Ironiza Albert Gimeno en Crónica Global: “Y se hizo la luz”. Consciente de la gravedad de la situación, señala que la oscuridad propicia y aumenta la inseguridad y la delincuencia.
Los vecinos de Zona Universitària denuncian la falta de alumbrado: “Hay calles muy oscuras y robos en coches”. Y aunque el Ayuntamiento de Barcelona esconde la cabeza bajo el ala, el problema se enquista.
Titula un digital madrileño: “Correr desde el autobús a casa, la rutina nocturna de los jóvenes de Barcelona para no ser asaltados”. Cuenta que “aumenta el uso spray pimienta como método de autodefensa entre los jóvenes barceloneses.”,
Lo usan “especialmente las mujeres”. También estudiantes varones que no se muerden la lengua políticamente incorrecta: “Hay una turba de inmigrantes que empiezan a amenazar y a robar ‘¡Dame el móvil o te pego!’", afirma uno de ellos.
Ya no hay caminos seguros en muchos barrios. ¿Pero dónde están los primeros culpables de la situación actual? Una es la mallorquina Inmaculada Mayol. Comunista verde de lujo, que fue concejala del Ayuntamiento de Barcelona.
Pareja del nefasto exconsejero de interior, Joan Saura. Impuso ahorrar luz y sustituir las luces normales por otras amarillentas y pálidas. Además, promocionó un artefacto que encendía farolas cuando los paseantes lo pedaleaban.
Del trasto copiado de los inventos del TBO nunca más se supo, ni qué se hizo de él, ni cuánto costó… Y Mayol dejó de pasear por los barrios humildes ataviada con la costura de Gonzalo Comella y luciendo bolsos de marcas más que caras.
Pasó que los vecinos la abucheaban. Entre ellos: Ada Colau disfrazada de abeja cojonera. Pero ya como alcaldesa, Colau siguió la huellas de Mayol, malgastando más dinero público en ahorrar iluminación.
Resultado: más inseguridad y más tristeza visual en la Barcelona de noche. Mayol, que culpó a los barceloneses cuando las urnas la expulsaron del Ayuntamiento, fue muy bien enchufada en el Área Metropolitana.
Colau la ha imitado y se ha ido de rositas sin asumir responsabilidades por los daños y perjuicios causados. Se ha escapado a la Italia de sus amoríos. Pero amenaza con volver.
Acostumbrados a políticos de pocas luces, las respuestas municipales han sido: “Evitar puntos oscuros” y “estudiar la posibilidad de implementar actuaciones de mejora del alumbrado”. Lenguaje vacío de gramática elemental woke.
Su pertinaz mentira es que “sólo son casos puntuales”. Quizá porque se repiten puntualmente cada día y cada noche. Aunque según la costra woke, “sólo es una falsa percepción” de fachas, racistas y xenófobos.
Diga lo que diga el Ayuntamiento, Barcelona tiene una tasa de criminalidad un 50% más alta que Madrid, según el Ministerio del Interior. A pesar de que es de la misma cuerda de Collboni e Illa.
Otro mal dato es que la proporción de juzgados en Madrid es un 50% superior a la de la capital de Catalunya. Sin embargo, la cifra de policías es similar en ambas capitales.
Mientras, el gas pimienta resulta más caro y peligroso que las bombillas claras y potentes.