Wayne Griffiths
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El presidente de Seat y Cupra, Wayne Griffiths, ha inaugurado el nuevo Garage de Cupra en el Eixample. Inglés de nacionalidad alemana porque quiere ser europeo pese al Brexit, llegó por primera vez a Barcelona el año antes de los Juegos Olímpicos y fue uno de los primeros vecinos de la Villa Olímpica. Destinado de nuevo a Alemania, prometió que un día volvería. Y aquí está para reivindicar el papel de los coches privados en el fututo de las ciudades, y recordar que “los ciudadanos tienen derecho a la movilidad individual”. No olvida que su padre dirigía un concesionario en Mánchester y él le ayudaba limpiando coches. Con toda una vida dedicada a los automóviles, asegura que “lucho mucho como presidente de Anfac y de Seat para defender la importancia de la industria”.
Integrado en la ciudad con abono en el Liceu, le gustaron el teatro de Josep Maria Flotats y de La Cubana, como le agrada que “Barcelona es una ciudad con mucho diseño, gente joven y un futuro con coches limpios. Son parte de la solución del problema”. Con oficina y residencia en la Barcelona libre sin Colau y sin su urbanismo táctico que ha colapsado la ciudad, es un gentelman y señor de Barcelona que no cita a la alcaldesa para nada. Como ni ella ni su destructora de la industria y de puestos de trabajo, Janet Sanz, no acudieron al acto, los asistentes se ahorraron sus pésimos modales y sus malas caras. Y se lo agradecieron a Griffiths, que es persona culta, viajada, políglota y trabajadora. No como otras, que le tienen manía.