La conjuntivitis es uno de los problemas oculares más frecuentes y también uno de los más incómodos para quienes la sufren. Es un trastorno que puede transmitirse fácilmente de una persona a otra, aunque si se adoptan una serie de medidas de higiene se reduce el riesgo de contagio.
Se manifiesta principalmente a través de la inflamación de los vasos sanguíneos de la conjuntiva, que es la membrana fina y transparente que recubre la parte blanca del ojo y el interior de los párpados. Se trata de una de las patologías oftalmológicas más frecuentes, tanto en adultos como en niños, aunque no afecta a la vista y casi nunca reviste gravedad.
SÍNTOMAS Y TRATAMIENTO
“La conjuntivitis infecciosa”, explica el doctor Gabriel Londoño, especialista del Servicio de Oftalmología del Hospital Sagrat Cor , “suele producir síntomas como picazón, ardor, lagrimeo, inflamación y enrojecimiento, además de sensación de arenilla o legañas en párpados o pestañas. Estas señales son una advertencia de que hay que acudir al oftalmólogo lo antes posible”.
La conjuntivitis se trata en función de la causa que la produzca. “Para ello”, continúa el especialista, “existen varios tipos de fármacos tópicos (en gotas) enfocados a tratar el origen del trastorno, como son las lágrimas para la sequedad, los antibióticos para las bacterianas y antihistamínicos para las alérgicas. Generalmente, la gran mayoría, mejoran con el uso de antiinflamatorios tópicos como los corticoides”.
TIPOLOGÍA
Se distinguen tres tipos principales de conjuntivitis en función de su origen, aunque la más habitual es la causada por la sequedad, aunque también está la infecciosa (bacterias o virus). La aparición de secreciones purulentas lleva al paciente a frotarse frecuentemente los ojos y a despertarse con los párpados pegados. “Las conjuntivitis leves no son excesivamente molestas pero, si se complica, aparecen síntomas como dolor al abrir y cerrar los ojos, hinchazón intensa de los párpados y fotofobia”.
Sin embargo, puede tener otro tipo de origen, como puede ser una irritación de la conjuntiva debida una inflamación del párpado (blefaritis), ojo seco, o por presencia de cosméticos, humo, disolventes, cloro de las piscinas…
También puede tener un germen traumático por la presencia de un cuerpo extraño, sustancias químicas o exposición excesiva a los rayos ultravioleta o, incluso, deberse a una reacción alérgica, en especial por pólenes, ácaros del polvo o sustancias vegetales o animales.
CÓMO EVITAR EL CONTAGIO
“En las conjuntivitis infecciosas”, explica el Dr. Londoño, “para prevenir el contagio de otra persona infectada hay que evitar el contacto directo y tener cuidado con sábanas, toallas, delineadores de ojos, máscara de pestañas y otros elementos que se compartan en la vida diaria”.
Las conjuntivitis víricas, por su parte, se contagian antes de la aparición de los síntomas, por lo que se debe tomar extrema precaución si es inevitable el contacto. Para reducir el riesgo de contagio es imprescindible implementar unas mínimas pautas de higiene, como lavarse las manos con frecuencia con agua tibia y jabón; evitar frotar o tocarse los ojos así como compartir maquillaje, lentes de contacto, gafas, etc.
En el caso de las conjuntivitis alérgicas, que no son contagiosas, lo más recomendable es evitar la exposición al agente alérgeno. “Si a pesar de todo así aparece”, concluye el especialista, “se pueden utilizar colirios que prevengan la reacción alérgica. Cuando eso no es suficiente, es aconsejable consultar al alergólogo y oftalmólogo”.