Xavier Marcé: "No se entiende la vida cultural de Madrid sin la capacidad creativa de Barcelona"
El concejal de Cultura del Ayuntamiento de Barcelona señala que se debe lograr la conjunción de intereses entre el Ministerio de Cultura, la Generalitat y el consistorio para la transformación de Montjuïc
16 diciembre, 2023 23:15Noticias relacionadas
Xavier Marcé (L’Hospitalet, 1957) conoce el género. Es el concejal de Cultura e Industrias Creativas del Ayuntamiento de Barcelona y el responsable del distrito de Nou Barris. La gestión cultural ha sido siempre una de las especialidades de Marcé, desde el ámbito público, pero también privado, en su etapa como vicepresidente del Grup Focus. El relato que defiende es el de la “normalidad”, la de los lazos que ya existen en la cadena de valor de la cultura, que hace que los profesionales de las dos grandes ciudades españolas, Madrid y Barcelona, estén plenamente en contacto, “con una colaboración intensa”. Otra cosa es el ámbito político e institucional, que a él le corresponde como concejal, pero Marcé insiste en quitar hierro a las habituales rencillas. Recibe a Metrópoli en el Palau de la Virreina, en su despacho, donde, entre mil papeles, explica los retos culturales de la ciudad. Fiel a la idea de que lo importante no es tanto el “escaparate” como lo que se cultiva en un determinado territorio, señala con contundencia: "No se entiende la vida cultural de Madrid sin la capacidad creativa de Barcelona".
Esa consideración es esencial en el esquema de trabajo de Marcé, consciente de la comparación constante con Madrid y con una cierta idea que se ha instalado en los últimos años sobre la supuesta parálisis cultural en Barcelona. ¿Qué es lo importante, el escaparate o lo que forma parte de él? “Barcelona es un centro capital en formación, en creación, innovación y desarrollo creativo. Que después tengamos la posibilidad de convertirnos en el espacio donde esto se exhibe, donde se produce en una escala global ya depende de elementos más complicados. Disponer de las infraestructuras adecuadas, tener la capitalidad, la concentración de colecciones y de elementos de centralidad cultural es importante, y es obvio que no disponemos del nivel de Madrid, París o Londres. Pero en el panorama de la cadena de valor de la cultura, jugamos, hemos jugado y jugaremos un papel esencial. No se entiende en estos momentos la vida cultural de Madrid sin la capacidad creativa de Barcelona”.
Marcé va más lejos. Cuando se le insiste por esa dualidad con Madrid, la ciudad que se ha especializado, por ejemplo, en los musicales, al estilo de ciudades globales como Londres, el concejal de Cultura habla del talento de los profesionales, de las escuelas de formación. “Aquí vienen y se forman cineastas de todo el mundo, gente de Latinoamérica, de Francia, de Alemania. Se crean startups y somos un atractivo para ellas, que son importantísimas en la industria creativa. Que después acabemos siendo el escenario donde se producen estos acontecimientos, esto casual. Y es una mirada, yo diría, un tanto decimonónica de la cultura que hay que romper y que hay que plantearla en términos globales”.
Lo que plantea Marcé es que Barcelona se ha convertido en una especie de vivero que proporciona profesionales, una trama cultural de la que se nutre toda la cadena de valor de la Cultura, en el ámbito audiovisual y teatral en primer término, pero también en la industria de las artes creativas, cada vez con mayor peso. ¿Eso es lo más importante?
“No necesariamente es lo más importante, pero es algo imprescindible en la cadena de valor. Barcelona la tiene, la posee, la ejerce y la practica, con un enorme peso específico. Lo lamentable sería que no tuviéramos ni esa capacidad creativa, ni de formación o de elaboración de proyectos, ni tuviéramos los escenarios para entendernos”.
Barcelona se ha especializado, sin embargo, en el terreno musical, con una amplia oferta de festivales musicales. Algunos de ellos, sin embargo, comportan externalidades negativas para la ciudad. Y el Ayuntamiento ha tenido que lidiar con contradicciones y peticiones de festivales, buscando un difícil equilibrio entre los promotores y los intereses de la ciudad, como ha sido el caso del Primavera Sound. Marcé es prudente. Busca llegar a acuerdos que puedan ser satisfactorios para todos. Y destaca la característica de Barcelona, y es que todos esos festivales son “urbanos”, celebrados en el perímetro urbano, con los aspectos positivos y negativos que comporta.
Marcé entiende que Barcelona se haya especializado en los festivales musicales, mientras otras ciudades, como Madrid, disponen de “grandes colecciones, con patrimonios que permiten museos como el Prado o el Louvre”. La cuestión con los festivales es que se debe entender todo lo que suponen: “Un festival no deja de ser un modelo empresarial que quiere crecer, es normal, pero la ciudad tiene otros requerimientos. Los espacios públicos no son espacios que deban estar sujetos a criterios de carácter comercial, sino justamente deben mantener un objetivo, digamos, socializador de la cultura”.
El concejal añade que los festivales deberían, también, adquirir un ámbito metropolitano, con la idea de distribuirlos territorialmente. Marcé asegura que se trabaja para lanzar una medida, a partir de marzo de 2024, que pueda reordenar todo el mapa de festivales. “Estamos trabajando en una medida de gobierno para que todo se pueda resolver a partir del año 2024-2025”.
Una decisión del consistorio que ya se ha tomado afecta al Born Centre Cultural, que de icono independentista ha pasado a formar parte de la red del Museu d’Història de Barcelona (Muhba), con el objetivo de que se reinterprete a la luz de un relato global de la ciudad. “Que el Born Centre Cultural se integre en esta guía de museo extendido, que es el Muhba, lo que hace es justamente explicar mejor Barcelona, sin que se dejen de lado ninguno de los programas de memoria que estaban proyectados".
La conversación con Marcé retoma la cuestión de los festivales. El Ayuntamiento tuvo un problema con el Primavera Sound que se ha ido conduciendo, tras una doble decisión de los promotores del festival: celebrar una edición en Madrid y renunciar, al poco tiempo, a ella, concentrándose, de nuevo, en Barcelona. Marcé señala que el Ayuntamiento no cambiará su modelo de subvenciones, y que el Primavera Sound como el Sónar, u otros festivales, seguirán recibiendo ayudas, que son pequeñas, por la propia potencia de esos certámenes entre el público. Y rechaza Marcé la polémica sobre el aumento de las tasas que cobra el consistorio. El debate que se debe realizar, a su juicio, es otro y atañe a la propia responsabilidad con la ciudad: “El debate está en analizar y poner encima de la mesa otro tipo de discusión. En la medida en que usted está haciendo una actividad que tiene una variable claramente comercial, ¿cómo usted participa en los gastos que ello supone? El debate no es si usted debe pagar una tasa de 50 o de 100. Lo importante es tener en cuenta lo que le cuesta a la ciudad un determinado festival, en términos de movilidad, de limpieza o de molestias entre los vecinos. Y en eso está el consistorio para encontrar un modelo en el que, de la manera más democrática posible, abierta y justa, esto se reparta entre los diferentes actores”.
Lo que está en juego, como en otros ámbitos, es el papel de la administración pública y el sector privado. Marcé, cuando se le plantea que eso ha podido confundirse en el pasado reciente, responde que para él en Barcelona siempre ha existido una colaboración público-privada. “El sector privado ha existido siempre, faltaría más, y menos mal, porque en caso contrario estaríamos limitando muchísimo la vida cultural de la ciudad. Lo que señalo en muchas ocasiones es que no se puede entender la vida cultural de la ciudad sin que lo público y lo privado tengan una relación que permita explicarlo todo en conjunto y que no se puede explicar la vida cultural de la ciudad diciendo que la vida cultural es aquello que es público y lo privado es otra cosa. Y no se entiende eso, porque la interrelación funciona en un proyecto público y mañana es un reto privado, con una obra de teatro en un teatro privado. Un ejemplo fantástico de colaboración público-privada en el ámbito cultural es el Disseny Hub Barcelona, con un museo público que tiene su línea de actuación con sus exposiciones y, a la vez, es la casa de un sector creativo que propone sus propias actividades, como el FAD, (Foment de les Arts Decoratives). Hay que pensar, también, en los festivales de cine independientes, son 27, todos ellos privados, que reciben una pequeña subvención y que por ello no se convierten en públicos”.
La cultura en Barcelona, sin embargo, no se puede analizar como algo aislado. El gobierno municipal del PSC, con el alcalde Jaume Collboni a la cabeza, reclama que el hecho metropolitano esté cada vez más presente. Pero queda un largo recorrido. Marcé asume el trabajo que queda por hacer, desde la asunción de que hay una doble dirección. “Hay una circulación de personas desde la Barcelona metropolitana a la ciudad de Barcelona, como capital. Somos el gran escaparate metropolitano, pero no es tan evidente a la inversa. Un barcelonés no va a Cornellà a ver una actividad cultural, o al Atrium de Viladecans, O, incluso, al Teatre Joventut de L’Hospitalet, que está a una parada de metro, o la Tecla Sala. Por supuesto, ir a Terrassa o Sabadell ya le parece una locura. Es decir, el movimiento de personas en las dos direcciones no se da con normalidad y en eso hay que poner énfasis desde el Ayuntamiento. Tenemos mucho interés en promover cultura y en romper este maleficio. No hemos conseguido que el área metropolitana haya incorporado la cultura como un elemento departamental”.
Marcé valora como algo muy meritorio iniciativas como la de L’Hospitalet, con el Distrito Cultural, que ha logrado que se llame a la ciudad metropolitana como el Brooklyn de Barcelona, al concentrar una actividad cultural que se va de la capital por cuestiones económicas. De hecho, la cantante Rosalía ha decidido situar su estudio en L’Hospitalet, dando relevancia a una decisión atrevida por parte de los gestores municipales, aprovechando las naves industriales que habían caído en desuso. “Se está creando un núcleo de atracción de empresas, talleres y artistas muy notable. A mí me parece que sigue siendo Barcelona. No me genera ningún problema. Pero es cierto que eso, todavía, se vive en algunos ámbitos como una cierta rareza”.
El gran proyecto en Barcelona, sin embargo, mira a la montaña, a Montjuïc. La posibilidad de constituir una especie de “milla del arte”, como sucede en Madrid con los grandes museos pictóricos, mueve al consistorio a buscar complicidades. Marcé tiene claro que la capital catalana no puede competir “con las grandes colecciones acumuladas a lo largo de los siglos, con un enorme patrimonio”, en referencia a Madrid y al Museo del Prado, pero sí se persigue que el MNAC(Museu Nacional d’Art de Catalunya) tenga un mayor papel, con la ampliación prevista, que “bajará” el museo hasta la plaza Espanya, en colaboración con Fira de Barcelona. El problema es aunar esfuerzos: “Hay que juntar intereses, los del Ministerio de Cultura, la Generalitat y el Ayuntamiento teniendo en cuenta que será necesario un esfuerzo económico importante. Hay un factor urbanístico y también otro cultural, y se debe clarificar el acceso, la movilidad y el crecimiento”.
La pieza esencial será el MNAC, a juicio de Marcé, que admite uno de los problemas del anterior gobierno municipal y que había expresado el propio director del museo, Pepe Serra. Y es que la administración local ha sido, a diferencia de la de Madrid, muy prudente a la hora de publicitar en la calle toda la programación del museo de Montjuïc. “Hemos vivido una etapa de cierto pudor comunicativo respecto al uso del espacio público, esto es indiscutible. Una etapa en la que las ideas sobre el paisaje urbano han sido muy estrictas, donde la capacidad de utilizar ese espacio urbano para comunicar y, a veces, para llegar a acuerdos, incluso, con empresas y entornos privados para poder hacer intercambios, ha sido muy difícil. Confío en que poco a poco, con los parámetros del gobierno actuales esto se vaya normalizando y, especialmente, con aquellas actividades que tienen un clarísimo objetivo público como es la cultura”.
Y ahí surge una cuestión determinante para Barcelona. ¿Ha tenido efectividad la llamada cocapitalidad, el dinero procedente del Gobierno central para reforzar los equipamientos culturales de la capital catalana? Marcé no tiene duda. “La cocapitalidad es esencial para Barcelona. Es un acuerdo de Estado. Es imprescindible, porque hace justicia a un déficit que teníamos. Ahora la aportación es de 20 millones, pero yo opino con toda claridad que deberían ser 40 millones. No tengo problema en decirlo y vamos a trabajar para ello. Pero también con un objetivo, el de poner a Barcelona al frente, --para que lidere de forma clara--, de determinados sectores como las artes digitales o el mundo editorial. El problema que hemos tenido es que el Ayuntamiento ha tenido que utilizar parte de ese dinero para compensar el déficit histórico de aportación del Estado en los equipamientos en los que orgánicamente participa el propio Estado, en los patronatos. Necesitamos dos o tres ejercicios para normalizar esa situación”.
La dialéctica con Madrid, por tanto, acaba saliendo de nuevo, al entender que es la ciudad que el Gobierno de todo el Estado hace suya. Marcé lanza un doble mensaje, el de cambiar la forma de pensar la propia Cultura, y el de constatar la enorme colaboración que ya existe entre las dos ciudades, entre los propios creadores de cultura. “Barcelona juega un papel muy importante, teniendo en cuenta que hoy en día la vida cultural no se puede entender a escala global entre ciudades o espacios que quieran ocupar el cien por cien de la cadena de valor. No existe eso. La cadena de valor es global. El problema lo tiene quien no participa o simplemente compra. Nosotros no compramos. Somos un agente activo en la aportación cultural global. Aportamos más creatividad que producto acabado, es cierto, pero aportamos mucha creatividad”.
Entonces, ¿Qué se pide? El concejal, curtido en mil batallas culturales, en el ámbito público y privado, lo tiene claro: “Lo que yo quisiera es que la capitalidad supusiera aportar más recursos a ciertos tipos de proyectos en los que tenemos la capacidad de liderazgo, y que pudiéramos reducir la necesidad de compensar aquello en el que el Estado no aporta lo suficiente, como en el MNAC, el Macba o el Auditorio. Así de claro”.
¿Lo dice Marcé porque hay la sensación de que prima una cierta competición, de qué te puedo quitar para tener yo? “Desde mi punto de vista, Madrid y Barcelona no es que deban colaborar, es que en la vida cultural normal ya colaboran. El problema será de carácter institucional, político, como se quiera, pero colaboran con normalidad. Los trabajadores de la cultura, los artistas, los creadores, los técnicos, colaboran con toda normalidad, circulan de aquí a allá y al revés sin ningún tipo de problema”.
Barcelona será la ciudad invitada en la Feria del Libro de Guadalajara (México) en 2025. Marcé cree que se trata de una oportunidad enorme: “Puede contribuir de manera importante a mantener esa capacidad de seguir liderando la comunicación de novelistas y de intelectuales latinoamericanos que se proyectan a Europa desde Barcelona. Y nos permite mantener un cierto pulso con una ciudad que quiere competir por diversas razones con nosotros en términos editoriales que es Madrid”, concluye, en línea con su discurso de que Barcelona pueda ser ayudada en aquello en lo que ya es puntera.
Ahora bien, ¿cómo podrá actuar Xavier Marcé en los próximos meses, con qué presupuestos, con qué socios de gobierno? El concejal de Cultura confía en que Jaume Collboni logre un acuerdo con los posibles socios en el consistorio. Pero no se inclina ahora por ninguno. Sí tiene claro que es "difícil" gobernar con diez concejales.