Sophie Chelmick (TDCX): “En Barcelona hay cultura de innovación, con sectores que crecerán mucho como el ‘gaming’”
La responsable en Europa de la multinacional señala que la ciudad se ha convertido en “un imán del talento tecnológico”, y que la empresa forma “continuamente” a sus empleados para servir a sus clientes
11 julio, 2024 23:30La silueta del contorno de Barcelona se aprecia desde amplios ventanales. Es la Vila Olímpica, el mar está cerca, y profesionales de más de treinta nacionalidades trabajan en unas cómodas oficinas, con mucha luz, con espacio. Es la sede europea de la multinacional TDCX, (Transformative Digital Customer Experience), con base en Singapur, nacida en 1995. Sophie Chelmick es la Executive Vice President EMEA de TDCX, que vela por todos los trabajadores y clientes, y que se considera una “barcelonesa más”. Lleva 20 años en la ciudad. Ha impulsado la empresa hasta convertirla en un referente. Es la sede europea, aunque TDCX tiene otras dos oficinas, en Estambul (Turquía) y en Bucarest (Rumanía). La ciudad es “un imán para el talento europeo”, señala Chelmick, en esta entrevista con Metrópoli. Su posición es clara: “En Barcelona hay cultura de innovación, con sectores que crecerán mucho como la tecnología de la salud y todo lo relacionado con el "gaming”.
El talento europeo está presente en todas las amplias salas del edificio de la Vila Olímpica. Chelmick, de nacionalidad británica, destaca de inmediato la labor de unos jóvenes que se han desplazado desde Suecia y Noruega. ¿En qué trabajan? Se están formando en el funcionamiento –para poder repararlos si se da la circunstancia—de unas máquinas, una especie de robots, que están preparadas para dispensar de forma automática la medicación a personas que lo necesitan, las llamadas dependientes.
Chelmick explica la tipología de ese talento: “Hay jóvenes que se acaban de graduar, y que tienen una primera experiencia en la empresa, tras un proceso de formación interna, pero también hay personas que proceden de otras empresas, y que buscamos para trabajar en servicios específicos que nos piden nuestros clientes”, asegura, después de señalar el cometido de la multinacional nacida en Singapur. “Trabajamos para dar servicios de asistencia a otras empresas, desde la preventa hasta la atención al cliente, o la formación de equipos”, precisa. Y entre esas empresas figura Meta o Airbnb, dos clientes globales. Pero también se relacionan con clientes ligados a la tecnología de la salud, la automoción, la publicidad o las empresas de gaming, como los videojuegos.
El valor de la industria del "gaming"
La convicción de Sophie Chelmick es que hay diferentes sectores con mucho futuro, y que Barcelona puede ser la ciudad ideal para trabajar en ellos. “Veo muchas oportunidades en el sector de la tecnología de la salud, especialmente en Barcelona, que es una capital del sector. Y también en todo lo relacionado con el gaming. Una cuestión central de Barcelona es que es una ciudad que atrae talento, que actúa como un imán del talento europeo, porque es una ciudad con una gran cultura de la innovación, con muchas iniciativas”, señala la responsable europea de TDCX.
Una frontera clara se estableció desde la pandemia del Covid. Tanto respecto a la forma de trabajar, como en relación con los sectores tecnológicos. Chelmick, que ha visto la evolución de la ciudad con sus propios ojos, indica que “el mundo del juego ha crecido exponencialmente, con tanto o más valor que el mundo del cine y la industria musical combinadas”.
Trabajar desde Barcelona con el resto del mundo
Respecto al mundo laboral, lo que ofrece TDCX es una “modalidad flexible”. Los profesionales, a lo largo de la semana, puede que decidan trabajar dos días en casa y tres en las oficinas. Aunque eso dependerá, también, del área en el que trabajen, en función de los clientes. “Tenemos empresas que desean que les ayudemos desde las oficinas, que prefieren personas físicamente en los centros de trabajo, pero hay otras que no reclaman esa cuestión”. Por tanto, “tenemos trabajadores en Oviedo, o en Madrid, o en Berlín, y también en Barcelona, en Castelldefels o Sitges”. Es el nuevo mundo que es ya una realidad en firmas como TDCX. “Se puede decir que es muy común el teletrabajo, y que podemos trabajar desde Barcelona para cualquier punto del mundo”, señala Chelmick.
Los equipos se organizan en función de los clientes, por lo que hay franceses que sirven a clientes franceses, o alemanes para empresas alemanas, o equipos específicos que sirven a clientes de América Latina.
La empresa cuenta con unos 300 empleados en Barcelona, en unas oficinas de unos 2.600 metros cuadrados. La multinacional sirve a más de 90 clientes a nivel global, 11 de ellos en Europa, y alcanzó una facturación de cerca de 500 millones de dólares en 2022. El deseo, desde Barcelona, es seguir creciendo y situarse por encima de los 400 empleados.
TDCX ofrece también servicios de moderación en redes sociales, pero no es el caso de la sede europea. Es un servicio que se presta desde Asia. Sin embargo, Sophie Chelmick señala que se ofrece “apoyo psicológico” a los empleados que están centrados en las empresas de videojuegos, “donde se percibe agresión y violencia”. Todo se cuida para servir bien al cliente, pero también al propio trabajador, a quien “se forma continuamente”.
Presión en la ciudad
Barcelona ha logrado ser una ciudad global a ojos de empresas como TDCX. Chelmick insiste en conversación con Metrópoli, que la ciudad “es un lugar amable para la industria tecnológica” y que se vive y se trabaja como en ninguna otra parte. Desmiente, por tanto, la idea de que sea la mejor ciudad para vivir, pero no para el mundo de los negocios. Lo que sucede es que es también un primer punto para un trabajo, aunque pueda ser la ciudad vital para muchos profesionales y sus familias. “Hay personas que están dos años y se van, y buscan otros horizontes o retos, pero también hay otras que perciben que puede ser una ciudad para quedarse”, asegura. Ella misma lleva ya 20 años en la capital catalana, tiene familia e hijos que hablan “catalán, castellano, inglés y francés”.
Se trata de una ciudad, sin embargo, que por esa misma vitalidad puede crear problemas a la población local. Chelmick no duda en pedir “un equilibrio”, consciente de que debe haber espacio para los propios barceloneses. “Yo me siento una barcelonesa más y entiendo la presión que se genera en la ciudad”, asegura, en referencia a los problemas de vivienda.
Los amplios ventanales reflejan un sol radiante. Al fondo, se observa la montaña de Montjuïc, y el mar, justo delante. Al salir, en la calle, impera una sensación de sosiego y tranquilidad, y un ligero viento modera el calor del mes de julio. Los profesionales se reúnen, entran y salen. Se escuchan lenguas y acentos distintos, con el inglés como lengua franca. Es Barcelona, es la sede europea de TDCX.