Me lo tendrán que explicar muy bien. ¿Por qué el ministerio de Cultura ha pagado 7,2 millones de euros por la Casa Gomis? Lo de los 7.2 millones raya el despilfarro. La propiedad quería vender una casa en los aledaños del aeropuerto porque no les servía para nada.

El ruido de los aviones hacían imposible que fuera la residencia de una familia. Una residencia privada situada en un entorno protegido y que, por tanto, no se podía ni poner un macetero. Insisto en la pregunta ¿qué hay detrás de este pago desmesurado? Porque, la propiedad ni la podía alquilar y menos vender a un particular.

Ahora nos venden que en la Casa Gomis se hará un centro cultural, pero la incógnita sigue estando en el precio. Por qué se han pagado 7.2 millones, el doble de lo que ofrecía AENA hace un año.

Sin duda, la compra de la casa de marras es una pica en Flandes por parte del ministerio de Cultura, contrario a la ampliación del aeropuerto. El ministro Ernest Urtasun ha dado su golpe de mano, se ha hecho el progre, con el dinero de todos, seguramente amparado por Jordi Martí, secretario de estado de Cultura, y otrora mano derecha de Ada Colau en el Ayuntamiento de Barcelona, y por María Corrales, su jefa de gabinete, y también colaboradora de la exalcaldesa. ¿Jugada de los Comunes? Tiene toda la pinta. Tanto que hasta lo reconocen sin ningún rubor. 

Lo curioso es que desde el Gobierno de España no se haya puesto el grito en el cielo ante tamaña jugarreta que comporta un sobrecoste de más de 3 millones de euros por la compra de una propiedad burguesa por parte de los Comunes, para impedir una ampliación aeroportuaria que pondría a Barcelona en la Champions.

Algunos, los Comunes, están empeñados en que sea de segunda división y no reparan en gastos para impedirlo. La única lectura política es que los Comunes juegan a tener voz y voto en el proyecto de ampliación que, por cierto, nunca ha puesto en riesgo ni la casa ni los accesos.

Aún veremos manifestaciones de los protectores de unos pájaros inexistentes, de los conservadores de una laguna artificial como La Ricarda, de los que no han movido un dedo en la restauración y conservación de un espacio natural deteriorado por la inanición de décadas, en favor de la Casa Gomis. No para recuperar el dinero pagado de más y sin un sentido concreto, más allá de poner palos a las ruedas y servir al objetivo final de entorpecer una necesidad: ampliar el aeropuerto.

Según reza la página web del Ayuntamiento de El Prat el gran objetivo es que ahora se podrá visitar la Casa Gomis. ¿En serio? Visitarla para reflexionar sobre las relaciones humanas y la naturaleza, dicen en la web del ayuntamiento controlado por los Comunes. Una reflexión cara, señores y señoras, que se asemeja más al timo de la estampita que a una reflexión. Por qué para reflexionar no hace falta el despilfarro. 

Me gustaría que el alcalde de Barcelona diera su opinión. También el presidente de la Generalitat, el presidente del Gobierno, el presidente de AENA y, en general, todos los partidos políticos. Por menos, se pone el grito en el cielo, pero ante un escándalo mayúsculo se ha puesto sordina. Tampoco la sociedad civil ha dicho esta boca es mía. 7,2 millones de euros, recuerden.

De momento, Ayuntamiento y Generalitat se ponen en perfil bajo porque los trabajos de la comisión de ampliación continúan. Lo que resulta psicodélico es que se entienda la compra por interés patrimonial. 

A la familia le ha tocado la lotería. Digamos que el gordo de la de Navidad y la del Niño. Y también me gustaría que Ernest Urtasun nos explicara con pelos y señales el porqué del pago del sobreprecio sobre una casa que no le quedaba otra que languidecer.

Tanto que se habla de la necesidad de vivienda nos gastamos este pastizal para sanear una cuenta corriente privada con el pretexto de reflexionar sobre la naturaleza. Solo les recuerdo a los adalides de la casa que la inauguración se hizo en 1963. O sea, lo de patrimonio no cuela. No es una vivienda histórica ni aporta demasiado en nada. Vamos, a otro perro con ese hueso.

Pero no se engañen. Los Comunes están en lo que están. No al aeropuerto, no a los presupuestos de Barcelona que dejan al pairo inversiones de calado en los barrios y, no se engañen, no a los presupuestos de la Generalitat. Dicen que se quieren reinventar. Me parece hasta bien, pero no a costa de reventar el crecimiento de Barcelona y su entorno.