni tiene una manifiesta incapacidad de llegar a acuerdos con el resto de los grupos. Con entusiasmo votaron a favor Barcelona en Comú, PP y Vox. Unos los crían y ellos se juntan.
No vimos al líder provisional -y precario- de Junts, Jordi Martí, rasgarse las vestiduras por estos apoyos interesados y cortoplacistas. Vamos a ver, ¿el alcalde es incapaz de llegar a acuerdos con el resto de grupos? Sí. ¿Por culpa del alcalde? No. Con rotundidad no.
Los de Junts tiran la piedra y esconden la mano. No quieren pactar absolutamente nada, ni siquiera los temas en los que están de acuerdo como, por ejemplo, poner fin al fiasco de la reserva del 30% de las promociones de vivienda. Ya quisiera escuchar al mundo empresarial que pone el grito en el cielo por los acuerdos de los socialistas con ERC o comunes, que gritaran con tanto entusiasmo al grupo municipal neoconvergente u organizarán comitivas a Waterloo para exigir a Puigdemont compromisos. No sería la primera vez. Las visitas guiadas del mundo empresarial a Waterloo llevan produciéndose desde las elecciones autonómicas. No consta que en ninguna de ellas se haya recriminado al Molt Honorable que su grupo se moje en la gobernabilidad.
En un ejercicio de ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio, Junts culpa al alcalde de ser incapaz de llegar a acuerdos. Lo mejor es que lo dicen quienes son incapaces de explicar su modelo de ciudad. Sin líder, los de Junts están en el pleno municipal como elefante en cacharrería. Lo rompen todo y no construyen nada.
La propuesta fue apoyada con entusiasmo y ardor guerrero por parte de los comunes. Su líder interina, Janet Sanz, en su afán en parecerse a la líder de verdad, Ada Colau, apoyó a la derecha de toda la vida. No hay constancia de urticarias en la interina líder de los comunes que acusan a Collboni de prácticamente de todo. En breve, surgirán voces de la implicación del alcalde en el asesinato de Kennedy.
Para los comunes todo vale para tirar con fuego graneado contra el edil municipal al que se presenta como un individuo sumiso y cabizbajo ante la burguesía barcelonesa. Así Colau y los suyos se siguen erigiendo en el último bastión de la izquierda, aunque defiendan políticas que dejaron a Barcelona como pollo sin cabeza.
PP y Vox se sumaron a la algarabía. Son los únicos que tienen menos que perder y protagonismo que ganar. Sirera, además, necesita el foco mediático ya que en el congreso del PP tendrá sus cinco minutos de gloria. Junto a Feijóo ha defenestrado a Alejandro Fernández.
Lo mejor es la abstención de ERC. Los republicanos siguen poniéndose de perfil. Quieren ser socios prioritarios, o sea los niños mimados, pero al tiempo marcar distancias con el PSC. Una vez más, Esquerra no es un socio de fiar. Nunca lo ha sido. Quién no recuerda sus displicencias en los tripartitos o con Junts. Siempre marcando paquete, en argot de Joan Puigcercós, y de fidelidad con los compromisos nada de nada.
Collboni debería convocar un pleno monográfico. Para demostrar quién es quién a la hora de llegar a acuerdos. Extender la mano para alcanzarlos, pero a ser posible con un guante protector porque Junts y comunes, y no digamos PP y Vox, solo quieren mordérsela. De ERC, de paso, me fiaría más bien poco. Pero sí, pleno para explicar modelo de ciudad y para dar cifras de cómo evolucionan todos los marcadores.
Desde vivienda a seguridad, pasando por limpieza, economía, empleo e inversiones en los barrios. La política es el mejor antídoto ante la demagogia y el postureo. Dos no pactan si uno no quiere. Y ese uno no es Collboni.