Una calle de Ciutat Vella en una imagen de archivo

Una calle de Ciutat Vella en una imagen de archivo LUIS MIGUEL AÑÓN

Ciutat vella

Los vecinos del Gòtic se rebelan contra los punteros, los traficantes agresivos a pie de calle

Los tenderos se enfrentan a amenazas de muerte por parte de los multirreincidentes, que actúan con total impunidad

12 enero, 2024 23:30

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Los comerciantes y vecinos del Gòtic tienen miedo y se sienten desprotegidos ante la violencia de los delincuentes que campan por sus calles. Se trata de los famosos punteros, los traficantes que venden todo tipo de drogas a plena luz del día al grito de coffee shop, confundiendo a los turistas, que se piensan que son trabajadores de alguna asociación cannábica de las que tanto abundan en el barrio.

Cada vez se muestran más agresivos con aquellos que se atreven a cuestionar su actividad ilegal. Es el caso de Luis, un comerciante que tiene su negocio entre las calles de Lleona y Raurich, paralelas a Escudellers, de las favoritas de los punteros.

Tres presuntos multirreincidentes del Gòtic en un fotomontaje

Tres presuntos multirreincidentes del Gòtic en un fotomontaje METRÓPOLI

Luis hace años que vive en Ciutat Vella y ha podido comprobar cómo los multirreincidentes han ganado el control del barrio. Nada apunta a que vaya a cambiar. Este hombre tiene una causa judicial abierta contra uno de ellos por agresiones y amenazas de muerte. "Llamar a la policía solo empeora las cosas, porque Issam --el delincuente-- sabe que no le pasará nada. Cada vez que lo hago, su actitud hostil aumenta. Esto es completamente insostenible", dice el hombre, con un nombre anónimo por miedo a las represalias del multirreincidente

LOS VECINOS Y COMERCIANTES, EN GUARDIA CONSTANTE

El motivo de las intimidaciones constantes es que Luis, igual que otros comerciantes, les ha plantado cara en más de una ocasión, recriminándoles que vender droga a pie de calle, aparte de ser constitutivo de un delito, ahuyenta a los clientes de sus negocios, que se sienten inseguros con su presencia. Este miedo viene dado no solo por sus trapicheos, sino por los múltiples altercados que provocan en el Gòtic. Han hecho de la delincuencia su modus vivendi, con consecuencias para sus vecinos, que se ven obligados a vivir en una guardia constante

El día a día de los punteros consiste en estar en la calle durante toda su jornada laboral. A menudo fingen preocuparse por los ancianos que pasean por la zona, ya que son las víctimas más fáciles, ayudándolos con la bolsa de la compra e, incluso, acompañándolos hasta la puerta de casa para ver qué posibilidades hay de okuparla. Suelen ser este tipo de personas, por razón de su vulnerabilidad, sus principales targets, a los que les quitan sus pertenencias al descuido. Tampoco tienen ningún problema en usar la violencia en caso de que se resistan. Con el paso de los años, cada vez encuentran nuevas modalidades para robar. "Últimamente, también roban relojes de lujo y drogas duras, que les dan más dinero. También vigilan los pisos de los vecinos para ver cuándo pueden entrar", dice Luis, que teme que las amenazas por parte de Issam se acaben cumpliendo. 

ISSAM EL MULTIRREINCIDENTE

Este joven es muy conocido por la policía, con una acumulación de múltiples antecedentes por varias causas. El hombre lamenta que, a pesar de los ataques, no puedan detenerlo si no lo pillan con las manos en la masa. "Normalmente, llamo a los Mossos o a la Guardia Urbana, pero la mayoría de veces ni siquiera vienen. Las pocas que lo hacen, tampoco lo arrestan, porque cuando llegan, o para de amenazarme o ya se ha ido", lamenta. 

Imagen de archivo de un hombre detenido en Barcelona

Imagen de archivo de un hombre detenido en Barcelona MOSSOS D'ESQUADRA

Ni Luis ni Issam son los únicos protagonistas de este hecho. Tal como relata Eva, miembro de la asociación vecinal Fem Gòtic, los enfrentamientos entre traficantes y comerciantes no son nada nuevo. "Quizás ahora están más inquietos y atacan a los establecimientos. O vives con ellos y te acostumbras a sus ilegalidades, o vas en contra de ellos", dice la mujer, que describe la esquina de la calle de Avinyó con Escudellers como "un punto negro con mucha conflictividad". Igual que Luis, considera que una buena solución sería el aumento de la presencia policial que, afirma, "brilla por su ausencia". 

AMENAZAS DE MUERTE Y EL PELIGRO DE DENUNCIAR

Eva ha sido una víctima directa de los multirreincidentes. Según narra a este diario, también ha sufrido amenazas de muerte por parte de uno de ellos: "Me dijo que me mataría y que me rajaría la cara", asegura. Cuando los agentes de la Guardia Urbana consiguieron identificarlo, le dieron la opción de ampliar la denuncia, pero, a su vez, le advirtieron de las consecuencias a las que tendría que hacer frente si seguía por la vía penal. "Me comentaron que el abogado del delincuente tendría acceso a mis datos personales y que éstos podrían acabar filtrados a su cliente, dejándome en una posición completamente desprotegida. Me recomendaron que, antes de entrar a mi casa, hiciera tres vueltas para comprobar que no me estaba siguiendo. Tengo dos hijos y tenía miedo de que este hombre se presentara delante de mi edificio y que me hiciera algo estando los pequeños", dice la vecina del Gòtic. 

Pero eso no es todo. Eva también tuvo un conflicto con otros vendedores de drogas de a pie de calle. De la misma manera que ella se conoce sus caras de memoria, los delincuentes también saben quiénes son los vecinos que más luchan para conseguir que se vayan del barrio, y Eva es una de ellas. Dos punteros decidieron vigilar su casa las 24 horas del día para marcar territorio y amenazarla. En esa ocasión, la mujer no lo denunció, pero les dejó muy claro que no iban a conseguir su objetivo: se armó de valor y les plantó cara. Se acabaron yendo, pero siguen causando todo tipo de molestias a los comerciantes y vecinos del barrio.

CACEROLADAS POR LA INSEGURIDAD

La situación ha llegado a tal punto que, desde finales del año pasado, los residentes de las zonas colonizadas por los punteros organizan caceroladas para exigir un barrio seguro. Durante las fiestas navideñas, han puesto carteles reivindicativos y han hecho una recogida de firmas para que "los camellos se queden en el belén", la recogida de basura sea más efectiva y que, por la noche, vuelva a reinar la paz y el silencio. 

El Ayuntamiento de Barcelona asegura que el tráfico de drogas a pie de calle es "prácticamente residual en el Gòtic". Preguntado por el auge de agresiones y amenazas a los comerciantes y vecinos, asegura que no han recibido ninguna queja que haga entender el aumento de este problema. "Tampoco se ha transmitido ninguna amenaza a los comerciantes. En caso de que asi sea, tienen disponibles los canales de contacto de la Guardia Urbana", concluye.