El coronavirus silenció la música: historias de una crisis sin fin
Metrópoli habla con Arrels de Gràcia, Los Errantes, Crazy for the swing y David Torras sobre su delicada situación tras más de un año de pandemia
26 junio, 2021 00:00Noticias relacionadas
Unos 110 millones de euros en pérdidas y más de 40.000 despidos. Esta era la previsión que la Associació de Representants, Promotors i Mànagers de Catalunya (ARC), que engloba al 80% de las empresas catalanas de música en directo, hizo en junio de 2020 sobre el impacto que la pandemia tendría en el sector. Un año después, la entidad está a punto de publicar los datos reales del efecto de la crisis sanitaria en grupos, bandas y orquestas. El estudio verá la luz en las próximas semanas, pero en conversación con Metrópoli fuentes de ARC han confirmado que el pronóstico se ha cumplido, prácticamente, en su totalidad.
Los números de ARC, que se basaban en una encuesta realizada a 640 empresas, entidades y asociaciones del sector, preveían una caída del 80% de la facturación entre el 1 de marzo y el 30 de septiembre de 2020 respecto al mismo periodo de 2019. Los trabajadores despedidos y en ERTE que habían pronosticado –40.280, para ser exactos– suponían un 76% de todas las plantillas. Además, el Covid-19 habría obligado a suspender 10.037 eventos a los que hubiesen asistido unos 8.500.000 espectadores. “Ahora hemos visto que los datos fueron muy parecidos. Hubo un repunte a finales de año, que ayudó a muchas empresas, pero en general 2020 fue muy malo para todos”, explican las mismas fuentes a este diario.
ARRELS DE GRÀCIA: "CON TRABAJO ESTABLE NO HUBIÉSEMOS VUELTO"
Conciertos suspendidos como los de Arrels de Gràcia, uno de los grupos de rumba catalana más populares de Barcelona. Formado por Climent Campà, Pito Rosas, Diego Zamora y Ramon y Jonatan Giménez, alias Ximenis, que atiende a Metrópoli, son conocidos por canciones como L’espardenya, Sunmorenao o La Moto. Aunque su éxito no ha impedido que algunos de ellos hayan tenido buscarse la vida fuera de la música durante el último año. “Antes solíamos tocar en muchísimos eventos. Actuábamos en congresos, bodas…”, recuerda el vocalista y guitarra de la banda. Pero llegó el estado de alarma, se quedaron sin bolos y necesitó encontrar otro trabajo.
Entre los meses de junio y octubre de 2020, Ximenis dejó el micrófono para hacer de repartidor en una empresa de envíos. “Llevaba en la música ocho años. Estuve repartiendo cinco meses y luego me volví a quedar parado. Ahora va saliendo alguna cosa, pero no da para vivir”, explica el cantante. Otros miembros del grupo también se buscaron otro empleo. De hecho, si sus condiciones laborales hubiesen sido mejores se habrían planteado disolver la banda definitivamente: “Con un trabajo más estable, y un contrato y un sueldo buenos, no hubiésemos vuelto”.
Con la caída de varias de las restricciones, Arrels de Gràcia ha empezado a actuar algunos días en La Caseta del Migdia, en Montjuïc. Ximenis también canta a dúo en el Gallery Hotel de la calle Rosselló 249. Este verano estará igualmente permitido celebrar fiestas mayores en Cataluña, pero el grupo no ha sido programado para las de su barrio. “La última vez fue en 2019 en la calle Verdi. Este año no podremos tocar, aunque los vecinos siempre nos han ayudado. En las otras calles hemos encontrado muy poco apoyo. En el Ayuntamiento, igual”, lamenta.
LOS ERRANTES: "LA ADMINISTRACIÓN NO NOS APOYA, SOLO FAVORECE A LOS GRANDES"
Una experiencia similar a la de Los Errantes, la banda de rock and roll nacida en el Gòtic en 1988, liderada por David Albalate y compuesta además por Giaco, Ramón Falgueras y MAV Supersônica. Después de un año nefasto, estos cuatro rockeros comienzan a ver la luz al final del túnel. A finales de mayo hicieron su primer concierto en El Prat de Llobregat, y han logrado cerrar otros tres para las próximas semanas: en el Maratón Rock Casc Antic el 3 de julio, en el Festival Blues Sant Antoni el 10 de julio y en el Portal dels Encants el 23 de julio. Aunque el camino para llegar hasta aquí no ha sido nada fácil.
Los cuatro tienen un empleo a tiempo completo que nada tiene que ver con la música (dos son informáticos, uno es arquitecto y el otro es profesor de Filosofía), por lo que han continuado recibiendo un sueldo. Pero han sufrido igualmente la caída de ingresos. Según explica Albalate a Metrópoli, el grupo ganaba 1.600 euros al mes a dividir entre los miembros del grupo. En total, 400 euros mensuales que han dejado de cobrar desde hace casi un año y medio. En todo este tiempo han abrazado Facebook e Instagram para emitir conciertos online gratuitos y promocionarse. También han grabado dos discos para los que han invertido unos 4.000 euros. Además han seguido pagando 200 euros al mes para el local en el que ensayan.
“El problema principal ha sido la falta de ayudas de la Administración. No nos han apoyado de ninguna forma. Siempre favorecen a los grandes e ignoran a los grupos más pequeños”, señala el artista. Después de 33 años dedicándose a esto, el errante afirma conocer al dedillo los favoritismos de los políticos, que al fin y al cabo “son quienes deciden quién toca” en los eventos públicos. “Yo he hablado con Jaume Collboni y me he quejado. Montaron el concierto de Love of Lesbian en el Palau Sant Jordi, colaboran con los grandes, con Sidonie, Joan Manuel Serrat… ¡mientras los demás se van a la mierda!”, protesta.
A la falta de subvenciones hay que añadir los impedimentos que asegura que el Ayuntamiento pone a los artistas locales. “El gobierno municipal es un desastre. Cuando hay que tocar en la calle todo son pegas. Para el concierto que haremos en Sant Antoni nos han cambiado el espacio cuatro veces, no dejan poner barras de bar y vender cervezas para financiarnos, el tema del ruido… Si quieren proteger de verdad la cultura de este país tendrían que ser más flexibles”, sugiere para zanjar el tema.
CRAZY FOR THE SWING NO HA VUELTO A LOS ESCENARIOS
Noelia White coincide plenamente con él. La cantante de Crazy for the swing se ha tenido que centrar en su trabajo de profesora de música para subsistir, porque muchos de los locales donde actuaban aún no han reabierto o han tenido que cerrar directamente. Hace poco intentó organizar una fiesta de la escuela, para que sus alumnos pudiesen cantar en la calle, pero el consistorio le negó el permiso: “El Ayuntamiento te obliga a hacer lo que ellos quieren. Si alguien quiere programar a otros pero el Ayuntamiento dice que no, pues no se puede”.
Antes de la pandemia eran tres (con otro nombre, The White Jazz Trio). Ahora ya son cinco, a pesar de que desde marzo de 2020 no han podido tocar en ningún sitio. La vocalista lamenta no tener todavía una previsión de cuando podrán regresar a los escenarios, y denuncia igualmente la falta de ayudas. Señala también un agravio comparativo, ahora que algunos cantantes y bandas han regresado a la actividad: “Sobre todo vuelven los famosos, que son los que siempre lo han tenido más fácil. Para los demás lo ponen todo más difícil”.
DAVID TORRAS TUVO QUE DEJAR SU PISO
Con 20 años de profesión a sus espaldas, David Torras pensaba que nunca le faltaría trabajo. Artista polifacético, llegó a formar parte de la desaparecida Orquestra Plateria, actúa en el grupo de animación infantil Els Farsants y dos veces al mes, durante los meses de verano, canta en las Nits Màgiques de Casa Batlló con La Mar de Rumba. El 2020 lo pasó prácticamente desempleado, tuvo que dejar su piso de alquiler de la calle Sardenya y se mudó a la casa familiar en Castellar del Vallès.
Tras un año en blanco, Torras vuelve a conseguir algunos bolos. Nada que ver con los que hacía antes de la pandemia. Ha pasado de actuar tres o cuatro veces por semana o tener tan solo tres actuaciones en todo el mes de junio. “Algo es algo”, se consuela en conversación con este diario. En julio ha cerrado diez recitales más, seis de ellos en fiestas mayores. “Este verano pinta mejor que el del año pasado, pero piensa que con un par de bolos, como ahora en junio, no da ni para pagar la cuota de autónomos”, cuenta.
A pesar del fin de las restricciones sobre el sector, el cantante cree que la situación no comenzará a normalizarse hasta 2022. Y manifiesta que si esta nueva reapertura no se está materializando del todo es porque conciertos, recitales y cualquier otro tipo de evento similar comporta ahora unas medidas que lo dificultan: “Por más que sea gratis, hay problemas para encontrar espacios, si es en interior tienen límite de aforo, el público se tiene que apuntar previamente… Antes se contrataba a alguien y ya. Ahora se complica todo un poco más”. Aun así defiende que las salas privadas “muestran más interés” por contratar a músicos que los ayuntamientos: “De ahí no llama nadie”.
MUSICAT LAMENTA "ERRORES" DE LA ADMINISTRACIÓN
Desde la Associació Professional de Músics de Catalunya (Musicat), Josep Reig, su presidente, lamenta algunos de los “errores” por parte de la Administración en la gestión de esta crisis: “El principal problema en 2020 vino antes de Sant Joan. La situación epidemiológica había mejorado y era similar a la de estas últimas semanas, con la única diferencia que ahora tenemos vacuna. Si en ese momento hubiesen dejado que los profesionales volviesen al trabajo, con conciertos en el exterior y garantizando las medidas de seguridad, muchos de los grupos que no aguantaron las nuevas restricciones del otoño hubiesen tenido algo más de dinero para resistir”.
Reig recuerda también que muchos municipios anularon algunos actos de sus fiestas mayores. Entre ellos, conciertos. “Nos pareció de poca empatía por parte de estos ayuntamientos no compensar las cancelaciones, porque el dinero lo tenían”, explica. Y es que a pesar de contar con esos ingresos, el presidente de Musicat lamenta que los artistas no recibieran compensaciones económicas cuando se cancelaron actuaciones. “Se podría haber destinado una parte del dinero de los conciertos, que ya estaba presupuestado, a ayudar a estas personas. Eso no pasó”, apunta.
Durante este tiempo, Musicat se ha movilizado junto a la Coordinadora Estatal de la Verbena y Espectáculos (CEVE), de la que forma parte, para conseguir ayudas públicas para el sector. Reivindica uno de los logros de estas reclamaciones, la prestación extraordinaria por desempleo de los artistas, que no existía antes de la pandemia: “Sabemos que no es suficiente, pero peor habría sido que no pudiesen cobrar nada”. Ahora espera que el regreso a la actividad acelere progresivamente. “Si la recuperación es rápida será más fácil rescatar a cantantes y grupos que se han quedado sin nada”, expresa. Muchas de sus esperanzas están puestas en lo que ocurra este verano.