Jaume Collboni ha sido reprobado. Junts, PP y Comunes unen fuerzas para atacar al alcalde de una ciudad que está recuperando el pulso después de que fuera dejada como un terreno baldío por, la ahora muy italiana, señora Colau. Los mismos que le niegan a Collboni el pan y la sal, ahora le exigen resultados.

Lo de los comunes es de traca. Siguen empecinados en exigir no solo que se aumente al 50% la reserva de piso público, sino que como mínimo se mantenga el 30%. Alguien tendría que recordarle a Janet Sanz que el 30%, o el 50% de cero es cero. Alguien le tendría que recordar que su actuación en materia de vivienda durante ocho años fue un cero patatero.

Y ahora se dedica a jalear al Sindicat de Llogateres, el nuevo instrumento vecinal al servicio de los comunes. Basta con escuchar a sus portavoces que acusan de todos los males a los malvados socialistas. Como si el problema de la vivienda hubiera nacido hace dos años. Se les ve el plumero.

Alguien debía de recordar a estos agitadores demagogos que el señor Torrent vive en pleno centro del Eixample con un contrato caducado y por mucho menos de lo que pagan sus vecinos con contrato en vigor. Alguien debiera recordar a Janet Sanz que cuando el consistorio pudo optar al inmueble se puso de perfil, y alguien debiera recordar al mentado Torrent que en su finca viven inquilinos con contrato en vigor y otros con contrato indefinido que nadie pretende echar.

Argumentan que lo quieren dedicar a alquiler de temporada y alguien debiera de recordar que Junts se opuso a su regulación en el Congreso de los Diputados y no mostró interés alguno ante la propuesta de Collboni de prohibir los pisos turísticos. Quizás alguien debiera recordar las buenas relaciones de Junts con la patronal de pisos turísticos. Muy buenas, insisto.

Alguien también debiera recordar que cuando firma un contrato y más hace de 20 años, que el contrato puede no ser indefinido. Aun así lo firmó el señor Torrent, que tiene además un contrato indefinido en la administración. Y como es indefinido, nadie se lo finiquita, pero si no lo es, el propietario tiene sus derechos.

Él también, pero teniendo en cuenta que no es vulnerable, tiene algunos menos. Muchos también quieren un piso céntrico, bien comunicado y a precio de saldo, pero sudan la camiseta para pagar el alquiler sin buscar el apoyo demagogo dels “cridaners” del Sindicat de Llogateres que tienen minutos y minutos para vender su crecepelo en la televisión y la radio pública donde se presentan como los nuevos Robin Hood.

La ley actual da pábulo a los caraduras que okupan pisos, mientras a los que hacen frente a sus hipotecas o pagan sus alquileres se les queda cara de idiotas cuando los okupas o los inquiokupas obtienen el respaldo de entidades que tienen una clara intencionalidad política.  Aún recuerdo cuando Ada Colau, lideresa de la PAH decía que ella no quería entrar en política.

Menos mal. Cuanto tardarán los pseudosindicalistas de les Llogateres en hacerlo es una buena pregunta. Alguien les tendría que recordar que se quiten la careta. Ahora se pide que el ayuntamiento haga lo que no hizo Colau. Que se rasque el bolsillo, el de todos, para comprar el edificio y ofrecerlo a precio asequible a ciudadanos vulnerables.

Estoy de acuerdo. Collboni lo ha logrado sin palabras altisonantes. Ahora, se ofrecerán pisos a alquileres asequibles. Espero que el primero que debería abandonar la Casa Orsola es Josep Torrent porque no es vulnerable. Alguien le debería recordar que él no lo es.