Se supone que un torneo de tenis es para ir a ver tenis, pero desde que las marcas comerciales apostaron por el deporte de la raqueta y dispusieron de un Village, la cosa ya no es lo mismo.

Lo de village viene del inglés, como las propias reglas del juego. Las inventaron los jóvenes ociosos de la aristocracia británica en el siglo XIX, cuando el Empire de la Reina Victoria. Se aburrían, los chicos de su Graciosa Majestad, así que les dio por ponerle reglamentación a todo deporte que se disputase sobre verdes praderas: fútbol, rugby, hockey, polo, etc.

En aquella época el 'village' consistía en una mesa-camilla apostada junto a la pista para tomar el té entre juego y juego. Ahora, el Village es como un inmenso escenario en el que se va a lucir palmito, hacerse notar, pactar negocios y, si se tercia, ver un poco de tenis. Porque una cosa es comprar la entrada para las pistas y otra, diferente, acceder al Village. Para eso se necesita un pase especial o una acreditación que te lo permita. El acceso da la posibilidad de pasear, de dejarse ver, de codearse con el quién es quién de Barcelona, la 'gente guapa' que, año tras año, se acerca a las instalaciones del RCT Barcelona-1899 cual rito anual de ave migratoria.

Una vez dentro, el Village se abre en todo su esplendor. Es lo que dice su traducción: una especie de 'pueblo pequeño', con una calle central, flanqueada por dos aceras donde se alinean portales en los que las diferentes empresas patrocinadoras hacen gala de su presencia y ofrecen un espacio de lujo, como gentiles anfitriones. Si se está invitado se puede comer y beber, mientras se charla de todo: negocios, política, tiempo... Y hasta de tenis.

Este año todos querían ver a Novak Djokovic, un ex Nº1 en horas bajas, sobre todo por el morbo de verlo enfrentado a nuestro Rafael Nadal. Se habían vendido todas las entradas para el viernes, que era cuando tendrían que haberse medido en cuartos. Pero el serbio, eliminado de primeras, ha arruinado las expectativas.

Pero queda Nadal, nuestro Rafa. Y cuando juega Nadal, todo el mundo abandona el Village y se pone a hacer cola en los diferentes vomitorios que dan acceso a la pista central, capaz de albergar 8.042 espectadores. Es lo que tiene Nadal, que nadie quiere perdérselo. Le han visto ganar el torneo cuando aún era chavalín (en 2005) y ahora esperan que alce su 11º Trofeo Conde de Godó.

MADRID Y BARCELONA

Dicen que el del Mutua Madrid Open es de lo más 'must' en cuanto a Villages se refiere. No en vano, su presupuesto dobla al del Barcelona Open Banc Sabadell. Ambos torneos han subido un 5% el del año pasado, quedando en 22 millones de euros el que se disputa en la capital y en 10,5 millones el que sucede en el legendario RCTB desde hace ya 66 ediciones.

La diferencia la marca la cantidad de premios en metálico que se reparten los jugadores. En el Barcelona Open Banc Sabadell, el campeón se embolsa medio 'kilo', mientras que en Madrid es el 'kilo' entero. De ahí que el Mutua sea un Masters 1000 y el de Barcelona, un ATP 500. El Godó llegó a serlo en su día, pero Madrid pujó más fuerte y en 2009 se llevó el gato a la Caja Mágica, presta a recibir la próxima edición en pocos días: del 4 al 13 de mayo.

El 75% de los 10,5 millones del Barcelona Open Banc Sabadell procede de patrocinios. Son unas 65 empresas, entre las que destaca la propia entidad financiera, que se asocia con el torneo por decimoprimera ocasión... aunque sigue sin poder evitar que los más veteranos sigan llamándole 'El Godó'.

El segundo gran patrocinador es el Ayuntamiento de Barcelona, tras el cual viene un grupo de tres grandes: Emirates, Peugeot y Estrella Damm. Después vienen 24 más, que son los que salen en las páginas oficiales, entre los que se incluyen La Vanguardia, Segura Viudas, Mapfre, etc.

Un 10% de los ingresos del torneo procede de la venta de entradas (95.000 personas en la pasada edición), mientras que el 15% restante corresponde a los derechos televisivos, que se reparten TVE, TV3 y Movistar+ (300 millones de personas de 16 países, en 2017).

Aunque otros patrocinadores se reparten en el Fan Boulevar (una larga avenida plagada de tiendas deportivas) es en el Village, y en su exclusiva La Terraza Market, donde las empresas aprovechan para amortizar su inversión de mercadeo con invitaciones, comidas y actos de toda índole.

El Village del Godó: el lugar donde hay que estar cuando hay que estar.

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