El llamado Triángulo Golfo, en el Parc i la Llacuna del Poblenou, se ha convertido en el epicentro de fiestas y borracheras de Barcelona. En la zona se acumulan bares, salas de conciertos y discotecas que hacen la vida imposible a los vecinos. Los botellones en medio de la calle siguen teniendo mucha presencia. El ruido a altas horas de la noche, los gritos y el incivismo son el pan de cada día. Pero si hasta ahora descansar por las noches resultaba difícil, ahora ya es misión imposible. Al alboroto causado por el ocio nocturno, ahora se suman hoteles low cost, residencias de estudiantes y fiestas privadas. Y es que el Triángulo Golfo se expande y va más allá, y los vecinos piden al Ayuntamiento de Barcelona que actúe.

El Triángulo Golfo se sitúa en las calles de Pere IV, en el tramo entre Zamora y Badajoz. El problema se prolonga desde hace años en los alrededores de la discoteca Razzmatazz y otros bares de la zona. Pero ahora se añade otro factor, y es la llegada masiva de turistas a la zona debido a la ubicación de hoteles baratos, residencias de estudiantes y oficinas con afterwork, que no respetan el descanso de los vecinos. Desde la plataforma SOS Triángulo Golfo aseguran que el vandalismo y el ruido se han extendido a las calles contiguas.

ESTUDIANTES ASALVAJADOS

Ada es una de las vecinas y miembro de la plataforma que sufre el incivismo de las decenas de jóvenes que piensan que el barrio es suyo. Solo en su misma calle puede contar dos residencias de estudiantes. En ellas se alojan adolescentes extranjeros que vienen a pasar unos meses a la capital catalana. “Son grupos de 30 y 40 jóvenes que gritan y cantan a pleno pulmón por las noches y no respetan el descanso de los vecinos”, asegura a Metrópoli. Las residencias son Beyoo Marina Student, en la calle Sancho de Ávila con Zamora, y la otra más reciente es Vita Student Poblenou, también ubicada en Sancho de Ávila con la avenida Meridiana. Los grupos de jóvenes están controlados por un monitor, aunque Ada señala que "tampoco hacen nada para evitar las molestias a los vecinos".

Además de los estudiantes asalvajados, los vecinos del Triángulo Golfo conviven con hoteles low cost, un gran reclamo para turistas.  “Barcelona es la discoteca de Europa. No es un turismo de calidad, es un turismo de borrachera de fin de semana”, critican los vecinos. Entre los establecimientos se encuentra el Hostel 22 --en las calles de Pamplona con Tànger-- y el Hotel Capri --en Sancho de Ávila con Zamora--, donde se celebran principalmente despedidas de soltero.

A la llegada masiva de turistas al barrio, se suman las fiestas ilegales en pisos particulares y las oficinas, que utilizan las terrazas para hacer afterworks. Según explica Ada a este digital, desde la plataforma pidieron a los responsables que respetasen los niveles de ruido. Sin embargo, la respuesta fue que “tenían que amortizar la terraza que tenían para sus clientes”. Desde la entidad aseguran que no es la primera vez que avisan a la Guardia Urbana en estos casaos, pero lamentan que no han visto ninguna actuación policial.

El Triángulo Golfo es el principal foco de conflicto de esta zona del distrito de Sant Martí. No obstante, los vecinos denuncian el abandono institucional del gobierno municipal. Desde la plataforma señalan que el Ayuntamiento de Barcelona organiza eventos musicales en los jardines del Auditori del Teatre Nacional, en la avenida Meridiana, algo que no llegan a entender: “Saben que somos un barrio tensionado y siguen programando festivales”.

CONTAMINACIÓN ACÚSTICA

De hecho, el propio consistorio barcelonés colocó unos sonómetros para medir el ruido en esta zona tan conflictiva. Los resultados dieron la razón a los vecinos y demostraron lo que parecía una evidencia. Según el informe de las sonometrías practicadas por el Ayuntamiento entre el 22 de octubre y el 23 de diciembre de 2022, el ruido sobrepasaba los parámetros permitidos.

Tras este análisis, el gobierno municipal tomó cartas en el asunto y propuso una serie de medidas para paliar el exceso de ruido. Sin embargo, para los vecinos del Triángulo Golfo no son suficientes, y presentaron alegaciones para ampliar la zona afectada y añadir las residencias de estudiantes y las fiestas en oficinas y pisos. Todo con un único objetivo: “Queremos cero ruido en nuestro barrio”, concluye Ada.

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