El nuevo año se ha iniciado como siempre: con intercambio de insultos entre políticos que debieran ser ejemplares. Lo único que une a las administraciones del Estado, autonomías y ayuntamientos es el insulto. Pero no saben ni insultar bien.

Escribió Rafael Sánchez Ferlosio: “El insulto fue la forma más primitiva, originaria, de la diplomática, en la medida en que ésta es el arte de resolver por acuerdos de palabra lo que podría llevar a conflictos armados”.

Por tan sabia razón los dirigentes españoles deberían leer (aunque no lo entendieran) el Insultario. Obra de José Antonio Ruiz García y Ángel María Fernández, con dibujos de Carmelo Bayo. Publicado por Pepitas. Ed.

Cabe en el bolsillo con cientos de insultos. Y a partir de aquí, elija y ponga usted rostro y apellidos a quienes considere merecedores de algunos. También cabe dedicarlos a familiares, amistades y personas de su entorno.

A algunas ministras: “Chistero, homonormatividad, patriarcado, misandria, pansexual, sororidad… pero no sabe qué río pasa por Zaragoza”. “Echo de menos cuando sólo parecías tonta”.

O bien: “Veganos, runners, hipsters, metrosexuales, pansexuales, tertulianos, fofisano, tú. Es una pena que Darwin se perdiera todo esto”. “Si mis cálculos no me fallan, tú debes de ser gilipollas”.

Para algunos tertulianos: “Cada vez que aparece un tertuliano en una televisión local te veo a ti, igual de rancio eres, un bajón de tristeza”. Y “Excepto trabajar y cerrar el pico para no meter la pata sabes hacer de todo.”

Contra el partido o persona que prefiera: “Vivir con tanto rencor te hace más difícil tu propia existencia. Me alegro por ello y a la vez no me importa”. “La ignorancia es el menor de tus defectos.”

También: “Un ladrido de amargura, eso es lo que sois, destruyendo siempre toda esa buena armonía que pueda haber allá donde habitáis. Gente tóxica, gente ingrata”.

Además: “Cualquier momento te viene bien para opinar de lo que no sabes”. “Eres igual de ignorante a todas horas”. “No sé si hablas o roncas”. Si acaso el aludido se altera, “Tranquilízate, conato de individuo”.

Para dejar las cosas claras: “Echo de menos cuando aún no habías nacido”. “No he llegado a conocerte y ya me quiero ir”. “Nunca me alegro de verte”. “Me caías mejor cuando no te conocía”.

Si su cara es el espejo de su alma: “Llevas barba porque eres feo”. “Cuando vas con la barba retocada eres de esas personas que hacen que los días bonitos como hoy sean tan desagradables”.

Menos refinados: “Pues para ser tan feo eres bastante tonto”. “La verdad es que te queda muy bien ser un imbécil”. “Estarías más guapo con un tenedor clavado en la frente”.

Continúa: “Que no tengas la cara agradable no te exime de ser gilipollas”. “Tienes cara de tener una orden de alejamiento”. “¿Si mi teléfono es inteligente, por qué recibo tus mensajes de imbécil?”.

Los hay para halagar y quedar bien: “Eres una persona encantadora, pero te fallan dos cosas: el cuerpo y la personalidad”. “Debes de estar agotado de tanto hacer el ridículo”.

Finalmente, para expresarles nuestros mejores deseos: “Un tacto rectal diario y una clonoscopia cada dos horas es lo que te deseo”. “Hoy me siento bien sólo te deseo un esguince”. “A ver cuando te extingues ya”.

Como son insultos inteligentes, los receptores igual no los captan y el Insultario le evita usted pleitos y querellas.