Los toxicómanos montan un mercadillo de bicis robadas en el Raval
Metrópoli se acerca al Arc de Sant Agustí para conocer de primera mano cómo funciona este negocio clandestino
15 enero, 2024 23:30Noticias relacionadas
Un grupo de toxicómanos y ladrones multirreincidentes se ha apoderado de la calle de l'Arc de Sant Agustí del Raval y ha montado un mercadillo ilegal de bicicletas en Barcelona. Pese a ser objetos robados, los vendedores narran a este digital lo "complicado" que lo tiene la policía para "pillarlos". Muchas de sus víctimas no se saben el número de serie de la bici, algo clave para poder denunciar los hechos: "Aquí vienen cada día los Mossos y la Guardia Urbana, las identifican y si ven que no consta en ninguna denuncia, se van", alardea uno de los drogodependientes.
Damián, un vecino de la zona, está harto de ver cómo se pelean, trapichean y delinquen sin que haya ningún tipo de consecuencia. "Están despiertos toda la noche haciendo trapicheos. A primera hora de la mañana viene la Guardia Urbana y los echa, pero luego vuelven, y así todos los días", lamenta el hombre.
PANORAMA DESOLADOR EN EL RAVAL
Este hombre se compró un piso justo delante de la calle de l'Arc de Sant Agustí. Estuvo muchos años viviendo fuera de Barcelona por trabajo. Cuando se jubiló, decidió volver a la ciudad. Lo que no imaginaba Damián era el panorama desolador que se encontraría más tarde. Lo que en su momento fue una zona relativamente tranquila, según él, ahora se ha convertido en su "peor pesadilla".
El consumo de drogas es uno de los principales problemas que hay en Ciutat Vella. La situación ha llegado a tal punto que, hace poco más de un año, los Mossos d'Esquadra crearon una nueva unidad encargada de luchar contra este tipo de delitos y más de la mitad de sus actuaciones tienen lugar en este céntrico distrito. Las okupaciones, la prostitución y las jeringuillas en la calle son solo algunas de las consecuencias del fenómeno de la droga, que cobra especial presencia en el Raval.
VENTA ILEGAL DE BICICLETAS ROBADAS
La presencia de toxicómanos no es uniforme. Hay algunas calles más afectadas que otras. Uno de los puntos negros es el famoso Arc de Sant Agustí, donde diariamente hay enfrentamientos entre personas sin hogar y drogodependientes que, a pesar de las múltiples quejas vecinales, nunca cesan. A todo esto hay que sumarle el mercadillo de bicicletas. "Todo el mundo hace oídos sordos, pero es más que evidente su dudosa procedencia. Aquí las pintan y las venden con total impunidad", lamenta Damián.
Sus clientes saben que, en el Arc de Sant Agustí, además de poder comprar bicis de miles de euros a precios superreducidos, también encontrarán heroína, crack y todo tipo de sustancias estupefacientes. Tal y como ha podido comprobar este digital, la venta de bicicletas está abierta a todo el mundo y se pueden comprar por unos 80 euros.
EL COMEDOR SOCIAL, EL FOCO DE LOS CONFLICTOS
Las visitas de los drogodependientes en el Arc de Sant Agustí vienen acompañadas de todo tipo de problemas: agresiones constantes, ruidos a altas horas de la madrugada y suciedad que se apodera de la calle. Para muchos vecinos, el foco está en el comedor social del arco, ya que muchos de sus usuarios son los que, después de comer, se drogan y venden el material robado.
Descubrir dónde acaban las bicicletas es todo un enigma. Damián cree que muchas de ellas se venden por Wallapop. Este mercadillo clandestino opera en diferentes horarios: "Suelen llegar sobre las 9:00 horas justo después de que pase la Guardia Urbana y limpie, pero también a partir de las 20:00 horas. No descansan nunca", lamenta el afectado.
La demanda varía en función de las bicicletas que hayan conseguido robar durante la jornada. La afluencia de vendedores también es diferente cada día, pero se pueden llegar a acumular hasta 30 personas. El único día que no hay ni rastro del mercadillo es el jueves. ¿El motivo? El comedor social del Arc de Sant Agustí está cerrado y, por tanto, los toxicómanos y delincuentes se desplazan a otros lugares del Raval. "Las inmobiliarias aprovechan ese día de la semana para hacer las visitas a los pisos. El resto de días no pueden hacerlo porque da muy mala imagen", aseguran las fuentes vecinales consultadas.
'EL DÍA QUE NO LES DAN DE COMER ES EL DÍA QUE NO HAY PROBLEMAS'
Sandra (nombre ficticio), otra vecina, coincide con Damián: "El problema es que las monjas dan de comer a los sintecho sin exigir nada a cambio. Van allí, duermen y 'trapichean'. Provocan daños en la zona y ellas van a su bola, ni siquiera se reúnen con los vecinos. Está bien que quieran ayudar, pero sin perjudicar al resto".
Lo mismo opina Bea Homedes, residente del barrio y activista en redes sociales, donde denuncia la inseguridad e incivismo que hay en el Raval: "Esa calle está llena de basura. El comedor actúa como un foco de problemas, entre ellos el mercado de bicis robadas. Si a eso le sumas la falta de presencia policial, la situación empeora", lamenta la mujer.
EL COMEDOR SOCIAL NIEGA LA CONFLICTIVIDAD
Desde el comedor social, en cambio, aseguran que "no hay ningún tipo de problema en el barrio" y que la realidad es que a los afectados "les molesta ver a gente pobre pidiendo". "Son gente tranquila y respetuosa. Los que están fuera vendiendo bicis robadas y drogándose no tienen nada que ver con nosotros", dice una de las monjas a este digital.
Fuentes policiales no oficiales explican que los productos en venta en el mercadillo suelen ser de la basura. "Raramente son cosas robadas", dice el agente. Unas declaraciones con las que no coinciden los vecinos, que están convencidos de que las bicis sí que son robadas. "Hay órdenes de no molestar mucho, especialmente de la Guardia Urbana. Hay un pasotismo absoluto alrededor de todo lo 'vulnerable', ya sean vendedores ambulantes, toxicómanos o traficantes. La prioridad es no tener escándalos ni actuaciones conflictivas", añade.
Según el consistorio municipal, en la zona del Arc y la plaza de Sant Agustí se hace un dispositivo diario en horario nocturno. En cuanto a las llamadas, desde el 1 de noviembre-- en horario de 22:00 a 6:00 horas--- han recibido 26 llamadas de ciudadanos al 112. En 16 de esas ocasiones se personó la Guardia Urbana y, en otras siete, los Mossos. Finalmente, hubo tres solicitudes que no pudieron atender por falta de efectivos.